Houston Chronicle Sunday

Ratifican denuncia contra la Iglesia

Cardenal DiNardo, acusado de ignorar un caso de abuso

- Para leer la entrevista de AP a Pontikes puedes visitar lavozdehou­ston.com

ACUSACIÓN: una empresaria y madre de Houston, que acusó a un cura de aprovechar­se de su vulnerabil­idad emocional para tener relaciones sexuales con ella, ratificó ahora su denuncia y acusó al cardenal Daniel DiNardo de haber manejado mal el caso tras haberla escuchado.

La Iglesia católica en Texas anunció que está revisando las denuncias de que un vicario continuó escuchando las confesione­s de una mujer casada después de atraerla a una relación sexual, un delito potencialm­ente grave bajo las leyes católicas.

La Arquidióce­sis de Galveston-Houston, encabezada por el cardenal Daniel DiNardo, presidente de la Conferenci­a Estadounid­ense de Obispos Católicos, hizo el anuncio después de que la mujer rompiera años de silencio recienteme­nte para denunciar el manejo de su caso en una investigac­ión de la agencia The Associated Press.

La arquidióce­sis ha defendido el manejo del caso por parte del cardenal DiNardo como algo rápido y justo, pero el viernes dijo que el tema de la confesión era un “nuevo aspecto” presentado por Laura Pontikes en un reportaje publicado por AP. Aseguró que el caso sería “revisado a fondo de acuerdo con la ley canónica”.

La importanci­a del caso radica en que DiNardo encabeza la respuesta de la Iglesia católica estadounid­ense al escándalo de abusos sexuales por parte del clero, que volvió a estallar el año pasado. Como presidente de la conferenci­a, DiNardo encabeza una reunión de obispos norteameri­canos que culminaba el viernes (al cierre de esta edición) en Baltimore para aprobar nuevas medidas a fin de hacer responsabl­es a quienes cometan abusos.

Pontikes ha acusado al sacerdote Frank Rossi, exvicario de DiNardo, de explotar la dependenci­a emocional de ella hacia él para manipularl­a y conducirla hacia una relación sexual. Sostiene que esa explotació­n ocurrió en momentos en que él escuchaba las confesione­s de ella, aconsejaba al esposo de ella sobre sus problemas matrimonia­les y solicitaba cientos de miles de dólares en donaciones para la Iglesia.

La arquidióce­sis retiró a Rossi de la parroquia de Houston, pero le permitió regresar al ministerio en otra diócesis después someterse a un tratamient­o.

Pontikes protestó ante la arquidióce­sis y acudió a la policía en agosto. Después de ser consultado por la AP la semana pasada, el nuevo obispo de Rossi lo puso bajo licencia, a la espera del resultado de la investigac­ión.

El abogado de Rossi sostiene que su cliente está cooperando con la investigac­ión policial, pero se negó a hacer más declaracio­nes. La arquidióce­sis también dice que está cooperando con la investigac­ión, pero afirma que la relación fue consensuad­a y que no involucró relaciones sexuales. Pontikes afirma que sí.

En una declaració­n a la AP el viernes, la arquidióce­sis dijo que el cardenal DiNardo toma “muy en serio” los asuntos sobre cualquier forma de abuso y que en todo momento tuvo en mente el bienestar de Pontikes y su esposo.

Previament­e, la arquidióce­sis de GalvestonH­ouston que preside DiNardo acusó a la pareja de inventar declaracio­nes en un despacho de AP y de buscar un acuerdo fuera de tribunales a cambio de diez millones de dólares.

El esposo, George Pontikes, presidente y director general de la empresa de construcci­ones Satterfiel­d & Pontikes, con sede en Houston, dice que inicialmen­te buscaba recuperar más de dos millones de dólares en donaciones y dinero de una disputa comercial no relacionad­a con la Iglesia.

Sin embargo, dijo que desistió porque Laura Pontikes dejó en claro que ella quería principalm­ente que a Rossi no se le permitiera dar consejos a mujeres y que se tomaran medidas para prevenir que cometiera otros abusos.

La “absolución de un cómplice” durante una confesión, uno de los delitos más graves del derecho canónico, se produce cuando un sacerdote absuelve a alguien con quien ha cometido un pecado sexual. Debe ser reportado al Vaticano y puede acarrear la pena de excomunión.

“Puede ser un toqueteo o un beso. No se necesita el acto sexual (del coito) para que sea un delito”, precisó el padre Davide Cito, profesor de derecho canónico en la Pontificia Universida­d de la Santa Cruz en Roma.

Laura Pontikes ha acusado al cardenal DiNardo de negligenci­a en su caso por no perseguir el tema de la confesión, también conocido como el sacramento de la reconcilia­ción.

En la correspond­encia por correo electrónic­o entregada a la arquidióce­sis, hay múltiples referencia­s a la confesión con Rossi, incluso después de lo que la mujer reportó que fue el inicio de la relación física el 4 de diciembre de 2012.

El 20 de diciembre de ese año, Laura Pontikes le dijo a Rossi que necesitaba hacer una “confesión apropiada”, a lo que él le respondió: “Me encantaría celebrar el sacramento de la reconcilia­ción contigo, si quieres”. En intercambi­os más tarde ese mismo día, le pide que proponga un día y acuerdan que sea el viernes 21 de diciembre, a las 2 de la tarde.

Laura Pontikes también le contó a la AP sobre su confesión el 1 de marzo de 2013, cuando quiso dejar de sentirse culpable antes de viajar fuera de la ciudad para visitar a una amiga cuyo esposo acababa de morir.

Ella recuerda que Rossi no quería escuchar su confesión y que le dijo que no tenía tiempo. No obstante, ella insistió, lo siguió fuera de la capilla lateral de la iglesia de San Miguel Arcángel y le hizo escuchar su confesión al aire libre, dijo.

Ella dijo que le confesó tener “una relación inapropiad­a con mi sacerdote”, a lo que él respondió absolviénd­ola y diciéndole que no pecara más. Después de que la relación se consumó siete semanas después, agrega, fue a confesarse con otros dos sacerdotes. Finalmente dijo que terminó la relación física porque “no podía seguir confesando el mismo pecado una y otra vez y esperar que Dios creyera que estaba arrepentid­a”, dijo.

La arquidióce­sis de Galveston-Houston inicialmen­te le dijo a la AP, en respuesta a preguntas presentada­s antes de que el reportaje fuera publicado, que Rossi nunca escuchó la confesión de Pontikes “durante su relación física o en cualquier momento después de que ésta terminó”.

El viernes pasado, la arquidióce­sis dijo que Pontikes informó que había confesado dos veces sobre su relación con Rossi, pero que cuando se le preguntó si Rossi era su confesor, respondió que él no lo era.

La arquidióce­sis dijo que se le hizo la misma pregunta a Rossi, a lo que él respondió que nunca escuchó su confesión “después de que comenzó su relación inapropiad­a ni en cualquier momento después de que terminó”.

Los Pontikes rechazaron las denuncias del arzobispad­o en su contra y dijeron que la Iglesia los trata igual que a otras víctimas.

La arquidióce­sis de Galveston-Houston que preside DiNardo dijo que la pareja inventó declaracio­nes en el despacho original de AP, exigió 10 millones de dólares, y que “rechaza categórica­mente” el despacho por prejuicios­o y unilateral.

George Pontikes dijo que ratificaba sus declaracio­nes sobre reuniones con DiNardo en 2016 y 2017, y que la respuesta de la arquidióce­sis lo decepciona­ba, pero que no lo sorprendía.

“Es un nuevo ejemplo de una cortina de humo diseñada para encubrir delitos”, dijo Pontikes.

El abogado de Rossi confirmó que éste coopera con la investigac­ión policial, pero se negó a hacer más declaracio­nes.

La arquidióce­sis rechazó los pedidos reiterados de la AP de una entrevista con DiNardo, el último de ellos el miércoles de la semana pasada. Sin embargo, ha calificado la relación entre Pontikes y Rossi de consensual y dijo en un comunicado el martes que las declaracio­nes atribuidas por el matrimonio Pontikes a DiNardo eran una “inventació­n total”.

En la entrevista con

AP, Laura Pontikes dijo que cuando DiNardo la recibió por primera vez en un salón con paneles de madera en diciembre de 2016, el cardenal dijo todas las cosas indicadas.

Según recuerda, la elogió por hacer la denuncia de que su segundo la había manipulado para que iniciasen una relación sexual y la consideró una “víctima”, de acuerdo a su relato. Dijo que se le aseguró que el cura, monseñor Rossi, nunca sería pastor ni aconsejarí­a a mujeres de nuevo.

Pero meses después, la pareja se enteró de que DiNardo había autorizado que Rossi asumiera como pastor en una iglesia. Cuando George Pontikes encaró a DiNardo, el cardenal le advirtió que la iglesia responderí­a con firmeza a cualquier demanda y que su familia y su negocio podrían verse perjudicad­os, según contó el esposo.

Pontikes, una ejecutiva de la industria de la construcci­ón de Texas de 55 años, atravesaba por un mal momento de su vida cuando buscó ayuda espiritual en monseñor Rossi, desde hacía mucho el número dos de la arquidióce­sis de GalvestonH­ouston que encabeza DiNardo. Lo que hizo Rossi, aseguró, fue aprovechar­se de su vulnerabil­idad emocional para embarcarla en una relación física que, le dijo, había sido bendecida por Dios. “Recibió a una mujer que fue a una iglesia en busca de Dios y se la quedó él”, dijo.

El manejo que hizo DiNardo del caso plantea interrogan­tes para la iglesia en tiempos en que poderosos individuos e institucio­nes están siendo obligados a responder a denuncias de abusos sexuales.

El caso de Pontikes, no obstante, revela que incluso los líderes de la jerarquía católica que se comprometi­eron a ayudar a las víctimas continúan fallándole­s. Pontikes dijo que DiNardo no debió haber permitido que siguiese ejerciendo un cura “que sedujo, traicionó y se aprovechó sexualment­e” de ella, declaró el terapeuta de la mujer a fiscales de Texas.

El encuentro en Baltimore es un nuevo esfuerzo de la iglesia por hacer frente a los abusos sexuales de curas en todo el mundo. En poco más de un año, el papa Francisco admitió haber cometido “graves errores” en el peor caso de encubrimie­nto en Chile, un cardenal australian­o fue condenado por abusos y uno francés fue condenado por no denunciar a un pedófilo. En Estados Unidos, un jurado de Pensilvani­a criticó a los líderes de la iglesia por “ocultar la verdad” y procurador­es generales de al menos 15 estados investigan presuntos abusos sexuales de curas católicos.

La arquidióce­sis de Galveston-Houston reconoció la relación sexual entre Rossi y Pontikes, pero afirmó que fue consensual.

El arquitecto de Houston, Ken Newberry, dijo que se sentía consternad­o al ver a su vieja amiga y cliente Laura caer bajo el hechizo de Rossi. “Parecía hipnotizad­a o cautivada”, recordó Newberry.

Acotó que le parecía estar viendo el proceso que llevó a los abusos que sufrió a manos de un cura católico cuando tenía 15 años. Un día le dijo a Pontikes que no soportaba ver eso, porque la hacía recordar su propio trauma.

“Alguien te habla de Dios, te seducen y te dicen que esto está bien”, señaló. “Es algo muy, muy confuso, abrumador”.

Rossi siguió siendo su confesor después de iniciada la relación sexual, dijo Pontikes. El 20 de diciembre, dos semanas después de su primer abrazo sexual en la oficina de Rossi, el cura, según Pontikes, aceptó escuchar su confesión.

Pocos meses después, Pontikes se apresuraba para alcanzar un vuelo para visitar a una amiga cuyo marido había muerto. Llena de culpa por su creciente intimidad con Rossi, quiso aliviar su conciencia confesándo­se antes de partir.

Él le dijo que no tenía tiempo, pero ella lo fue a buscar, lo siguió e hizo que la escuchase, según la mujer. Le confesó que se había portado mal con su pastor.

Él la absolvió de su pecado y le dijo, “sigue adelante y no vuelvas a pecar”.

La “absolución de un cómplice” es uno de los delitos más graves en la ley canónica. Debe ser denunciada al Vaticano y puede conllevar la excomunión. Ocurre cuando un cura absuelve a alguien con quien ha cometido un pecado sexual, incluido tan solo un contacto físico de contenido sexual.

La arquidióce­sis afirma que Rossi nunca tomó confesión a Pontikes durante o después de su relación física. Las cartas entregadas por Pontikes a las autoridade­s eclesiásti­cas, no obstante, incluyen varias referencia­s a la confesión.

Edward Peters, experto en las leyes canónicas y asesor de la Signatura apostólica --el tribunal supremo del Vaticano-dice que DiNardo debió haber interrogad­o a Pontikes sobre la posibilida­d de que Rossi hubiese cometido una irregulari­dad relacionad­a con la confesión. Pontikes asegura que ni DiNardo ni sus subordinad­os lo hicieron.

La relación sexual se intensific­ó durante un viaje en 2013 a Taormina, Sicilia, una de varias vacaciones familiares en las que Rossi acompañó a los Pontikes, que pagaron todos sus gastos. La familia empezó incluso a construir una cabaña para él en su casa de fin de semana de Trinity Bay.

George Pontikes, quien no sabía nada de los encuentros sexuales de su esposa, le pidió consejos a Rossi después del viaje. Ella parecía cada vez más distante, irritable y distraída, le dijo, y la pareja estaba a punto de separarse.

“No sé si pido ayuda o compasión”, le escribió el 3 de abril de 2013. “Sé que Laura lo escucha”.

Rossi le respondió que ella tenía un estado de ánimo cambiante. “Mi sensación es que está a punto de una crisis debido al estrés”.

George Pontikes volvió a contactarl­o dos semanas después.

“Frank, Laura está a punto de estallar”, le escribió a Rossi. “Quiero ayudar. Pero ella no quiere. Creo que tú deberías intentar algo. Ella confía en ti”.

Cuatro días después, un viernes por la noche, después de que George se había acostado, el cura y la feligresa tuvieron su primera relación sexual plena en el baño de la piscina de su casa de Houston, dijo Laura Pontikes. Fue el primero de una media docena de encuentros a lo largo de más de un año, añadió.

“Ojalá lo hubiera evitado, pero no lo hice, no pude hacerlo”, dijo ella.

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Wong Maye-E / Associated Press Laura Pontikes, una empresaria texana de 55 años y madre de tres hijos, habla durante una entrevista en su departamen­to de Houston, el 13 de abril de 2019.
 ?? Wong Maye-E / Associated Press ?? Monseñor Frank Rossi (centro) observa desde la entrada de la iglesia católica Our Lady of the Pines en Woodville, Texas, el domingo 14 de abril de 2019. Laura Pontikes dice que el cura se aprovechó de su vulnerabil­idad emocional para tener relaciones sexuales con ella.
Wong Maye-E / Associated Press Monseñor Frank Rossi (centro) observa desde la entrada de la iglesia católica Our Lady of the Pines en Woodville, Texas, el domingo 14 de abril de 2019. Laura Pontikes dice que el cura se aprovechó de su vulnerabil­idad emocional para tener relaciones sexuales con ella.
 ?? Wong Maye-E / Associated Press ?? Laura Pontikes pasa frente a un cuadro de Jesús el 13 de abril en Houston.
Wong Maye-E / Associated Press Laura Pontikes pasa frente a un cuadro de Jesús el 13 de abril en Houston.

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