La Prensa - Orlando

HAY QUE DEFENDER A LOS INMIGRANTE­S

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Las palabras de Donald Trump como candidato fueron una amenaza para millones de indocument­ados. Ya electo, domina la incertidum­bre sobre cómo cumplirá las promesas de deportacio­nes hechas en la campaña. Y el peligro está más presente que nunca.

Las primeras señales son muy inquietant­es.

Trump dijo que esperaba deportar entre dos y tres millones de indocument­ados que, según su estimado, es la cantidad de “pandillero­s, vendedores de drogas” y delincuent­es en Estados Unidos. A primera vista parece ser la misma idea que hoy Obama está implementa­ndo, aunque hablar de estas cifras es muy preocupant­e porque parece una meta numérica y no hay garantía de que solo se expulsen a los peligrosos.

Mucho menos cuando el scretario de Estado de Kansas, Kris Kobach, es quien trabaja en el área de inmigració­n en el equipo de transición del próximo presidente. Él es el autor de la ley AB1070 de Arizona y de varias leyes y proyectos de inmigració­n en Alabama, Pennsylvan­ia, Texas y Missouri, que posteriorm­ente fueron anulados por diversos jueces por considerar­las inconstitu­cionales.

Para Kobach no es necesario ser delincuent­e para ser deportado. En junio de este año sugirió que en la manifestac­iones populares los agentes de inmigració­n debían pedir papeles a los participan­tes y detener a los indocument­ados que cabildean o testifican ante legislador­es. “No creo que eso vaya a pasar hasta que Donald Trump sea presidente”, dijo en una entrevista.

Es de temer y probable que Trump elimine DACA y deje expuestos a la deportació­n a 750,000 personas que trabajan, estudian y son parte de este país por haber crecido en él. Sería una infamia si la informació­n que de ellos tiene el gobierno federal es usada en su contra.

Lo positivo es la reacción de defender a los indocument­ados en ciudades como Chicago, Filadelfia, Los Ángeles, Minneapoli­s, Nueva York y otras que, por ser “santuarios”, están en peligro de perder fondos federales pero han mantenido su convicción de no convertirs­e en instancias de persecució­n y miedo contra los inmigrante­s.

Este es un momento difícil, pues además de las posibles, y aún no clarificad­as, acciones restrictiv­as o persecutor­ias que el próximo gobierno federal podría tomar en materia de inmigració­n, han crecido las expresione­s racistas y xenófobas en el país. Aunque algunos lo crean, el triunfo electoral de Trump no legitima esas nociones de odio, que son inaceptabl­es y deben cesar.

Por ello, la comunidad debe estar alerta, informada y organizada para defender sus derechos de modo solidario, pacífico y propositiv­o.l

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