Alejandra Guzmán, un torbellino en Houston
La artista dio varias sorpresas y un concierto memorable
Como una hoguera incandescente, la cantante mexicana de pop-rock Alejandra Guzmán iluminó la noche de Houston con su gran voz, creatividad musical y calidez con el público, durante su concierto del 14 de febrero en el Bayou Music Center.
En dos horas de vértigo, que incluyeron 24 canciones y arreglos nuevos a sus éxitos, la artista también ofreció una gran sorpresa con un invitado de lujo: el cantante y compositor colombiano de pop mestizo Fonseca, quien subió al escenario para interpretar el cumbión Yo no soy de nadie en una versión a dos voces que quedará para la historia de la música latina en la ciudad.
El concierto de Guzmán pudo haber sido perfecto, de no haber sido porque empezó con 90 minutos de retraso. A las 8:00 p.m., cuando debió comenzar, un público ansioso de más de 3,000 personas esperaba afuera del recinto mientras adentro los músicos de la cantante mexicana realizaban una atropellada prueba de sonido.
Fue hasta las 9:39 p.m. que Guzmán apareció en el escenario ataviada con un ceñido pantalón corto y camisa blanca para lanzarse a interpretar Como ladrones, un tema con el que levantó de sus asientos a la audiencia, que la recibió con gritos de “¡Alejandra, Alejandra, Alejandra!”.
“¡Buenas noches
Houston!”, exclamó Guzmán. “Ya los extrañaba, me cae, ustedes son parte de mi historia, son mi vicio, mis amigos, mi famila”.
Tras el saludo inicial, la rockera mexicana se lanzó con uno de sus temas clásicos, Mírala, míralo, que levantó en coro miles de voces del heterogéneo público que colmaba el recinto.
Pocas artistas de poprock, como Guzmán, pueden presumir de convocar a tanta gente a sus espectáculo. Desde adolescentes hasta cincuentones asistieron a verla en Houston, todos unidos en una cofradía rendida ante la sensualidad de la artista, que los premió con cadencia y seducción en sus movimientos e insinuaciones coquetas.
No hubo reposo, pues Guzmán manejó las emociones de sus seguidores a su antojo con la sabiduría que le dan sus 25 años en el escenario. Lo mismo prendió al público con su frenesí rockero, llevándolo a un baile incesante, que lo puso a soñar con la tersura de sus baladasblues. El sol de los locos
“¡Esta noche les tengo una gran sorpresa... no se la van a acabar!”, advirtió Guzmán a la audiencia, cuando todavía nadie sabía que saldría Fonseca, y luego los invitó a desfogarse.
“Hoy es el día del amor (en referencia al 14 de febrero), así que suéltense, tenemos una luna preciosa y yo digo que la luna es el sol de los locos. Libérense, se vale de todo. ¡Nosotros nos vamos a entregar a usted!”, le dijo al público.
Guzmán, cumpliendo esa promesa, hizo sonar una versión espectacular en funk-rock del tema La mitad, con el que brilló su voz de contralto, matizada en el calor de un lánguido blues. Sus fraseos y juegos vocales, cercanos a las técnicas de las cantantes de jazz, hicieron que el público aplaudiera conmovido.
A partir de ahí, Guzmán recorrió temas clásicos como Ven, Guerra fría, Ángeles caídos, Loca, La ciudad ardió, Quítatelo y Mala hierba, que la artista recreó en versiones novedosas y creativas de blues, reggae y rockson antillano,rodeada de grandes músicos.
En especial, brilló el trabajo del guitarrista salvadoreño Juan José Juanjo Gómez quien, como director musical, comandó la nave de quienes acompañaban a Guzmán. Más allá de su dirección, Gómez también destacó por una gran imaginación que quedó patente en solos creativos de acentos jazzísticos y su brío para tocar la guitarra con una técnica precisa y muy depurada. Fonseca, en escena
A la mitad del concierto, llegó la sorpresa con Fonseca y su acordeonista de cabecera, Hermídes Taty Manzano, quienes acompañaron a Guzmán en Yo no soy de nadie, que levantó a la gente a bailar y arrancó un grito de “¡Viva Colombia! ¡Viva México!” de algún espectador eufórico.
Tras la descarga antillana, Guzmán se fue por los senderos del reposo con baladas clásicas de su repertorio como Día de suerte, Aposté al corazón y Aunque me mientas.
Como si hubiera estado ensayado, las mujeres de la audiencia cantaron con ella a coro la letra de las tres canciones en un momento de complicidad, y de los emotivos, entre la artista y su público femenino. Reviviendo el pasado Luego, otra sorpresa. En las pantallas del concierto comenzó a verse un video con viejas escenas del cantante mexicano de rock and roll Enrique Guzmán, padre de Alejandra, y al final ella misma salió en el video diciendo: “La luna es mi madre (la actriz mexicana Silvia Pinal) y el rock and roll, mi padre... Qué suerte he tenido al ser la hija del pionero del rock and roll en español”.
Guzmán reapareció entonces en el escenario, tocando la batería al mismo tiempo que cantaba La plaga, uno de los éxitos de su padre.
Volviendo al presente, Guzmán repasó algunos de sus temas más significativos como ¡Hey Güera!, Diablo, Yo te esperaba, Eternamente bella (en una extraordinaria versión de bossa nova rock digna de remarcar), Reina de corazones, Hacer el amor con otro y Un grito en la noche.
Con ese tema se despidió gritando: “¡Que viva el amor, que viva el rock and roll!”, dejando a la audiencia feliz, pese a la espera inicial de dos horas.
“¡Valió la pena!” señaló la fisioterapeuta Giovanna Márquez, sudorosa de tanto brincar y bailar. “Fue un gran concierto... se entregó como nunca, la he visto como 10 veces en concierto... pero esta noche fue la mejor de todas”.