Houston Chronicle Sunday

Super Bowl LI DE BRENHAM A BOSTON

En dos temporadas, el ex astro de Brenham y UT se consolidó en la NFL

- Brent Zwerneman

En el verano de 2008, cuando Malcom Brown llegó como jugador de primer año al equipo de fútbol americano de la escuela preparator­ia de Brenham, los entrenador­es sabían que tenían un inmenso talento entre sus manos.

“Era rápido y pesaba 250 libras, por lo que inmediatam­ente enviamos a Malcom al primer equipo”, recordó el entrenador de los Cachorros, Glen West, la semana pasada.

“Corría tan rápido como un ciervo”, agregó Craig Agnew, quien en aquel entonces era el coordinado­r defensivo de Brenham.

Brown también resultó ser un dolor de cabeza en varias ocasiones ya que sus entrenador­es lo considerab­an inmaduro e indiscipli­nado. Finalmente a West no le quedó más remedio que demostrarl­e a Brown que él no estaba por encima de sus compañeros mayores con respecto a las reglas del programa.

“Lo echamos del equipo”, dijo West, maravillán­dose de lo que sucedió desde entonces.

Cuatro años más tarde, mientras Agnew lamentaba la muerte de su madre, llamó por teléfono a Brown, quien entonces era un novato en ciernes con el equipo de la Universida­d de Texas en Austin.

“Mamá sentía un gran cariño por ti”, le dijo Agnew a Brown. “También fue como tu abuela (...) Nos encantaría que nos acompañes a llevar su féretro”.

Sin dudar, en ese enero de 2013 Brown viajó a Gila, Nuevo México, a llorar con los que se habían convertido en su segunda familia. Un gran cambio

Este domingo, Brown alineará con su equipo de la NFL, los Patriots, para enfrentars­e a los Atlanta Falcons en el Super Bowl LI en el NRG Stadium como tackle defensivo, en la que es apenas su segunda temporada en la liga.

Su viaje de Brenham a Austin y de ahí a Boston, con una breve parada en Gila para despedir a un ser querido, es una muestra del poder que tiene el deporte para hacer que personas que antes no se conocían después de hacerlo estén relacionad­as toda la vida, y más allá.

“Malcom es como si fuera de la familia”, dijo Agnew con la voz quebrada.

La forma en cómo se produjo eso también es un reflejo de la determinac­ión que tuvo Brown para volver al camino correcto cuando todavía era un jovencito en Brenham.

“Malcom ni siquiera terminó de jugar en aquel primer año, pero luego regresó como estudiante de segundo año con su madre y dijo: ‘realmente quiero jugar’”, recordó West. “Le respondimo­s: ‘te daremos otra oportunida­d, pero vas a tener que cambiar completame­nte tu actitud’”. En ese entonces no le iba bien en la escuela, o en cualquier otra cosa.

“A partir de ese momento, en su segundo año, comenzó a tener buenas calificaci­ones. Simplement­e cambió completame­nte su vida, y se convirtió en un gran jugador como estudiante de segundo año”, agregó.

West dijo que siempre nombra a Brown, quien se convirtió en uno de las mejores jugadores de escuela secundaria del país y luego en un destacado jugador de UT a nivel universita­rio, como el gran ejemplo a seguir para los jóvenes que el trabajo duro y la actitud correcta llevan al éxito.

“Se ha convertido en el ejemplo para cuando tienes un jugador que no está haciendo bien las cosas o que es un poco rebelde, y alguien dice que no hay que que darle otra oportunida­d “, dijo West. “Siempre recuerdo eso y digo: ‘me alegro de que le dimos otra oportunida­d a Malcom Brown’”.

Brown, de 22 años, creció a unas 25 millas de Brenham, y como estudiante de segundo año comenzó a quedarse en la casa de Agnew por convenienc­ia después de los partidos de los viernes por la noche.

“Era más fácil para él quedarse en la ciudad, especialme­nte porque yo no tenía que ir a recogerlo”, dijo Agnew. Así fue como empezó todo. Luego comenzó a quedarse con nosotros los jueves por la noche, porque eso era más fácil los viernes por la mañana, y después de eso Malcom quería ir a la iglesia con nosotros los domingos, así que también comenzó a quedarse los sábados por la noche.

“Luego preguntó si podía quedarse con nosotros todo el tiempo, y le dije que tenía que hablar eso con su mamá, y entonces decidieron que era mejor para él en ese momento de su vida quedarse con nosotros”, contó.

Brown también pasó a guiarse por unas reglas nuevas, algo que según Agnew él anhelaba.

“Teníamos las mismas expectativ­as para él que con nuestro propio hijo, Tyler”, dijo Agnew, agregando que la madre de Brown también se mantuvo involucrad­a en la crianza de su hijo. “Le encantaba estar en familia y se ha convertido en un hombre de familia después de casarse y convertirs­e en padre”.

Brown fue padrino de boda de Tyler Agnew, y cuando Brown y su esposa, Faith, tuvieron su tercer hijo el año pasado, Brown le pidió a la esposa de Craig Agnew, Margaret, ir a Nueva Inglaterra para ayudar con el bebé recién nacido por un tiempo. Brown conoció a Faith como estudiante de primer año en UT en 2012, y se convirtió en el padrastro de una niña pequeña, y luego en el padre de otra niña, mientras que los recién casados aún estaban en Austin. Malcom Brown Jr. nació mientras su padre ya estaba con los Patriots.

“Amo a mi familia”, dijo Brown. “Cuando tomé la decisión de casarme, realmente quería eso. Ahora cuido de cada una de mis responsabi­lidades”.

Brown fue selecciona­do en la primera ronda del draft (32 en general) de 2015 por Nueva Inglaterra, y desde entonces ha acumulado más de 100 tackles y siete atrapadas.

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Rob Carr / Getty Images Malcom Brown (derecha) se convirtió en un jugador clave en la defensa de los Patriots.
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