HAY QUE APROBAR EL NUEVO PLAN CLIMÁTICO
El paquete presupuestario que acordó el senador demócrata conservador Joe Manchin de West Virginia con el jefe de la bancada mayoritaria Chuck Schumer es nuestra última gran oportunidad para confrontar las peores manifestaciones del cambio climático que ya llegó a nuestras puertas.
Se trata de un esfuerzo de último momento, después de que el mismo Manchin hizo fracasar un plan anterior, más ambicioso y costoso que el que actualmente se negocia.
El nuevo lenguaje es una mera sombra de aquel paquete de 3.5 billones de dólares presentado por el presidente
Joe Biden.
El nuevo proyecto de ley sobre clima, impuestos y atención médica destina $370,000 millones a gastos de energía y clima y $300,000 millones a reducción del déficit.
De aprobarse, promovería la reducción de las emisiones de gases de invernadero en 40% para 2030. Extendería los créditos fiscales para vehículos eléctricos, que estaban a punto de expirar. Otorgaría nuevos créditos impositivos a consumidores que instalen energía solar. Pagaría por la reducción de contaminación en comunidades de bajos ingresos. Invertiría en la generación de energía limpia, incluyendo su almacenamiento.
Por otra parte, facultaría a Medicare para negociar los precios de ciertos medicamentos especialmente costosos y sancionaría a las farmacéuticas si aumentan sus precios más que la inflación.
Y el proyecto de ley impondría un impuesto mínimo de 15% a las corporaciones, por $313,000 millones en una década.
Para avanzar la legislación tan urgentemente necesaria para el futuro de la sociedad, los demócratas necesitan a otra senadora conservadora, Kirsten Sinema de Arizona, y esperan convencer a algunos republicanos.
El proyecto no es perfecto. Para aplacar a Manchin y buscar algún apoyo republicano se sustrajeron la mayoría de los programas sociales de educación temprana, cuidado infantil, apoyos para vivienda asequible, licencia familiar y otros.
Pero el proyecto de ley por aprobar constituye un importante paso adelante y debe ser avalado a la brevedad.
Estos son los días finales de sesiones de verano antes del receso del Senado, después del cual sería demasiado tarde para la legislación, ya que se vienen las elecciones legislativas de noviembre, en las que se estima que los demócratas perderán su de por sí endeble mayoría en el Congreso. El tiempo apremia.
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