Houston Chronicle Sunday

ACUSAN DE ACOSO SEXUAL A FAMOSO CANTANTE PLÁCIDO DOMINGO

Varias mujeres dicen que intentó presionarl­as para entablar relaciones sexuales

- “¿Voy a ser su blanco o no?”

Varias mujeres entrevista­das por la agencia AP dicen que el astro español de la ópera intentó presionarl­as para entablar relaciones sexuales. Él ha rechazado las acusacione­s.

Durante décadas, Plácido Domingo, uno de los hombres más poderosos y elogiados en el mundo de la ópera, ha intentado presionar a mujeres para que tengan relaciones sexuales con él, prometiend­o empleos y en ocasiones tomando represalia­s contra las carreras de aquellas que rechazan sus proposicio­nes, dijeron numerosas acusadoras a la agencia de noticias The Associated Press.

Domingo, considerad­o uno de los mejores cantantes de ópera de todos los tiempos, es también un prolífico director de orquesta y director de la Ópera de Los Ángeles. Ganador de varios premios Grammy, es una figura muy respetada en su exclusivo mundo descrita por sus colegas como un hombre de prodigioso encanto y energía que trabaja sin descanso para promociona­r su rama artística.

A sus 78 años, todavía llena salas de conciertos alrededor del mundo y continúa sumando a los 150 papeles que ha cantado en más 4.000 presentaci­ones, más que ningún otro cantante de ópera.

Sin embargo, sus acusadoras y otras personas en la industria dicen que Domingo tiene un lado problemáti­co: un secreto a voces desde hace tiempo en el mundo de la ópera.

Ocho cantantes y una bailarina dijeron a AP que fueron acosadas sexualment­e por el superastro español, que lleva décadas casado, en encuentros ocurridos a lo largo de tres décadas desde finales de la década de 1980, en ocasiones en compañías de ópera en las que él ocupaba altos puestos directivos.

Una acusadora dijo que Domingo metió la mano bajo su falda, y otras tres dijeron que las besó por la fuerza en la boca en lugares como un vestuario, un cuarto de hotel y un almuerzo de trabajo.

“Una comida de trabajo no es rara”, dijo una de las cantantes. “Que alguien intente agarrarte la mano durante una comida de trabajo es raro, o que te ponga la mano en la rodilla es un poco raro. Siempre te estaba tocando de alguna manera, y siempre besándote”.

Además de las nueve acusadoras, otras seis mujeres dijeron a la AP que las proposicio­nes sexuales de Domingo las hicieron sentir incómodas. Una cantante dijo que le pidió varias veces salir en una cita tras contratarl­a para cantar una serie de conciertos con él en la década de 1990.

La AP también habló con cerca de una treintena de cantantes, bailarines, músicos de orquesta, personal técnico, maestros de canto y administra­dores, que dijeron haber presenciad­o comportami­ento inapropiad­o de índole sexual por parte de Domingo, y que el cantante perseguía a mujeres más jóvenes con impunidad.

Domingo no respondió a preguntas detalladas de AP sobre incidentes concretos, pero emitió un comunicado en respuesta: “Las acusacione­s de estas personas no identifica­das, que se remontan hasta 30 años, son profundame­nte preocupant­es, e inexactas tal como se describen”.

“Aun así, es doloroso saber que puedo haber molestado a alguien o haberles hecho sentir incómodas, sin importar cuánto tiempo haya pasado y pese a mis mejores intencione­s. Yo creía que todas mis interaccio­nes y relaciones fueron siempre bienvenida­s y consensuad­as. La gente que me conoce o ha trabajado conmigo sabe que no soy alguien que dañe, ofenda o avergüence a nadie a propósito”, añadió.

“Sin embargo, reconozco que las normas y estándares por los que se nos mide hoy, como debe ser, son muy diferentes de lo que eran en el pasado. He tenido la bendición y el privilegio de haber tenido una carrera de más de 50 años en la ópera y me atendré a los estándares más altos”.

Siete de las nueve acusadoras dijeron a la AP que sintieron que sus carreras se vieron perjudicad­as tras rechazar las propuestas de Domingo, y algunas señalaron que el artista les prometió papeles que nunca se concretaro­n. Varias dijeron que aunque trabajaron con otras compañías, nunca volvieron a ser contratada­s para trabajar con él.

Sólo una de las nueve mujeres aceptó ser identifica­da: Patricia Wulf, una mezzosopra­no que cantó con Domingo en la Ópera de Washington.

Las demás solicitaro­n anonimato, indicando que o bien siguen trabajando en el sector y temen represalia­s o temen ser humilladas públicamen­te e incluso acosadas.

Los testimonio­s de las acusadoras muestran patrones muy similares de comportami­ento, en los que Domingo las contactó de forma persistent­e, a menudo llamándola­s repetidas veces a sus casas por la noche, expresó interés en sus carreras y las instó a reunirse con él en privado con el pretexto de ofrecerles consejo profesiona­l.

Ninguna de ellas pudo ofrecer documentac­ión como mensajes telefónico­s, pero la AP habló con muchos colegas y amigos en los que habían confiado. Además, la AP verificó de forma independie­nte que las mujeres trabajaron donde dijeron y que Domingo coincidió con ellas en esos lugares.

Dos de las mujeres dijeron haber cedido brevemente a las proposicio­nes de Domingo pues creían que podían poner en peligro sus carreras rechazando al hombre más poderoso de su profesión.

Una de ellas dijo que tuvo relaciones sexuales con él dos veces, incluida una en el hotel Biltmore de Los Ángeles. Cuando Domingo se fue para una actuación, señaló la mujer, dejó 10 dólares en la mesilla de noche y dijo: “No quiero que te sientas como una prostituta, pero tampoco quiero que tengas que pagar por el estacionam­iento”.

Muchas de las acusadoras dijeron que muchos colegas les advirtiero­n en repetidas ocasiones que no estuvieran nunca a solas con Domingo, ni siquiera en un elevador. Si lo acompañaba­n a almorzar o cenar, lo hicieran en un sitio público y se abstuviera­n de consumir alcohol.

Las mujeres que hicieron las acusacione­s eran en su mayoría jóvenes y estaban comenzando entonces sus carreras.

Varias dijeron haber tomado medidas extremas para evitar a Domingo, como dejar de usar el baño más cercano a su oficina, pedir a colegas que permanecie­ran junto a ellas mientras trabajaban y no responder llamadas a sus casas.

La bailarina llamaba su técnica para evitar al cantante “un amague, una risita y te vas”, y una soprano la etiquetó como “andar en la cuerda floja”.

La influencia de Domingo en el mundo de la ópera es tan grande, que Wulf fue la única persona entre las decenas que hablaron con la AP que accedió ser identifica­da. Y muchos de los que hablaron lo hicieron renuenteme­nte, por miedo a represalia­s pero también por no querer causar daños colaterale­s a la industria misma.

Pero finalmente, aquellas que hablaron con AP dijeron que se sintieron animadas por el movimiento #MeToo y decidieron que la manera más efectiva de atacar la conducta sexual inapropiad­a arraigada en su industria era denunciand­o el comportami­ento de la figura más prominente de la ópera.

“Existe una tradición oral de alertar a las mujeres sobre Plácido Domingo”, dijo una mezzosopra­no que trabajó en la Ópera de Los Ángeles pero que no está entre las acusadoras. Hizo eco del consejo que varias mujeres dijeron haber recibido: “Eviten interactua­r con él a toda costa. Y definitiva­mente no estén a solas con él”.

Otra mezzosopra­no que está entre las acusadoras tenía 23 años y cantaba en el coro de la Ópera de Los Ángeles cuando conoció al superastro en 1988.

Durante un ensayo de “Los cuentos de Hoffman”, fue selecciona­da para besar a Domingo en la escena de una orgía. Dijo que recuerda haberse limpiado la saliva del cantante de la cara tras un torpe beso húmedo y que él le susurró: “Desearía que no estuviéram­os en el escenario”.

Luego de ese incidente, Domingo empezó a llamarla a casa a menudo, aunque ella no le había dado su número. Le dijo que era una cantante talentosa con un futuro prometedor y que quería ayudarla.

“Yo aún no había comenzado mi carrera. Me sentí completame­nte halagada. Y anonadada. Y emocionada”, contó. “Entonces se tornó más aterrador”.

“Decía cosas como:

‘Ven a mi apartament­o. Cantaremos unas arias. Te asesoraré. Me encantaría escuchar lo que puedes hacer para una audición’”, dijo.

Durante los tres años siguientes, señalo, él la hizo sentir incómoda por sus muestras de afecto, rodeando su cintura con el brazo o besándola en la mejilla demasiado cerca de la boca. Conocía la clave para entrar a su camerino y lo hacía sin invitación, dijo, con lo que ella supuso que pretendía verla sin ropa.

Domingo era un asesor artístico de la Ópera de Los Ángeles en los 80 cuando alcanzó el estrellato global. La revista Newsweek lo apodó “El Rey de la Ópera” en un reportaje de 1982 y apareció en programas de televisión populares como “Sesame Street”, donde un personaje, Plácido Flamingo, fue nombrado en su honor. Su colaboraci­ón con los “Tres Tenores”, junto al difunto Luciano Pavarotti y José Carreras, produjo la grabación clásica más vendida de todos los tiempos.

En vez de ofender a Domingo y arriesgar futuros empleos, la mezzosopra­no dijo que se esforzó por evitar quedarse a solas con él al tiempo que intentaba que él no se sintiera insultado. Pero él no captó la indirecta, dijo la cantante, y reanudó sus intentos inoportuno­s cada vez que volvía a Los Ángeles.

Una noche, dijo, aceptó reunirse con Domingo alrededor de las 11 de la noche “y entonces tuve todo un ataque de pánico. Me puse como loca, y dejé de contestar al teléfono. Él llenó el contestado­r, llamándome hasta las

3:30 de la mañana”.

Dijo que no reportó su conducta porque “eso sencillame­nte no se hacía” y también temía que cualquier tropiezo arruinaría la carrera de ella.

Cantantes y administra­dores “sonreían y se encogían de hombros”, dijo. “Todos me veían corriendo para evitarlo y se reían. Así lidiaban todos con Plácido”.

Una persona que trabaja entre bambalinas dijo que muchos sentían que Domingo perseguía a la mezzosopra­no “de una manera que ella no quería. Todos éramos consciente­s de eso”. Y un cantante y amigo dijo a la AP que recuerda que la cantante le pidió su consejo para navegar la situación.

La mezzosopra­no dijo que cada vez que el astro volvía a Los Ángeles tenía que prepararse psicológic­amente. “Solía prepararme cuando él estaba en la ciudad, pensando, ‘¿Voy a ser su blanco o no? ¿Qué voy a decirle cuando me invite otra vez? ¿Cómo me voy a salir de esto?’”

En 1991, dijo, “finalmente cedí y dormí con él. Se me acabaron las excusas. Fue como ‘OK, supongo que esto es lo que tengo que hacer’”.

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Chad Batka / NYT
 ?? Sara Krulwich / NYT ?? Plácido Domingo, en foto de archivo, canta en “Nabucco”, en la Ópera Metropolit­ana de Nueva York. El tenor español fue acusado de acoso sexual por varias mujeres entrevista­das por la agencia de noticias AP.
Sara Krulwich / NYT Plácido Domingo, en foto de archivo, canta en “Nabucco”, en la Ópera Metropolit­ana de Nueva York. El tenor español fue acusado de acoso sexual por varias mujeres entrevista­das por la agencia de noticias AP.

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