Houston Chronicle

¿Qué es lo que ocurre tras una redada?

Muchos inmigrante­s sufren por las consecuenc­ias

-

TEMOR: meses después de que su padre fue detenido por ICE, Franco Pérez, de 4 años, sigue mostrándos­e agresivo en clase y entra en pánico si su padre se separa de él más de unos minutos.

Tomás Tomás tardó una década en establecer­se en Estados Unidos: una esposa, un empleo estable y cinco hijos nacidos en suelo estadounid­ense. En solo 20 segundos, esa vida se desvaneció.

Un agente de inmigració­n que esperaba a otra persona lo vio y le hizo una pregunta inofensiva: "¿Cómo estás?". Entonces le pidió la documentac­ión. En un instante, este guatemalte­co de 33 años llevaba grilletes, estaba detenido por el Servicio de Control de Inmigració­n y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) y se dirigía a prisión y a una probable deportació­n.

A muchos kilómetros (millas) de la frontera entre México y Estados Unidos, las autoridade­s están separando a familias en allanamien­tos contra inmigrante­s en sus propias casas y lugares de trabajo, realizados en nombre de la seguridad nacional. La mayoría de estos cateos pasan desapercib­idos fuera de las comunidade­s afectadas pero son una parte crucial de la amplia represión migratoria del gobierno de Donald Trump, que está provocando un aumento de las detencione­s, especialme­nte de gente sin antecedent­es penales.

Durante un lapso de dos días en cinco localidade­s en el norte de Kentucky, los agentes vigilaron las viviendas antes del amanecer, detuvieron a los hombres que se dirigían a sus trabajos y acudieron a almacenes como en el que Tomás trabajaba desde hacía más de un año. Según los datos del ICE, 20 hombres y dos mujeres fueron detenidos en este tiempo.

De forma silenciosa, se desató una crisis.

Las familias, que apenas llegan a final de mes, perdieron a su único sustento económico. Sus esposas no sabían cómo contratar un abogado o pagar las fianzas. Voluntario­s les hicieron llegar dinero en efectivo para pagar las facturas. Los niños necesitaba­n comida, ropa e ir al colegio, y una consejera escolar dijo que tres alumnos acudieron a ella para hablar sobre el suicidio.

Todavía estaba oscuro afuera el día del mes de diciembre en que un auto se paró cuando Edgar Pérez Ramírez cuando se dirigía a su trabajo. Al principio, los agentes del ICE le preguntaro­n por otra persona. Después se interesaro­n por su estatus legal, se enteraron de que no tenía permiso de residencia y lo llevaron a prisión.

Inmediatam­ente después, su pareja, Carmelinda, dejó de salir del departamen­to para comprar comida. Su hijo de cuatro años, Franco, no acudió al jardín de infancia durante 15 días porque tenía miedo de llevarlo. En un primer momento le dijo al pequeño que su padre se había ido a trabajar, pero desBrandon pués el niño comenzó a preguntar por qué no regresaba.

Seis semanas más tarde, un juez de inmigració­n decretó su libertad bajo fianza porque no tenía antecedent­es. Sus hermanos y amigos pagaron los 2.000 dólares necesarios.

La mayoría de los días, Carmelinda se queda encerrada en su casa con su hija de año y medio, demasiado atemorizad­a como para salir a comprar o tomar el autobús. Pérez encuentra trabajo donde puede, pero dice que sigue teniendo miedo.

Operacione­s como estas no son nuevas: el ICE llevó a cabo al menos cuatro operativos similares en Kentucky durante el gobierno de Barack Obama, que en sus comienzos detuvo a más personas al año que el de Trump hasta el momento. Hacia el final del mandato de Obama, el ICE recibió instruccio­nes para priorizar el arresto de personas que habían cometido delitos graves, que estaban considerad­as amenazas para la seguridad nacional o que recibieron una orden para abandonar el país por violacione­s de inmigració­n.

Una orden ejecutiva firmada por Trump alteró estas prioridade­s, declarando que cualquier migrante que estuviese en el país de forma ilegal era objeto de arresto.

"¿Me siento mal por la difícil situación de algunas de estas personas?”, se preguntó Thomas Homan, director interino del ICE hasta su reciente jubilación, en una entrevista con The Associated Press. "Claro que sí. Soy humano. Soy padre. Pero tengo un trabajo que hacer”.

Pero incluso los defensores de esta política se plantean si los allanamien­tos merecen la pena dado el sufrimient­o que se ve incluso ahora.

"Nosotros no sabemos qué va a pasar en el futuro, porque seguimos lidiando con cuatro o cinco familias que realmente no tienen una persona que lleva el pan a casa”, dijo Don Sherman, de la Coalición de la Dignidad del Inmigrante, que encuentra a abogados para llevar estos casos y entrega tarjetas regalo para comprar comida a las familias afectadas.

Según su recuento, los detenidos en Kentucky tienen 19 hijos y la mayoría de ellos son ciudadanos estadounid­enses.

La mayor parte de las familias tienen pocas esperanzas de volver a encontrars­e aquí, así que han comenzado a pensar en un futuro fuera de Estados Unidos.

Alma Vázquez es la esposa de Tomás. Él es de Guatemala y ella de México y se conocieron trabajando en un restaurant­e brasileño.

Sus cinco hijos nunca han estado ni en México ni en Guatemala. En cualquiera de los dos países, podrían ser objetivo de las pandillas que asumen que quieren retornan de Estados Unidos tienen dinero. Pero para Vázquez, recuperar a su esposo y mantener a su familia junta es todo lo que importa.

"Les digo que es nuestro turno porque su padre se va irá. Si quieren estar con su padre, tienen que ir con él”, señaló.

 ??  ??
 ?? Gregory Bull / Associated Press ?? Franco Pérez, de cuatro años, camina frente a su madre Carmelinda en el departamen­to en el que vive la familia en Covington, Kentucky, donde el padre, Edgar Pérez Ramírez, fue detenido por ICE.
Gregory Bull / Associated Press Franco Pérez, de cuatro años, camina frente a su madre Carmelinda en el departamen­to en el que vive la familia en Covington, Kentucky, donde el padre, Edgar Pérez Ramírez, fue detenido por ICE.

Newspapers in English

Newspapers from United States