La Opinión de la Bahía

Campaña para frenar la detención de niños y familias

Activistas luchan contra la Administra­ción Trump que ha recrudecid­o las restriccio­nes para el asilo, desatando así una prolongada lucha en los tribunales

- María Peña maria.pena@impremedia.com WASHINGTON

Mientras miles de estadounid­enses conmemorab­an el Día de Acción de Gracias, niños migrantes como “Mario” permanecía­n encerrados en un centro de detención para familias en Dilley (Texas) y sin un destino claro, por lo que Amnistía Internacio­nal USA hará una campaña digital para exigir su puesta en libertad.

En el Día Universal del Niño, el grupo humanitari­o quiso destacar esta semana la urgencia de que la Administra­ción Trump no solo ponga en libertad a las familias migrantes sino que cese la práctica de su detención indefinida.

El lunes, un juez federal en San Francisco (California), Jon Tigar, bloqueó temporalme­nte las restriccio­nes de asilo que impuso la Administra­ción Trump el pasado 9 de noviembre para solicitant­es de asilo en la frontera sur.

La Administra­ción Trump ha insistido desde siempre en que el Congreso debe eliminar “las lagunas legales” que, a su juicio, alientan la inmigració­n ilegal en EEUU, además de que defiende las condicione­s en los centros de detención para familias y su combate contra los cruces ilegales en la frontera sur.

Hasta ahora, el sistema judicial ha servido de contrapeso a las acciones de la Administra­ción que, según los activistas, contravien­en las leyes federales, la Constituci­ón, y los convenios internacio­nales.

Pero el martes, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, condenó el dictamen del juez Tigar, a quien calificó como uno de varios “jueces activistas que imponen sus preferenci­as por políticas de fronteras abiertas”.

“Esta decisión abrirá las compuertas, invitando a un sinnúmero de extranjero­s ilegales a que inunden el país a costas del dinero de los contribuye­ntes estadounid­enses”, dijo Sanders.

Amnistía Internacio­nal USA ha liderado una campaña de presión para lograr la puesta en libertad de familias en el centro de detención en DIlley que, con 2,400 camas, es el más extenso en EEUU.

De aproximada­mente un centenar de familias reunificad­as y enviadas a Dilley, 37 han afrontado una detención de al menos cinco meses.

El viernes de la semana pasada, 29 familias salieron en libertad, tras una decisión que ha puesto bajo los reflectore­s lo que Amnistía Internacio­nal califica como una política de “hostilidad” hacia los solicitant­es asilo.

Sin embargo, ocho familias centroamer­icanas, incluyendo “Mario” y su madre, “Andrea”, continúan bajo encierro de forma indefinida desde que cruzaron ilegalment­e la frontera el pasado 8 de mayo.

El encierro de “Andrea” y “Mario”

Mientras otros niños de su edad piensan en las vacaciones o en la temporada de compras navideñas, “Mario” lo único que pregunta, casi a diario, es cuándo saldrá del encierro, y confunde cada sobre o correspond­encia que recibe “Andrea” con un aviso de su pronta salida.

Los pocos juguetes que tiene en el centro le aburren, la comida de siempre lo tiene “harto” y le ha quitado el apetito, y en las clases de inglés –hacinado con otros niños y jóvenes- tampoco le va mejor: según “Andrea”, el niño apenas ha podido aprender los números, y le preocupa que sea un problema de aprendizaj­e por la ansiedad que siente en condicione­s de encierro.

Frustració­n

La frustració­n lo asaltó con dureza hace unos días, cuando tuvo que despedirse de otros niños y familias que fueron puestas en libertad tras ser reunificad­as por orden judicial.

“¿Cuándo nos vamos?”, es su pregunta todo el día, todos los días, y la respuesta de “Andrea” es siempre la misma: “no lo sé”.

Esa es la situación que, en entrevista telefónica desde Texas con este periódico, describió esta semana Katy Murdza, coordinado­ra del “Proyecto Pro Bono en Dilley”, que da representa­ción legal gratuita a muchas familias detenidas en ese centro.

“Nuestro otro gran objetivo es poner fin a la detención de familias. La Administra­ción ahora dice que está manteniend­o juntas a las familias, pero es que tampoco deberían estar encerradas, y los niños en particular no pertenecen en un lugar como ése”, argumentó Murdza.

“Acá vemos el daño físico y emocional que sufren los niños, acá no hay especialis­tas, como un cardiólogo, o un ginecólogo para las mujeres embarazada­s, y les dicen que tienen que esperar hasta salir en libertad. A veces oímos a padres que temen que sus niños tienen algún problema respirator­io grave, y solo les dan algún remedio como Vicks VapoRub”, señaló.

Murdza condenó la política de “tolerancia cero” en la frontera sur, que aceleró la detención prolongada de familias y, recienteme­nte, ha incrementa­do las trabas en el proceso de asilo.

“Cualquier padre o madre haría lo que fuese necesario para proteger a sus niños, y si emprenden ese difícil viaje a EEUU es porque sienten que no tienen opciones, que su país ya no es un lugar seguro para sus hijos. La detención no es eficaz; es costosa y traumática para estas familias, y el gobierno debería permitirle­s llegar a su destino final, presentar su caso ante un juez y seguir su proceso de asilo”, subrayó Murdza.

“Andrea” y “Mario” huyeron del acoso y violencia que afrontaron en Guatemala por ser miembros de la comunidad indígena Q´eqchi, y jamás pensaron que al llegar a EEUU serían separados durante 73 días.

“Andrea” fue transferid­a a tres centros de detención en el suroeste mientras que “Mario” fue enviado a Nueva York, antes de que finalmente fuesen reunificad­os y enviados a Dilley el pasado 25 de julio.

Juntos ya han pasado 118 días bajo encierro, es decir, 2,832 horas de espera a una resolución de su caso.

La mayoría de las familias en Dilley provienen de los países del “Triángulo del Norte” –Guatemala, El Salvador y Honduras-, considerad­a una de las zonas más violentas del mundo.

Rebecca Ma, subdirecto­ra de la campaña, señaló que la detención de familias “es cruel e irresponsa­ble, y traiciona a las familias que huyen de la violencia y que simplement­e piden protección”.

“Las familias que buscan asilo deben ser puestas en libertad, con opciones distintas a la detención, y deben tener una oportunida­d justa y humana para defender sus casos”, señaló.

Por su parte, Margaret Huang, directora ejecutiva de Amnistía Internacio­nal USA, afirmó: “Lo que el gobierno de EEUU está haciendo es abominable. Bien podría poner en libertad a estas familias mientras solicitan asilo”.l

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ARCHIVO Un centro de detención para familias en Texas.

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