ES HORA DE PASAR LA PÁGINA
Concluyó oficialmente la investigación del FBI sobre el uso por parte de Hillary Clinton de un servidor de correo electrónico privado cuando fue Secretaria de Estado.
El jefe del FBI, James Comey, declaró: “No pudimos hallar un caso que apoyase presentar una acusación criminal [contra Clinton]”.
La recomendación de Comey de no presentar cargos es definitiva ya que la secretaria de Justicia Loretta Lynch -quien normalmente hubiera tomado la decisión- declaró que la aceptaría a priori para evitar críticas de favoritismo luego de que mantuvo una censurable conversación con el expresidente Bill Clinton.
La críticas de que Comey tergiversa la ley al no enjui- ciar a Hillary Clinton ignoran que es un profesional que repetidamente chocó con los políticos para mantener la independencia e integridad de su departamento.
Aunque la investigación no deja secuelas judiciales cabe aclarar que ni Clinton ni sus intereses están por encima de la ley. Que no puede hacer lo que le parezca, sin tomar en cuenta las limitaciones que al poder ponen las leyes y las instituciones, para así garantizar el balance en una sociedad democrática.
Con todo, que el FBI haya concluido el aspecto judicial del caso no cierra ni mucho menos su lado político. Si bien el FBI no halló razón para imputar delitos a Clinton, sí dijo que ella manejó el asunto del servidor privado con “extremado descuido”, lo que será usado como ariete de campaña contra ella por Donald Trump y los republicanos, que ya han señalado que llamarán a testificar a Comey ante un comité de la Cámara de Representantes.
Pero si bien ese “extremado descuido” es un factor negativo para Clinton, su rival Trump la supera ya sea en desparpajo o en franca hostilidad: la publicación en la cuenta de Twitter de Trump de una imagen de Clinton con el trasfondo de una Estrella de David y montones de billetes que supuestamente simbolizaban su “corrupción”, muestra el poco cuidado o el franco rechazo que Trump tiene por valores básicos como el respeto y la tolerancia. Esa imagen, al parecer retomada de un sitio supremacista blanco, resulta antisemita y se une a la inaceptable cadena de ofensas que Trump ha vertido contra numerosas comunidades estadounidenses.
Así, es inquietante que la elección sea entre un “extremado descuido” y una persistente desplante racista, autoritario y antisemita. Es necesario pasar ya la página.
Por ello, después de la fuerte y justa crítica a Clinton por el caso de sus emails, conviene elevar el nivel del debate y las propuestas, para bien la democracia nacional.