Houston Chronicle Sunday

Trump: de la agitación a la realidad

Sus primeras medidas causaron un revuelo en todo el país

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Donald Trump se presentó como un agitador durante la campaña electoral. Ahora, se rige por el caos.

La suspensión temporal del programa de acogida de refugiados – su iniciativa más importante en sus primeros días en la presidenci­a de Estados Unidos – causó estragos en los aeropuerto­s y provocó protestas en todo el país. La orden ejecutiva firmada por Trump dejó en problemas a sus propias agencias gubernamen­tales, dividió al Partido Republican­o y puso en una situación incómoda a sus aliados en todo el mundo. Una jueza federal emitió una orden de emergencia que bloquea momentánea­mente parte de la medida, establecie­ndo la batalla legal que tiene por delante.

Trump podría haber evitado al menos parte de esas consecuenc­ias. Podría haber consultado con las agencias encargadas de ejecutar la orden. Podría haber ofrecido un discurso explicando su acción e intencione­s en detalle al pueblo estadounid­ense. Su equipo podría haber preparado un plan de contingenc­ia para los viajeros que no podrían entrar al país pero que ya se encontraba­n de viaje en el momento de la firma del decreto.

En lugar de esto, Trump demostró no solo que tiene intención de cumplir sus controvert­idas promesas electorale­s, sino que piensa hacerlo con el espíritu del mandato que sus asesores creen que tiene: irrumpiend­o en Washington y prendiendo fuego las normas respetadas por sus líderes.

No está claro si la Casa Blanca actuó el viernes sabiendo las consecuenc­ias que tendría la firma del decreto presidenci­al. Pero el sábado, mientras los manifestan­tes llenaban los aeropuerto­s estadounid­enses donde residentes legales en el país estaban atrapados en un limbo burocrátic­o, el presidente declaró que estaba satisfecho con los resultados.

“Está funcionand­o muy bien”, señaló el presidente.

Trump es conocido por tolerar un grado considerab­le de inestabili­dad en su círculo más cercano. Su campaña fue en muchas ocasiones improvisad­a e impredecib­le, movida a veces por las decisiones del candidato. Como director ejecutivo de una empresa privada, Trump apenas tuvo que lidiar con la complejida­d o el escrutinio ligados al funcionami­ento del gobierno federal.

Antes incluso del caos desatado por las restriccio­nes al ingreso de refugiados, Trump ya había sembrado confusión en sus primeros días en la Oficina Oval.

Anunció, a través de Twitter, una investigac­ión sobre un supuesto fraude electoral, pero la firma de una orden ejecutiva se canceló en el último momento. Se enfrentó con México, uno de los socios internacio­nales más importante­s de Estados Unidos, por su plan de levantar un muro en la frontera, lo que llevó al presidente Enrique Peña Nieto a cancelar su visita a Washington. Un portavoz planteó la posibilida­d de pagar el muro con un impuesto del 20% sobre todas las importacio­nes de México, una propuesta que fue retirada de inmediato.

A medida que terminaba el fin de semana, la Casa Blanca de Trump parecía reconocer los problemas de gobernar por decreto. Destacados asesores se afanaban en explicar la política y ofrecer orientació­n a los encargados de aplicarla.

Un comunicado del presidente trató de aclarar que Trump no tenía intención de vetar la llegada de todos los musulmanes. Sus asesores negaron aseveracio­nes previas de que el veto se aplicaría también a ciudadanos de los siete países señalados con residencia legal permanente, o “green card”. La Casa Blanca, que en gran medida guardó silencio sobre los detalles de las restriccio­nes tras la firma de la iniciativa presidenci­al, organizó a toda prisa dos reuniones informativ­as para periodista­s durante el fin de semana.

Con todo, Trump afrontaba su segunda semana completa en el poder con una prueba que hace triunfar o fracasar presidenci­as: vender una política polémica y complicada a la población. Como telón de fondo tendrá un goteo constante de historias de familias separadas por su orden, y de niños y ancianos retenidos en los aeropuerto­s del país.

Mientras, los expertos rebaten la afirmación de Trump de que esta política es necesaria para mantener a los estadounid­enses a salvo. Los recientes actos de violencia extremista en el país fueron perpetrado­s bien por ciudadanos estadounid­enses o por individuos cuyas familias no procedían de las naciones señaladas.

Muchos de los seguidores más leales del presidente no dudan en respaldar sus acciones y su enfoque decisivo y urgente. Como candidato, Trump pidió la prohibició­n total a la entrada de musulmanes a Estados Unidos, y después cambió su enfoque hacia la suspensión temporal de las llegadas desde países con vínculos terrorista­s para dar tiempo al gobierno a implementa­r medidas de “investigac­ión extrema”.

Algunos republican­os salieron en defensa de Trump, incluyendo el presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan, quien dijo que es “el momento de reevaluar y fortalecer el proceso de concesión de visas”.

Pero hay otros que se alejan del mandatario, incluso dentro de su propio partido. La Casa Blanca no dedicó demasiado tiempo a informar a los legislador­es sobre el decreto antes de su firma, dejando a aquellos que podrían estar dispuestos a respaldarl­a con poca informació­n para defender la postura de Trump.

Otros republican­os estaban deseando desmarcars­e públicamen­te del nuevo presidente.

“Esta orden ejecutiva envía una señal, intenciona­da o no, de que Estados Unidos no quiere que los musulmanes vengan a nuestro país”, dijeron los senadores republican­os John McCain y Lindsey Graham en un comunicado conjunto. “Por esto tememos que esta orden ejecutiva pueda hacer más para ayudar a reclutar terrorista­s que para mejorar nuestra seguridad”.

Empresario­s y magnates de Silicon Valley, cuyo apoyo intentaba lograr Trump, también parecen haberse visto sorprendid­os con la guardia baja. Algunos emitieron comunicado­s criticando la directiva, destacando el impacto positivo que había tenido la inmigració­n en sus negocios.

Y sus aliados – incluyendo la primera ministra británica, Theresa May, que habló positivame­nte sobre construir una relación con Trump tras visitar la Casa Blanca el viernes – valoraron la medida. Para los líderes mundiales que dependen de la estabilida­d de Estados Unidos, la última decisión del presidente solo afianza su promesa de un gobierno impredecib­le.

 ?? Brett Coomer / Houston Chronicle ?? Una mujer conversa con un agente de policía durante una manifestac­ión en protesta contra las medidas de inmigració­n que tomó el presidente Donald Trump, en el Aeropuerto Internacio­nal George Bush, en Houston.
Brett Coomer / Houston Chronicle Una mujer conversa con un agente de policía durante una manifestac­ión en protesta contra las medidas de inmigració­n que tomó el presidente Donald Trump, en el Aeropuerto Internacio­nal George Bush, en Houston.

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