EL PERDÓN DE LA DEUDA ESTUDIANTIL
La mayor deuda personal en Estados Unidos, de 1.6 billones de dólares, es en préstamos estudiantiles que deben 45 millones de personas. El impacto de este endeudamiento se siente mayormente en la comunidad latina, que tiene a un 72% de sus universitarios con este peso a cuestas.
Este es el resultado de la buena intención abandonada hace varias décadas de preparar gratuitamente a los jóvenes universitarios.
Las primeras donaciones de terreno a las universidades más antiguas en el siglo 19 se hicieron con esa intención. Al igual que la Ley GI que preparó a millones de soldados a incorporarse a la vida civil después de la Segunda Guerra Mundial.
La realidad actual es muy distinta a esos planes. Los recortes educativos en los presupuestos estatales aumentaron las matrículas universitarias. Otras casas de estudio invirtieron en comodidades extra académicas para alumnos con la idea de atraer a los más pudientes, que paguen decenas de miles de dólares, y alumnos extranjeros acaudalados.
Y algunas notorias universidades privadas son una historia aparte, con sus estafas y quiebras que dejan deudas impagables para los estudiantes de minorías que recurren a ellos.
La deuda universitaria es una seria carga para muchos graduados que no están en profesiones muy redituables.
En otros casos es el camino a la inseguridad financiera de los padres que deben hipotecar sus hogares para que sus hijos puedan superarse. Las familias inmigrantes conocen muy bien este sacrificio.
Por todo esto, aplaudimos la decisión del presidente Joe Biden de perdonar una parte de la deuda estudiantil que impacta desproporcionadamente a las jóvenes de minorías.
Un estudio del Student Borrower Protection Center reveló que 12 años después de comenzar la universidad, el prestatario latino medio sigue debiendo el 83% del saldo inicial de su préstamo estudiantil, mientras que el prestatario blanco medio sólo debe el 65% de su saldo original.
La acción presidencial cancelará 10,000 dólares de la deuda de los préstamos estudiantiles a los estadounidenses que ganen menos de 125,000 dólares al año, y en algunos casos hasta 20,000 dólares, y recorta el monto de los pagos mensuales.
La cantidad podría haber sido mayor para ayudar a los estudiantes de bajos recursos. La medida es un punto intermedio ante las quejas de injusticia de quienes pagaron sus deudas a fuerza de sacrificio y los que afirman que aumentará la inflación.
La condonación parcial de esta deuda es una larga promesa demócrata, que al igual que otras que se están haciendo realidad con la administración Biden-Harris. Con anterioridad se canceló la deuda de 563,000 estudiantes discapacitados y estafados por algunas universidades privadas.
Es hora de recuperar la visión de un sistema en que la educación universitaria sea el camino para progresar en vez de una forma de hipotecar el futuro de los profesionales y sus familias.
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Javier Casas General Manager
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