Retos de un Congreso bipartidista
La nueva realidad que se vive en Washington tras las elecciones representa claros retos para la Casa Blanca
AGENDA: la nueva realidad que se ve en Washington ahora representa claros retos para la Casa Blanca.
Esfuerzos comedidos para alcanzar legislación bipartidista. Una campaña agresiva para definir y demonizar a los nuevos líderes de las comisiones en el Congreso. Más insultos y ataques políticos del presidente Donald Trump.
Con los demócratas tomando el control de la Cámara de Representantes luego de las recientes elecciones legislativas de mitad de término, los republicanos por primera vez en la era de Trump no tienen dominio absoluto de todas las ramas del gobierno federal.
Y esa realidad nueva en que se ve Washington ahora representa claros retos para la Casa Blanca, aunque también algunas oportunidades políticas.
Los asistentes han estado preparándose tras bambalinas para ese resultado desde hace varias semanas y ahora seguramente redoblarán su trabajo antes de que el Congreso reanude sus sesiones en enero de 2019.
El primer paso casi seguramente les corresponde a los demócratas.
Con la recuperación de la cámara baja, impulsada por la energía anti Trump de sus partidarios, los demócratas enfrentan ahora expectativas de sus constituyentes de castigar al presidente usando sus nuevos poderes para lanzar una serie de investigaciones de asuntos como los negocios y potencial corrupción de miembros del gabinete, al mismo tiempo que tratarían de obtener las declaraciones fiscales de Trump.
Pudiera además existir mayor presión para un juicio político a Trump, aunque las probabilidades de impugnarlo son remotas dado que los republicanos controlan el Senado.
Trump, de todas maneras, anticipó que está listo para dar pelea.
“Si los demócratas van a desperdiciar el dinero de los contribuyentes para investigarnos en la cámara, entonces nosotros nos veremos forzados a ponderar investigarlos a ellos por todas las filtraciones de información secreta, y más cosas, al nivel del Senado”, dijo Trump en Twitter el miércoles, un día después de la jornada electoral, a la cual él consideró como todo un “éxito” para su partido. “Nosotros también podemos jugar así”.
A medida en que los sondeos mostraron que era muy probable que los demócratas recuperasen la Cámara de Representantes, comenzaron en la Casa Blanca los callados esfuerzos para prepararse para un capítulo más disputado de la presidencia de Trump.
Aunque no se estableció ninguna sala formal para esos trabajos, altos asesores se reunieron para preparar la estrategia del gobierno para combatir a los envalentonados demócratas.
El propio Trump participó ocasionalmente en conversaciones informales sobre el futuro, de acuerdo con dos altos funcionarios de la Casa Blanca que pidieron preservar el anonimato.
La estrategia central: defenderse lanzándose al ataque y tornar la opinión pública contra las investigaciones demócratas caracterizándolas como extralimitaciones diseñadas para causar estancamientos en el Congreso.
Los republicanos de seguro harán de la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi el blanco de su ira y Trump no perdió tiempo para hacer notar que Pelosi en el puesto pudiera ser buena para los prospectos políticos republicanos.
Trump dijo en Twitter que si agitados demócratas “le dan problemas, quizás podemos añadir unos cuantos votos republicanos. ¡Ella se ha ganado ese gran honor'”.
Además de Pelosi, los republicanos lanzarán ataques contra los líderes de las comisiones que encabezarán las pesquisas, entre los que estarían el representante Jerrold Nadler, al frente del panel de asuntos judiciales, y Elijah Cummings, en el de supervisión y reforma del gobierno.
Por lo pronto, después de las elecciones Trump pidió la renuncia de su secretario de Justicia, Jeff Sessions, y lo reemplazó con Matthew Whitaker, su jefe de despacho, quien ha criticado la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre una posible coordinación entre Rusia y la campaña presidencial de Trump.
El jueves, tras anunciarse la salida de Sessions, manifestantes en varios puntos del país, incluyendo la Casa Blanca, exigieron que se proteja la investigación.