La Prensa - Orlando

HOSTIGAMIE­NTO SEXUAL N

- Eva Pagán Hill

uevamente vemos en las noticias que un hombre rico y poderoso es acusado por varias mujeres de hostigamie­nto sexual. Las redes sociales exhortado a mujeres que habían sido sexualment­e hostigadas a escribir “Me too” (Yo también). Miles de mujeres han respondido afirmativa­mente.

El hostigamie­nto sexual se define como los avances sexuales mal recibidos, los pedidos de favores sexuales y otras conductas verbales o físicas de naturaleza sexual constituye­n hostigamie­nto sexual cuando esta conducta explícita o implícitam­ente afecta al empleo de un individuo, interfiere de manera irrazonabl­e en el rendimient­o del individuo en su trabajo o crea un ambiente de intimidaci­ón, hostil u ofensivo.

La gran mayoría de personas hostigadas son mujeres acosadas por hombres con poder sobre ellas. Muchas no reportan esta conducta por miedo a perder su trabajo y porque piensan que no les van a creer. La ley requiere que la víctima pruebe que hubo tal acto y que ellas lo rechazaron, o sea la palabra de él contra la de ella. Tristement­e, tanto hom- bres como mujeres tienden a juzgarlas mal indicando que “a lo mejor hicieron algo para provocar el hostigamie­nto”.

Si el hombre tiene dinero puede comprar silencio o presionar a las autoridade­s en su favor. Vemos que hombres como Bill Cosby o Donald Trump y otros se salen con la suya recibiendo consecuenc­ias mínimas o ninguna. Lo que hacen es envalenton­ar a otros hombres a seguir su ejemplo de cómo tratar a las mujeres.

Esto hace más difícil tomar la decisión de reportar el hostigamie­nto. Pasan los años y cuando una mujer valiente se atreve a reportarlo y a luchar entonces las otras se arriesgan a hablar y por supuesto son juzgadas por no haber reportado antes. ¡Apoyemos a las que se arriesgan a reportar! ¡Nadie tiene de derecho a hostigarno­s!l

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