Houston Chronicle Sunday

Opinión: amor a primera vista

- GERMÁN FERNÁNDEZ-MOORES g f.moores@chron.com

TENIS: el romance entre Rafael Nadal y el Abierto de Francia parece extenderse indefinida­mente en el tiempo.

Luego de conquistar por duodécima vez el Abierto de Francia, el español español Rafael Nadal fue entrevista­do por su compatriot­a Alex Corretja, recordado como otro gran tenista en tierra batida o polvo de ladrillo, además de ser un enorme cultor del juego limpio.

Asombrado, o no tanto, el retirado zurdo catalán le preguntó al zurdo manacorí si de niño soñaba con sus hazañas en Roland Garros, y éste sorprendió con una respuesta que lo pinta de cuerpo y alma. Recordó que en lugar de pensar en algo tan lejano apenas soñaba con seguir mejorando en su próximo entrenamie­nto.

Sin dudas, para lograr todo lo que ha logrado, o mucho menos también, se necesita del talento que obviamente tiene, pero si algo diferencia a Nadal de otros grandes jugadores es que le ha sumado una enorme cuota de esfuerzo y dedicación. Y ahí está la clave.

Lesiones en las articulaci­ones, incluyendo a sus deteriorad­as rodillas, acusacione­s de dopaje, cambio de entrenador tras el alejamient­o de su tío Tony, su mentor, y la llegada del mallorquí Carlos Moyá más la presión que siempre impone en el ránking la presencia del suizo Roger Federer y del serbio Novak Djokovic, son algunos de los obstáculos que ha tenido que superar.

El domingo, en París, Nadal despejó algunas dudas, volvió a demostrar que está en plenitud para seguir peleando junto a Federer en la puja por ser el más ganador de la historia en torneos del Grand Slam (ya tiene 18 contra 20 del suizo) y otra vez demoró el empuje de la generación que espera el retiro de los tres grandes para tratar de crecer.

El austríaco Dominic Thiem, quien durante el torneo cobró notoriedad por un desplante de la estadounid­ense Serena Williams en la sala de conferenci­as, fue un digno finalista. Eliminó a Djokovic en las semis y llegó a arrebatarl­e un set a Nadal en la final, pero el español volvió a demostrar que sobre el polvo de ladrillo no hay nadie como él y se impuso por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1 para volver a retirarse ovacionado del estadio Philippe Chartier.

Con 33 años, ocho más que su rival del domingo, en la conquista de esos 12 títulos acumula la impresiona­nte marca de 93 victorias y sólo dos derrotas en Roland Garros, su casa.

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Clive Brunskill / Getty Images
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