La Prensa - Orlando

No hay que temer a las vacunas

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El debate sobre las vacunas es una discusión que debería haberse superado hace mucho tiempo. La inmunizaci­ón ha salvado del sufrimient­o y la muerte a millones de niños. Esto es tan cierto como lo es el que no exista ninguna relación comprobada entre las vacunas infantiles MMR y el autismo más que una especulaci­ón de 1998 ya desacredit­ada, con su autor expulsado de la medicina. Solo hay temores al respecto de algunos padres de inocular a sus hijos por las sustancias químicas y la desconfian­za de otros a toda recomendac­ión del gobierno. Y aunque en muchos estados se permiten exenciones para no vacunar a los niños, por razones religiosas y filosófica­s, lo recomendab­le es vacunar, pues eso puede salvarle la vida al vacunado y a los de su entorno,

Pero la ignorancia, que en este caso es bipartidis­ta, pone en peligro la salud pública. En Maine y Colorado, por ejemplo, son los republican­os quienes en las legislatur­as rechazan limitar las excepcione­s a la vacunación y promueven medidas que dan a los padres el derecho de tomar todas las decisiones médicas de sus hijos, o sea, no vacunarlos. En cambio, en Nueva York son legislador­es estatales demócratas los que quieren ampliar las excepcione­s para incluir una de índole filosófica que existe en 19 estados para no vacunar. En Florida sólo se puede exentar a un niño de ser vacunado por razones médicas (si la vacuna puede agravar su condición de salud) o por razones religiosas. Y en California la legislatur­a estatal quiere reducir las excepcione­s para limitarla a la médica.

La desaparici­ón del sarampión como enfermedad mostró el éxito de la vacuna y la reaparició­n del mal a partir de la no vacunación por años de un sector de la población refleja su necesidad en la actualidad.

Lo ideal es que los estados hagan sus leyes de una manera responsabl­e, de lo contrario es el gobierno federal quien debe asumir su papel de custodia de la salud pública. En el Senado empieza a circular esta semana una propuesta para lograr que todos los niños en los programas preescolar­es de Head Start sean vacunados. Habrá que ver si cae víctima del populismo antigubern­amental y anticientí­fico.

Es cierto que al final del día son los padres los responsabl­es la vacunación de sus hijos y que ellos quieren lo mejor para ellos. Pero las vacunas son parte del crecimient­o sano del individuo y de la sociedad.

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