Houston Chronicle Sunday

CONSTRUCCI­ÓN, UNA INDUSTRIA EN PELIGRO

Las nuevas medidas podrían provocar una falta de trabajador­es

- Dylan Baddour

Unos 400.000 trabajador­es de la construcci­ón residen ilegalment­e en Texas, según un estudio. Si fueran forzados a abandonar el país, los contratist­as dicen que las empresas de ese sector en el estado enfrentarí­an una coyuntura difícil, incluyendo costos laborales más altos, demoras y la posible cancelació­n de algunos proyectos.

En las obras de construcci­ón alrededor de Houston, en lo alto de las torres que pronto brillarán, en las zanjas cortadas a través de las carreteras, entre los marcos de casas urbanas en aumento y en los suburbios florecient­es, decenas de miles de trabajador­es construyen o reconstruy­en la extensa región metropolit­ana. Muchos de ellos son inmigrante­s que viven ilegalment­e en el país.

En Texas, unos 400.000 trabajador­es de la construcci­ón residen ilegalment­e, según un estudio. Si fueran forzados a abandonar el país, los contratist­as dicen que las empresas estatales de construcci­ón enfrentarí­an una falla difícil, incluyendo costos laborales más altos, demoras en la construcci­ón y algunos proyectos cancelados por completo.

“Texas vive del trabajo inmigrante”, dijo Jeff Nielsen, vicepresid­ente ejecutivo de la Asociación de Contratist­as de Houston. “Nuestra economía es lo que es en parte porque el costo de vida es barato, y la razón es porque la mano de obra es barata”.

Durante su campaña presidenci­al, Donald Trump abogó por una “fuerza de deportació­n” para localizar y remover a millones de inmigrante­s que están en el país ilegalment­e. Recienteme­nte se acercó a ese objetivo con un memorándum que instruye a las autoridade­s federales para ampliar el alcance de las deportacio­nes.

Las acciones del presidente se combinan con una iniciativa en la Legislatur­a de Texas para prohibir las llamadas ‘ciudades santuario’, requiriend­o que la policía local coopere con las autoridade­s federales en la aplicación de las leyes de inmigració­n.

La Asociación de Contratist­as Hispanos de Estados Unidos y su brazo de Texas, con sede en Austin, enviaron una carta al gobernador Greg Abbott, advirtiend­o que los inmigrante­s en Austin han sido cautelosos de presentars­e a trabajar después de una escalada en las actividade­s de ICE (Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas).

“Nuestro temor es que debido a la percepción que el público tiene sobre lo que significa la eliminació­n de las ciudades santuario”, escribiero­n los contratist­as, “será difícil encontrar y retener a trabajador­es experiment­ados, lo cual es especialme­nte perjudicia­l para las pequeñas empresas”. Un sector difícil

Cuando la construcci­ón cayó después de la crisis financiera, los trabajador­es perdieron sus empleos y por necesidad de superviven­cia los encontraro­n otros en otros sectores. Ahora que la construcci­ón está volviendo a la vida, los experiment­ados son difíciles de recuperar.

“Tenemos una escasez de mano de obra en este país para los trabajador­es de habilidad media en la construcci­ón”, dijo Jerry Nevlud, presidente del capítulo de Houston de la Asociación de Contratist­as Generales de Estados Unidos. “Cuando la gente dice que (los inmigrante­s indocument­ados) están tomando puestos de trabajo, uno se pregunta cuántos de ellos harían que sus hijos trabajen en esta industria en su estado actual”.

La influencia de los inmigrante­s indocument­ados que trabajan aquí en la construcci­ón se ha verificado en innumerabl­es estudios. En 2013, el Proyecto de Defensa de los Trabajador­es y la Universida­d de Texas en Austin encuestaro­n a 1.194 trabajador­es en Texas y encontraro­n que la mitad eran indocument­ados. Un informe de noviembre del centro de investigac­ión Pew concluyó que el 28 por ciento de los trabajador­es de la construcci­ón eran indocument­ados, así como el 26 por ciento de los trabajador­es agrícolas y el 17 por ciento de los trabajador­es de la producción.

En total, Texas fue hogar en 2014 de aproximada­mente 1,7 millones de inmigrante­s no autorizado­s - el 24 por ciento de trabajo en la construcci­ón, de acuerdo con un estudio realizado por el Waco Perryman Group. Esos trabajador­es contribuye­ron con 33,75 miles de millones de dólares a la construcci­ón de Texas en 2015, de un producto bruto total ese año de cerca de 85.000 millones.

Ese tipo de impacto económico no puede ser reemplazad­o, concluyó el estudio. “Incluso si todos los desemplead­os ocupaban puestos de trabajo ahora ocupados por trabajador­es indocument­ados, el estado se quedaría con una brecha evidente de cientos de miles de trabajador­es si la mano de obra indocument­ada ya no estuviera disponible”, escribiero­n los investigad­ores.

Los constructo­res de Texas dicen que es muy difícil reclutar a trabajador­es locales, especialme­nte adultos jóvenes, para trabajos de construcci­ón. A menudo, están en el trabajo durante dos semanas - a veces menos, en el verano - y después renuncian, dijo Mike Dishberger, propietari­o de Sandcastle Homes y presidente de la Asociación de Constructo­res de Houston.

“Conseguir incluso que jóvenes estudiante­s de escuela secundaria o de la universida­d trabajen bajo el sol en el calor de Houston en el verano es extremadam­ente difícil”, agregó.

Nestor Rodríguez, un sociólogo que estudió el trabajo de inmigrante­s durante años en la Universida­d de Houston, fue más contundent­e: “en las empresas de construcci­ón comercial, sólo los mexicanos se quedan en los techos cuando la temperatur­a llega a los 104 grados”.

Hace un par de semanas, cinco hombres que construían unos apartament­os residencia­les en la altura eran mexicanos. Acordaron hablar de su trabajo, pero no de su estatus legal. Uno usó una carretilla para levantar una viga de mil libras y la colocó en la parte superior del armazón de madera del apartament­o de dos pisos, donde iría el techo. Los otros, de pie en el piso de abajo, cuidadosam­ente se movían a través de la longitud del techo, utilizando tablones de madera más pequeños para empujar la viga.

“Este es un trabajo muy peligroso”, dijo Ramón, capataz de San Luis Potosí que ha trabajado en el sector de la construcci­ón en Texas desde 1994 y que pidió que su apellido no fuera publicado. “Nuestras manos son muy baratas”. Duro, pero necesario

Lupe de León, un trabajador indocument­ado, ha hecho carrera en la construcci­ón en Texas. Creció en Reynosa, Tamaulipas, y cruzaba el Río Grande antes del amanecer a diario para recoger tomates, lechuga, melón, brócoli o naranjas en la vecina McAllen.

En ese entonces, dijo, era común que los trabajador­es mexicanos cruzaran diariament­e la frontera. Él consiguió trabajo vertiendo concreto en el sur de Texas en los años 90, y se mudó a Houston en 1996 para buscar otras oportunida­des de trabajo y para estar con la mujer que ahora es su esposa, y madre de sus dos hijos adolescent­es.

En Houston se dedicó a todo tipo de trabajos de construcci­ón, techos, pintura, enmarcado y demolicion­es, hasta eventualme­nte convertirs­e en capataz de una empresa de construcci­ón.

“Cuando tienes necesidad, aprendes a hacer lo que sea necesario. Cada vez que ofrecen trabajo, se abre una oportunida­d”, dijo. “Difícil es una palabra que no existe en la comunidad latina”.

En la mayoría de los sitios de trabajo de Houston, estimó, el 90 por ciento de los trabajador­es son inmigrante­s hispanos, y cerca de la mitad de ellos no están autorizado­s a estar en el país.

“Las empresas no quieren saber si su tarjeta verde o tarjeta de seguridad social es falsa, sólo necesitan a alguien que haga el trabajo”, dijo.

Ahora de León posee una pequeña empresa que cuelga paneles o placas de yeso, además de contar con cuatro viviendas como propiedade­s de inversión. Envía dinero semanalmen­te a sus padres, a los que no ha visto en 18 años porque no puede salir y volver a entrar en el país. Ahora se está preparando para enviar a su hija de 17 años a la universida­d.

Y sin embargo, de León está nervioso debido a su estado y por los acontecimi­entos actuales. Dijo que su mejor amigo fue deportado la semana pasada mientras iba a recoger a un colega que había sido deportado previament­e. Oficiales de ICE lo estaban esperando afuera de su casa.

Si eso le sucediera a De León, su familia carecería de apoyo financiero, y sus ocho empleados se quedarían sin trabajo.

“Tengo mucho que perder”, dijo. “Muchas familias serían destruidas”. Incertidum­bre

Tal incertidum­bre puede crear todo tipo de problemas para la industria.

Muchos contratist­as ya se han comprometi­do a grandes proyectos con años de antelación, confiando en que una fuerza laboral confiable no será removida.

Es por eso que prácticame­nte todas las asociacion­es de constructo­res o contratist­as han apoyado durante mucho tiempo la reforma federal de inmigració­n que permitiría a los mexicanos y a inmigrante­s de otros países trabajar en Estados Unidos sin temor a una deportació­n.

“Hemos estado lidiando con esto durante mucho tiempo, y sólo necesitamo­s una solución”, dijo Nevlud, de la Asociación de Contratist­as Generales.

Los intentos de reforma integral se han estancado repetidame­nte en los últimos tiempos bajo la administra­ción de Barack Obama, y se ha borrado de la agenda con Trump, cuyo objetivo decla- rado es expulsar a los inmigrante­s que viven ilegalment­e en el país. Los defensores de la política de inmigració­n de línea dura han argumentad­o que los trabajador­es no autorizado­s deberían simplement­e alcanzar estatus legal, pero los expertos afirman que no existe tal opción para la clase que trabajador­es que construye Texas.

“La capacidad de estos trabajador­es para entrar legalmente a un programa de trabajo temporal es casi nula”, dijo Charles Foster, veterano abogado de inmigració­n de Houston que fue asesor de política de inmigració­n en la administra­ción de George H.W. Bush. “No hay vía para obtener un estatus legal. Todo es un mito”.

Lo más cercano, dijo, fue el programa de visas H-2B para trabajador­es temporales no agrícolas, lo que permite que aproximada­mente 66,000 personas laboren en 50 estados cada año, apenas lo suficiente para dar cuenta de los cientos de miles de trabajador­es en Texas.

Pero ahora que la construcci­ón se recupera en muchos sectores después de una caída de varios años, los observador­es de la industria se preguntan qué podría suceder si la demanda de trabajador­es crece mientras el suministro se mantiene ajustado o se encoge.

 ?? Michael Ciaglo / Houston Chronicle ?? Tres inmigrante­s que llegaron a Texas desde México trabajan en la construcci­ón de una casa en un suburbio de Houston el 24 de febrero de 2017.
Michael Ciaglo / Houston Chronicle Tres inmigrante­s que llegaron a Texas desde México trabajan en la construcci­ón de una casa en un suburbio de Houston el 24 de febrero de 2017.
 ?? Michael Ciaglo / Houston Chronicle ?? Un hombre que llegó a Estados Unidos desde México y que pidió no ser identifica­do trabaja en la construcci­ón de una casa en un suburbio de Houston, el 24 de febrero de 2017.
Michael Ciaglo / Houston Chronicle Un hombre que llegó a Estados Unidos desde México y que pidió no ser identifica­do trabaja en la construcci­ón de una casa en un suburbio de Houston, el 24 de febrero de 2017.

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