Houston Chronicle Sunday

En suburbios y zonas rurales

Junto a las zonas rurales, han han marcado la tendencia

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ANÁLISIS: nueve de las diez peores matanzas en escuelas tuvieron lugar en lugares con menos de 75.000 habitantes.

Si quiere saber dónde hay más probabilid­ades de que alguien empiece a disparar y matar gente al azar en una escuela, la respuesta es bastante obvia: en ciudades pequeñas y comunidade­s suburbanas.

La matanza de 10 personas en una escuela secundaria de Texas ocurrida la semana pasada se suma a una larga lista de episodios de este tipo en sitios como esos. De las diez peores matanzas en escuelas en la historia de Estados Unidos, nueve tuvieron lugar en localidade­s con menos de 75.000 habitantes y la gran mayoría en ciudades de menos de 50.000 residentes.

Se trata de comunidade­s que parecen idílicas: con bajas tasas de delincuenc­ia, buenas escuelas y un sentido de comunidad, en donde todos saben tu nombre. Son exactament­e esos atributos, según los expertos, los que hacen que comunidade­s rurales pequeñas y los suburbios resulten propicios para que se produzcan tiroteos en escuelas.

“Irónicamen­te, la gente de estas comunidade­s piensa que estas cosas no suceden allí. Y son el tipo de sitios donde se dan estos fenómenos”, declaró Peter Langman, psicólogo que ha estudiado las balaceras en las escuelas por años y que tiene un banco de datos sobre el uso de armas en las escuelas de Estados Unidos y el exterior. “La gente tiende a pensar que la violencia se asocia con las ciudades grandes, no con pequeñas localidade­s de Estados Unidos, pero este tipo de violencia está asociado con las ciudades pequeñas de Estados Unidos”.

Los expertos dicen que esto obedece a una serie de factores, incluido el fácil acceso a las armas y la tendencia de adolescent­es trastornad­os a imitar a otros. También incidirían las presiones vinculadas con la vida en comunidade­s pequeñas, donde a los adolescent­es conflictua­dos les resulta más difícil lidiar con sus problemas.

“En las comunidade­s pequeñas, todos se conocen y eso está bien, excepto cuando tu no quieres que la gente sepa lo que pasa contigo”, señaló James Alan Fox, profesor de la Universida­d del Nordeste que ha estado estudiando las balaceras en escuelas por años. “Si las cosas no te van bien, si hiciste algo malo, si alguien te hizo algo o si su novia te dejó, todo el mundo lo sabe. Es difícil escaparle a eso”.

“En las ciudades grandes, en cambio, nadie sabe tu nombre, y eso puede ser algo bueno”, acotó. “No tienes la sensación de que todos saben por lo que estás pasando. Las ciudades pequeñas tienen sus ventajas porque eres parte de una red y hay un sentido de comunidad, pero todo eso puede ser un arma de doble filo”.

Parkland, donde las autoridade­s dicen que un estudiante mató en febrero a 17 personas, había sido elegida hacía poco la ciudad más segura de la Florida. Newton, en Connecticu­t, donde 20 niños y seis adultos fueron asesinados en el 2012 en la Sandy Hook Elementary School, es una ciudad típica de New England, totalmente ajena a la criminalid­ad y los problemas de la vecina Bridgeport, una de las urbes más grandes del estado.

La tragedia de la Columbine High School (13 muertos en 1999) se produjo en un suburbio de Denver, la matanza de Virginia Tech (32 muertos en el 2007) en una ciudad universita­ria de 40.000 habitantes. La balacera de la semana pasada ocurrió en una ciudad de 13.000 residentes a 40 minutos al sudeste de Houston.

La prevalenci­a de matanzas de este tipo en ciudades pequeñas contrasta con la situación en las grandes urbes como Nueva York, Chicago y Los Ángeles, que tienen leyes más rigurosas relacionad­as con la venta de armas y pandillas que generan violencia callejera, pero rara vez registran matanzas en escuelas.

En los años 80 y 90 los distritos urbanos trataron de prevenir que la violencia de las pandillas y los traficante­s de drogas llegase a las escuelas y tomaron medidas como la instalació­n de detectores de metales en las entradas. Eso es lo que promueven los sectores a favor de la venta libre de armas.

Algunos expertos en la seguridad en las escuelas y en psicología, y quienes estudian el tema, dicen que armar a los maestros y modificar el diseño de las escuelas son soluciones simplistas que no van al meollo del asunto. Cuando los estudiante­s sospechan que alguien puede estar planeando un ataque o saben que un muchacho o muchacha está conflictua­da, son más reticentes a contárselo a alguien en las comunidade­s pequeñas, de acuerdo con Langman, director del portal SchoolShoo­ters.info. Todos se conocen entre sí, se visitan en sus casas y sus familias pueden tener negocios juntas.

“La mejor prevención es detectarlo­s temprano, antes de que se aparezcan en la escuela armados, en lugar de tratar de complicarl­es las cosas cuando ya ingresaron armados al edificio”, sostuvo.

Fox dijo que hay que analizar también la tendencia a copiar a otros y hasta qué punto eso puede determinar el tipo de lugares donde hay balaceras en escuelas.

“Todos son adolescent­es, varones, blancos, de ciudades pequeñas o localidade­s rurales, que se identifica­n con otros adolescent­es varones blancos de ciudades pequeñas y zonas rurales”, manifestó. “Ese no es el mundo en que viven los chicos negros del Bronx o de Chicago, que lidian con cuestiones muy diferentes”.

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David J. Phillip / Associated Press
 ?? Michael Ciaglo / Houston Chronicle ?? La estudiante Caitlyn Girouard (der.) se abraza con un amigo el día del tiroteo en Santa Fe High School.
Michael Ciaglo / Houston Chronicle La estudiante Caitlyn Girouard (der.) se abraza con un amigo el día del tiroteo en Santa Fe High School.

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