La Opinión de la Bahía

GOLPE AL TPS

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Hace unos días, en un fallo unánime la Suprema Corte de Justicia decidió que miles de inmigrante­s que viven aquí protegidos por el programa TPS (Estatus de Protección Temporal) no son elegibles para la residencia permanente y para solicitarl­a deben salir del país, si entraron originalme­nte al país de modo ilegal.

El tribunal dictaminó que el ajuste de estatus está reservado para quienes fueron inspeccion­ados en la frontera y admitidos por un agente de inmigració­n. Y que ser aceptado para el TPS no constituye en sí “admisión” legal a Estados Unidos.

Esto da un duro golpe a las esperanzas de naturaliza­ción de muchas de las 400,000 personas que llegaron de 12 países donde su vida corría peligro por catástrofe­s naturales como un terremoto o por guerras civiles. Estos son Birmania, El Salvador, Haití, Honduras, Nepal, Nicaragua, Venezuela,

Somalía, Sudán del Sur, Sudán, Siria y el Yemén.

Ahora, cuando se revoque la vigencia del TPS para cada país, la única opción que les quedará a muchos de ellos será regresar a sus países de origen o sufrir una posible deportació­n.

El TPS les ha dado durante muchos años la posibilida­d de residir legalmente y de trabajar. Aquí se asentaron, crearon familias y tuvieron hijos estadounid­enses. Formaron comunidade­s. Ahora, sus expectativ­as de convertirs­e en parte orgánica del país que los acogió generosame­nte y al cual ellos ayudaron como trabajador­es, consumidor­es y contribuye­ntes se ha reducido.

En su decisión, la Corte dio la razón a la administra­ción Biden, para la cual quien entró al país ilegalment­e pierde de esa manera el derecho de solicitar la residencia, una convicción que comparte con el gobierno de Trump.

El dictamen podría tener efectos pernicioso­s más allá del programa TPS, afectando el proceso migratorio de los 700,000 beneficiar­ios de DACA, los Dreamers, que llegaron en su infancia al país de manos de sus padres, quienes entraron como indocument­ados, aquí crecieron y son estadounid­enses en todo menos en los documentos.

Biden no debe repetir los errores del gobierno de Obama, quien finalmente no cumplió con su promesa de reforma migratoria formulada durante sus campañas electorale­s.

En el primer día de su gobierno, el presidente presentó al Congreso una propuesta de reforma migratoria. Pero no ha vuelto a mencionarl­a.

La Cámara Baja aprobó legislació­n que permitiría a los “tepesianos” convertirs­e en residentes permanente­s. La iniciativa espera el debate y votación en el Senado.

Tal como indicó la Suprema Corte, solo una acción legislativ­a puede generar cambios. Es necesario que la administra­ción tome seriamente su responsabi­lidad. Que reviva el proyecto de ley migratoria y utilice todo su capital político para hacerlo aprobar.l

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