Houston Chronicle Sunday

La última semana de los Juegos de Río demostró que el espíritu olímpico está vivo

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BAJO LA LUPA: las atletas Abbey D’Agostino y Nikki Hamblin cayeron juntas en la pista pero fueron ovacionada­s en Brasil.

El atletismo, el indiscutid­o deporte rey de los Juegos Olímpicos, finalmente mostró lo mejor del espíritu de la justa en Río de Janeiro.

Una acción de coraje llevó a una atleta a lo más alto del podio, y otra, también valiente, a un premio mucho más importante para los que realmente entienden el significad­o de la competenci­a: el reconocimi­ento y el aplauso más allá del resultado.

Shaune Miller se arrojó prácticame­nte con el alma hacia la meta y sorprendió a Allyson Felix para quedarse con la medalla de oro en los 400 metros. La atleta de Bahamas lideraba la carrera y estaba siendo alcanzada por la estelar velocista estadounid­ense cuando hizo un clavado sobre la pista.

Su acto de coraje fue recompensa­do con la única medalla que obtuvo el pequeño país caribeño (al cierre de esta edición) en Río de Janeiro.

Sobre esa misma pista del estadio Olímpico, Abbey D’Agostino dejó una de las mejores postales de estos Juegos.

La estadounid­ense de 24 años vio cómo se evaporó su sueño olímpico cuando la neocelande­sa de origen británico Nikki Hamblin perdió el equilibrio delante suyo, cayó y la hizo tropezar en una prueba clasificat­oria de los 5.000 metros.

Lejos de enojarse con su rival o de levantarse rápido para tratar de recuperar el tiempo perdido, D’Agostino se dio vuelta, ayudó a Hamblin a ponerse nuevamente de pie y la animó para seguir corriendo.

De inmediato, D’Agostino sintió un fuerte dolor en su rodilla derecha, y esta vez fue el turno de Hamblin para ayudarla a seguir.

D’Agostino, con un dolor enorme pero con una fuerza de voluntad mayor, completó el recorrido. Frente a una gran ovación, llegó última a la meta y luego tuvo que ser retirada con ayuda en una silla de ruedas.

Los organizado­res de los Juegos, en una loable acción, decidieron que ambas atletas avanzaran a la final de esa especialid­ad a disputarse este viernes.

Hamblin tenía previsto correrla, pero D’Agostino no pudo recuperars­e de la caída. Sufrió una lesión de ligamentos que la obligó a retirarse definitiva­mente de la competenci­a.

Pero su experienci­a en Río, aseguró, no sólo iba a ser enriqueced­ora por su actuación en la pista. Tenía razón.

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David J. Phillip / AP Abbey D’Agostino (der.) y Nikki Hamblin se abrazan en el estadio Olímpico de Río.
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