EL RECONOCIMIENTO MEJOR ES EL DE DIOS
Nos encanta cuando somos reconocidos en nuestros trabajos o en cualquier cosa que hagamos. De hecho es necesario en nuestra vida, nos motiva a seguir adelante y a seguir luchando. Hasta en los niños se nota cuando le reconocemos sus esfuerzos, les damos seguridad y se desarrollan mucho mejor.
El extremo del reconocimiento es cuando vemos personas que necesitan que se les reconozca todos los días o, de lo contrario, parecen niños malcriados y se desaniman fácilmente.
Sea el caso que sea los reconocimientos de las personas son temporales, pasajeros, quedan en el olvido.
Hay reconocimientos que son más valederos e importantes como son los reconocimientos que nuestro Dios nos hace. Recordemos que nada de lo que hagamos para el Señor es en vano, ya que nuestro Dios nos lo recompensará tarde que temprano, nos dicen las escrituras en Mateo 6:6 “Más cuando tú ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público”.
Llegará el gran reconocimiento de Dios cuando nos diga: “venid benditos de mi Padre, heredad el reino de los cielos, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, me viste desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me visitaste…”. Y le preguntaremos “¿cuándo te hicimos esto?” y nos dirá, “en cuanto lo hiciste a uno de mis hermanos, a mí me lo hicieron”.
No nos preocupemos tanto por las cosas materiales que hoy son y mañana no son, busquemos las cosas celestiales, el reino de Dios y todo vendrá por añadidura.
Recordemos “en lo poco me fuiste fiel, en lo mucho te pondré”. Aceptemos a Jesucristo como nuestro Salvador. Se me portan bien y buen genio.