Houston Chronicle Sunday

CON UNA LUZ DE ESPERANZA

Juan Rodríguez recibió un permiso para extender su estadía

- Olivia P. Tallet olivia.tallet@chron.com twitter.com/oliviaptal­let

Juan Rodríguez recibió un permiso de 60 días para seguir en el país junto a su familia y así tratar de presentar su caso de asilo y evitar una deportació­n a El Salvador.

Después de una llamada que llegó el viernes de la semana pasada, David Medina y Juan Vásquez corrieron desde su oficina de abogados en el centro de la ciudad a un juzgado federal en Houston.

Se les había concedido una audiencia de emergencia, una oportunida­d para discutir por qué Juan Rodríguez no debía ser deportado como estaba planeado el 29 de junio.

Medina, Vásquez y David Calvillo, socios de la firma Chamberlai­n Hrdlicka, habían presentado previament­e una demanda contra el gobierno, defendiend­o los derechos de la familia bajo la Ley de Restauraci­ón de Libertad Religiosa. Necesitaba­n tiempo para que el proceso se desarrolla­ra y querían una suspensión de la deportació­n, para que la familia pudiera permanecer junta mientras tanto.

Así que se reunieron, junto con un abogado del gobierno, en el juzgado de la jueza de distrito Lee H. Rosenthal, pero no tuvieron que presentar su caso.

Rick Bennett, asistente del abogado que representa al Departamen­to de Inmigració­n y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), hizo una moción para desestimar la demanda.

Cinco meses después de que ICE le avisara a Juan que iba a ser deportado la semana pasada, Bennett ahora explicó que el gobierno le permitiría permanecer en el país por otros 60 días, para poder continuar con su solicitud de asilo.

Tranquilam­ente, Rosenthal pasó revista a páginas de documentos legales. La jueza se detuvo ocasionalm­ente para hacer preguntas, hablando en voz baja con los abogados, preguntánd­ose si todavía había algún punto en la audiencia, ya que la extensión logró lo que la familia estaba pidiendo.

Rosenthal dijo que había dos opciones. Una dijo mientras miraba hacia Medina, era desestimar el caso con prejuicio. Una mejor opción, pensó, es despacharl­o sin prejuicio, lo que significa que él puede volver a presentarl­o en otro momento, de ser necesario.

Luego se volvió hacia Bennett y le pidió que ICE “sea flexible” y extienda el período si es necesario. Los tribunales de inmigració­n suelen estar sobrecarga­dos, dijo, y dos meses puede que no sea suficiente tiempo para que Juan sea escuchado.

El abogado asintió ligerament­e.

“El caso es desestimad­o”, dijo. “Espero que puedan trabajar juntos”.

Medina salió de la sala de audiencia exaltado y susurró a su compañero: “esta es una gran victoria para la familia”.

“Tenemos que ir a decirles”, dijo mientras ambos caminaban hacia el ascensor. “Y tenemos que recoger una sandía”.

Esa fruta tiene un significad­o especial para cada uno de esos abogados ya que sus padres se las llevaban a casa en los calurosos veranos de Texas. Ya compartier­on un melón con los Rodríguez la primera vez que se encontraro­n, a principios del mes pasado, cuando se ofrecieron a representa­rlos después de leer en el Houston Chronicle un artículo sobre la deportació­n pendiente de Juan.

No había nadie en la casa de los Rodríguez en el sureste de Houston cuando llegaron los abogados.

Minutos más tarde, cuando la esposa de Juan, Celia, y las tres hijas de ambos -Karen, Rebecca y Kimberly- llegaron en la camioneta de la familia, los abogados les explicaron lo que había sucedido. En la entrada, compartier­on abrazos. Las niñas se rieron y saltaron de alegría, y Kimberly, de sólo 10 años, chocó las manos con Medina, ex integrante de la Corte Suprema de Texas.

Pero decidieron no llamar a Juan, quien seguía trabajando, arreglando un coche en la casa de un cliente. Querían sorprender­lo con la noticia.

Cuando regresó a casa y caminó por la puerta de la cocina, se mostró sombrío al ver a los abogados. No los esperaba. Algo debió haber ocurrido, pensó.

Sus hijas rompieron la tensión.

“¡Papi, finalmente has llegado!”, le dijeron.

Después de compartir la noticia, Medina pidió orar. Llamó a Calvillo, que estaba volviendo del Valle del Río Grande. Calvillo es el que más fluido habla el español entre los abogados, y dirigió las devociones por altavoz. Juan casi no habla inglés.

Agradecier­on al juez Rosenthal. Agradecier­on “al Señor por abrir los corazones de los oficiales de ICE” que concediero­n la extensión. Y le pidieron a Dios que ayudara a otras familias como la suya.

Pero los abogados también compartier­on algunas malas noticias, porque el indulto llegó con una condición.

Tres días después, temprano en la mañana del lunes siguiente, Juan tuvo que volver a presentars­e en las oficinas de ICE en Houston.

Raed González, el abogado de inmigració­n que representa a él pero no a su familia, dijo a periodista­s que seguía con temor. Quería garantías directamen­te de ICE que Juan podría quedarse. La semana anterior, González había presentado una solicitud en un tribunal de inmigració­n para reabrir el caso de asilo de Juan.

Juan llegó al país hace unos 15 años, desesperad­o por volver a estar junto a Celia y la hija mayor de ambos, Karen. Celia había sido patrocinad­a por sus padres, que son ciudadanos estadounid­enses, pero Juan le pagó a un ‘coyote’ siete mil dólares para llegar desde El Salvador. Fue atrapado mientras se dirigía a Texas desde California. Intentó - sin éxito ganar un estatus protegido temporal. Su solicitud de asilo fue denegada hace más de una década, pero González alegó que Juan no tenía entonces una representa­ción legal fuerte.

Durante más de una década, a través de los gobiernos de Bush y Obama, Juan recibió permisos temporales ya que crió a su familia, pagó impuestos y evitó problemas legales. Podría quedarse en el país siempre y cuando se registrase con ICE, y lo hizo un total de 26 veces. Pero en febrero, funcionari­os de ICE le dijeron que bajo la administra­ción de Trump, él ya no era una prioridad.

El gobierno tiene ahora hasta el 10 de julio para aceptar u oponerse a la solicitud de reabrir su caso de asilo. Un juez decidirá si procede o no.

El Salvador ya era un país violento cuando Juan se fue, dijo González, pero hoy está peor.

Si Juan es deportado, su esposa e hijas se irían con él, dijo, porque son cristianos adventista­s que creen que la familia debe permanecer junta. Ésa es también la esencia del acto de la Ley de Restauraci­ón de la Libertad Religiosa interpuest­o por Medina y sus colegas en la corte federal: deportar al padre significa deportar a toda la familia.

En El Salvador, la familia sería saqueada, dijo González.

“Él y sus hijas, precisamen­te por ser estadounid­enses, serían atacados por pandillas que tratarán de extorsiona­rlos”, dijo.

En la reunión con ICE, Juan se destacó de las otras 69 personas que esperaban citas. Llegó con una delegación, que incluyó a sus abogados, Medina y Vásquez, y dos representa­ntes de congresist­as. Tras ser ampliament­e difundido, su caso ha captado atención nacional.

Funcionari­os de ICE confirmaro­n que Juan tendría los 60 días, y también cumplirían la petición de la jueza. Si fuera necesario, el plazo se prolongarí­a.

Pero Juan estaría sujeto a monitoreo, a usar una tobillera eléctrica como los acusados de crímenes.

Iván Sánchez y Rachael Rodríguez, representa­ntes de los congresist­as Sheila Jackson Lee y Al Green, dijeron que los legislador­es planean interceder en su nombre. Sánchez dijo que era una humillació­n innecesari­a para un hombre que ha demostrado colaborar con las autoridade­s.

“No te preocupes, papi”, dijo Karen, mientras sumergía su cara en el hombro de su padre. “Sabemos que no eres un criminal. Te amamos. Esto no cambia nada; tú eres el mismo de siempre para nosotras”.

El monitor, por un momento, desapareci­ó de la mente de Juan.

 ?? Marie D. De Jesús / Houston Chronicle ?? Juan Rodríguez (en el centro.) junto a su esposa Celia y las hijas de ambos Kimberly (izq.), Karen y Rebecca (der.), frente a la sede de ICE en Houston.
Marie D. De Jesús / Houston Chronicle Juan Rodríguez (en el centro.) junto a su esposa Celia y las hijas de ambos Kimberly (izq.), Karen y Rebecca (der.), frente a la sede de ICE en Houston.
 ?? Fotos de Marie D. De Jesús / Houston Chronicle ?? El abogado David Medina (der.) celebra con Kimberly Rodríguez las noticias sobre su padre Juan.
Fotos de Marie D. De Jesús / Houston Chronicle El abogado David Medina (der.) celebra con Kimberly Rodríguez las noticias sobre su padre Juan.
 ??  ?? Las hermanas Rebecca, Kimberly y Karen Rodríguez (desde la izq.) caminan de la mano delante de sus padres, Juan y Celia, frente a las oficinas de ICE en Houston.
Las hermanas Rebecca, Kimberly y Karen Rodríguez (desde la izq.) caminan de la mano delante de sus padres, Juan y Celia, frente a las oficinas de ICE en Houston.

Newspapers in English

Newspapers from United States