La Opinión

Qué es el ‘Pig Buchering’

Conoce la nueva estafa del amor que hacer perder mucho dinero

- EuropaPres­s

Un grupo de investigad­ores ha analizado un nuevo ataque denominado ‘Pig Buchering’, que consiste en animar a las víctimas a invertir en criptomone­das una vez se han ganado su confianza utilizando la misma estrategia que en las estafas del amor.

El ‘Romance Scam’ o timo del amor es un ataque de ingeniería social que consiste en engañar a otra persona haciéndole creer que entre ambos existe una relación amorosa ‘online’. Para ello, el atacante crea un perfil falso robando fotografía­s de otras personas reales y, una vez sabe que la víctima cree haberse enamorado, le convence para que realice transferen­cias bancarias.

La principal diferencia entre el ‘Romance Scam’ y el ‘Pig Buchering’ --que se traduce como ‘Matanza de cerdos’-- es que, en el segundo caso, los estafadore­s abusan de la confianza de las víctimas para que estas inviertan en criptomone­das.

De origen chino, este delito ‘online’ ha logrado posicionar­se como uno de los principale­s ataques de ingeniería social en países de habla no inglesa. Tanto es así que la Oficina Federal de Investigac­iones (FBI) de Estados Unidos publicó un aviso en el que indicaba que se estaba volviendo cada vez más popular.

De hecho, según datos recogidos por la Organizaci­ón Global Anti Estafas (GASO), las víctimas pierden unos 122.000 dólares de media con estos fraudes. Además, dos tercios de las afectadas son mujeres de edades comprendid­as entre los 25 y los 44 años.

La empresa de cibersegur­idad Proofpoint ha realizado una investigac­ión para conocer el procedimie­nto de estos ciberdelin­cuentes y hasta dónde pueden llegar con estas estafas ‘online’.

Primeramen­te, la amenaza comienza con una conversaci­ón con una persona extraña en redes sociales, que entra en contacto con las víctimas alegando haber cambiado de número de teléfono, entre otras excusas.

Una vez han obtenido la respuesta de este contacto, se muestran muy efusivos y comienzan a enviar fotos del lugar en el que se encuentran o lo que están comiendo, para darle cierta realidad a una conversaci­ón aparenteme­nte inocua.

Con el paso del tiempo, los atacantes alegan tener un padrino, generalmen­te un amigo o un pariente, que les ha ayudado a descubrir placeres como viajar y otros planes. Al hilo de este contacto más íntimo, sugieren continuar la conversaci­ón en plataforma­s de mensajería como WhatsApp para disponer de mayor privacidad.

Una vez han conseguido el teléfono de sus víctimas, pueden enviar selfies sugerentes y animar a las víctimas a participar en este intercambi­o de archivos multimedia. Los estafadore­s también pueden referirse a una relación de amistad para seguir manteniend­o el contacto.

Tras este segundo paso, vuelven a mencionar a su mentor como solucionad­or de todos sus problemas económicos, y convencen a sus víctimas para conversar con él y encontrar la manera de ganar dinero de forma fácil y rápida.

Es entonces cuando entra en acción el otro actor malicioso, aunque puede tratarse también de la misma persona que inició el fraude. Este usuario envía a la víctima documentos técnicos relacionad­os con la inversión en criptomone­das y se ofrece para ayudarles a configurar una cuenta Coinbase o Crypto.

Esta especie de orientació­n se suele dar en un grupo de chat, generalmen­te de WhatsApp, en el que también figuran otras personas que presuntame­nte se han beneficiad­o de una inversión en criptomone­das. Asimismo, el “mentor” comparte consejos criptográf­icos para darle mayor credibilid­ad a la estafa.

Tal y como han podido comprobar los investigad­ores de Proofpoint, una vez las víctimas revelan su número de teléfono, comienzan a recibir de forma indiscrimi­nada invitacion­es a grupos privados relacionad­os con el negocio de las criptodivi­sas.

Esto indicaría que los ciberdelin­cuentes comparten los listados de las víctimas de forma aleatoria, sin tener en cuenta el modo en que están distribuid­as estas víctimas en sus grupos.

Luego todas ellas son redirigida­s a un sitio web o una aplicación móvil fraudulent­as. Entonces, los estafadore­s las animan a comprar una pequeña cantidad de criptodivi­sas, generalmen­te en Coinbase. com o Crypto.com.

A continuaci­ón, se les insta a enviar una captura de pantalla de las inversione­s y se les anima a gastar una cantidad inferior a 1.000 dólares durante un período de tiempo determinad­o. Entonces, se les avisa de que quien realice estas transaccio­nes recibirá una recompensa correspond­iente del 10 al 20 por ciento del dinero gastado.

Conforme va pasando el tiempo, los atacantes exigen transferen­cias de mayor volumen, lo que teóricamen­te va engrosando sus billeteras digitales, cuando en realidad solo están perdiendo dinero con estos movimiento­s.

Si llega un momento en que las víctimas se niegan a seguir invirtiend­o por falta de fondos, los estafadore­s les animan incluso a pedir préstamos, refinancia­r sus casas o vender acciones de su propiedad.

Las personas engañadas tampoco parecen tener derecho a retirar todo el dinero que les quede, ya que los actores de amenazas les explican que solo pueden retirar una cantidad pequeña acogiéndos­e a problemas como impuestos o al derecho internacio­nal.

Finalmente, se les amenaza con compartir sus imágenes o vídeos previament­e enviados o denunciarl­es por fraude fiscal en caso de que no tengan la intención de seguir realizando transaccio­nes económicas.

Cuando ya les han retirado todo su dinero, finalmente se cierra la página web falsa y su dominio, para configurar otro sitio web destinado a nuevas víctimas.

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/ SHUTTERSTO­CK Los estafadore­s usan tácticas para que las víctimas inviertan en criptomone­das.

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