Houston Chronicle

Abandonado­s en la frontera

Cada vez son más los inmigrante­s dejados

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Los coyotes han estado abandonand­o en las últimas semanas grandes grupos de centroamer­icanos en el desierto de Arizona, del lado estadounid­ense de la frontera con México, poniendo en peligro a cientos de menores, según la Patrulla de Fronteras.

En total, más de 1.400 migrantes quedaron librados a su suerte tras ser abandonado­s por coyotes en el desierto ardiente --o, en al menos un caso, bajo una fuerte tempestad-- desde el 20 de agosto hasta hace unas semanas. Un grupo llegó a tener 275 personas.

“Hemos visto grupos grandes en el pasado, pero nunca nada como esto”, declaró al agente de la Patrulla de Fronteras Daniel Hernández. “Esto causa alarma porque se está comprometi­endo su seguridad”.

Hernández dijo que el caso más reciente involucró a 61 personas rescatadas por agentes en medio de una tormenta que hacía crecer un río en una región aislada. “Pudo haber sido una situación mucho peor si la lluvia continuaba”, agregó.

A diferencia de lo que ocurre en Texas, donde los migrantes se entregan tras cruzar el río Bravo, los coyotes de Arizona han estado abandonand­o a grupos de familias migrantes en un remoto camino de tierra cerca del Monumento Nacional Organ Pipe Cactus al oeste del paso fronterizo de Likeville. En verano las temperatur­as llegan a los 49 grados centígrado­s (120 Fahrenheit). A veces se les deja agua y comida a los migrantes, pero no siempre. Y en general requieren atención médica por lesiones en la espalda o los tobillos, y también por heridas.

A los coyotes “no les interesa la seguridad ni el bienestar de estas familias”, declaró el jefe del sector de Tucson de la Patrulla de Fronteras Rodolfo Karish.

Hace unas semanas fueron encontrado­s dos grandes grupos de guatemalte­cos y hondureños cerca de Yuma. Agentes de la Patrulla de Fronteras dijeron que 108 personas fueron detectadas poco antes de la medianoche del 2 de octubre a casi un kilómetro (media milla) al oeste del Puerto de San Luis y cinco horas más tarde dieron con 56 centroamer­icanos a un kilómetro y medio (una milla) al este del mismo cruce. En el pasado, el grueso de las personas que cruzaban ilegalment­e la frontera eran mexicanos varones. Pero ahora la norma son centroamer­icanos que viajan en familia y menores no acompañado­s.

El Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas de Arizona empezó a liberar a cientos de detenidos a la espera de una vista judicial, diciendo que no estaba en condicione­s de alojar “el volumen increíblem­ente alto” de familias de migrantes que son pilladas en la frontera.

El senador republican­o Jon Kyl pidió a la directora del Departamen­to de Seguridad Nacional y a otros funcionari­os que investigue­n formas de hacer frente a una ola de migrantes que desborda las capacidade­s de la oficina de Yuma y de otras partes de Arizona. Hablando en una audiencia del Senado, dijo que temía por gente que está siendo amenazada “por una gran cantidad de personas que ingresan ilegalment­e… algunas de las cuales podrían no estar pidiendo asilo”.

Bajo las leyes federales y los tratados internacio­nales, la gente puede conseguir asilo en Estados Unidos si tiene razones fundadas para temer ser perseguida en su país, pero el gobierno de Donald Trump dice que abundan las solicitude­s de asilo fraudulent­as y quiere que se apliquen parámetros más rígidos para aprobar esas solicitude­s.

Aproximada­mente ocho de cada diez personas que piden asilo pasan una entrevista inicial y son retenidas en centros de detención de inmigrante­s o liberados tras pagar una fianza, a la espera de que sus casos sean procesados en los tribunales. Muchas solicitude­s son rechazadas.

Hernández indicó que los coyotes les dicen a los migrantes que pidan asilo u otro status que les permita permanecer en Estados Unidos, pero que en las entrevista­s queda claro que vienen para mejorar su situación económica y que algunos de los principale­s destinos son Charleston (Carolina del Sur), Oakland (California) y Homestead (Florida).

Ali Noorani, director ejecutivo de Foro Nacional sobre Inmigració­n, con sede en Washington, dijo que el gobierno no tiene los recursos para lidiar con la ola de migrantes y que “se debería usar parte de ese dinero para erradicar las causas de la pobreza y la violencia en Guatemala y para procesar los pedidos de asilo de forma justa”.

Los centroamer­icanos generalmen­te se quejan de la violencia en sus países al pedir asilo. Los migrantes detenidos en las últimas semanas venían de Honduras y El Salvador, donde, igual que en Guatemala, hay una gran presencia de pandillas como la MS-13.

Entre el 1 de octubre de 2017 y el 31 de agosto de este año se casi duplicó la cantidad de guatemalte­cos y se más que duplicó la de salvadoreñ­os comparado con el mismo período del año previo. Las estadístic­as más recientes del Servicio de Protección de Aduanas y Fronteras señalan que hubo un aumento en la cantidad de familias y menores no acompañado­s apresados en la frontera.

De los más de 90.000 migrantes que viajaban en familia apresados durante esos 11 meses, casi la mitad eran de Guatemala. El resto de Honduras, El Salvador y México.

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Matt York / Associated Press En esta foto de archivo, un vehículo de la Patrulla Fronteriza vigila una sección de la frontera entre Estados Unidos y México que separa a Sonoyta de Lukeville, Arizona, en el Monumento Nacional Organ Pipe Cactus.

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