Migrante detenido obligado a hablar enfermo ante la corte
Un inmigrante detenido con COVID-19 tuvo que comparecer por teléfono ante un tribunal pese a tener problemas para hablar
Un inmigrante centroamericano detenido en Estados Unidos y que dijo que dio positivo por COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, tuvo que comparecer por teléfono ante un tribunal incluso después de que un guardia que lo vigila dijese que estaba demasiado débil como para poder hablar, señaló su abogada el jueves de la semana pasada.
Cuando la jueza le pidió a Salomón Diego Alonzo que dijese su nombre, el guardia respondió que Alonzo “no tiene capacidad pulmonar”, dijo su abogada, Veronica Semino, quien estaba escuchando la conversación por teléfono.
La llamada duró aproximadamente dos horas hasta que la magistrada, Mary Baumgarten, accedió a demorar la vista final de asilo, agregó la abogada.
En una conversación con un periodista de la agencia Associated Press el miércoles, Alonzo, un inmigrante guatemalteco de 26 años, respondió a la mayoría de las preguntas con una o dos frases, interrumpidas a menudo por la tos.
Dijo que estaba con dolores de cabeza, diarrea y cansancio extremo que le dificultaban salir de la cama.
El joven está confinado con otra persona en un dormitorio en un centro de detención en una región rural de Luisiana, donde el personal médico comprueba sus signos vitales unas dos veces al día.
“Apenas puedo caminar”, contó Alonzo en la conversación con AP. “Aquí no estoy a salvo”.
Su caso ofrece un nuevo punto de vista acerca de cómo gestiona el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) el creciente número de casos de coronavirus entre sus 32.000 detenidos.
La agencia confirmó el jueves que 100 de ellos estaban infectados con el COVID-19.
Advertencias de especialistas
Expertos en salud pública advirtieron recientemente que el virus podría tener especial impacto en las cárceles y prisiones del país porque hay poco margen para la distancia social.
Mientras tanto, inmigrantes detenidos en varios estados han pedido mascarillas y mostraron su miedo a contraer la enfermedad, que puede provocar síntomas leves o moderados en la mayoría de los casos, y patologías más graves en otros, incluyendo en mayores y gente con problemas preexistentes.
Para combatir la pandemia, el ICE ha liberado hasta el viernes (al cierre de esta edición) a unos 700 detenidos, principalmente personas con afecciones previas. Pero se ha resistido a una iniciativa de este tipo a gran escala.
Las peticiones de Alonzo para su liberación han sido denegadas, añadió Semino.
Según Alonzo, funcionarios del Centro Correccional Richwood en Monroe, Luisiana, donde está retenido, le dijeron que dio positivo por COVID-19.
El ICE no confirmó esa información a Semino, y su vocero, Bryan Cox, declinó realizar comentarios al respecto.
Semino contó que Alonzo fue una de las casi 700 personas detenidas por el ICE el año pasado en redadas en plantas procesadoras de pollos en Mississippi, el operativo migratorio en un lugar de trabajo más grande en al menos una década.
Alonzo lleva en Estados Unidos desde 2012 y vive en un departamento en un pequeño pueblo de Mississippi con su esposa, su hermano adolescente y su hija de ocho años.