RECUERDOS PARA NUNCA PERDER LA ESPERANZA
Como les indiqué anteriormente, para mí este año es el comienzo de una nueva etapa ya que gracias a Dios mi hijo está en la recta final y vuelvo a integrarme a mi comunidad nuevamente.
Como les dije anteriormente, el accidente de mi hijo fue espantoso, algo que no le deseo ni a mi peor enemigo.
Ver a un hijo desbaratado físicamente e inconsciente sin poder decir nada es horrible. Diariamente enfrentábamos nuevos retos. Siempre con fe pidiéndole al Señor que no me quitara mi única razón de existir y que yo no era lo suficientemente fuerte para existir sin él.
Todos los días, tan pronto me dejaban entrar a TICU (Traumatic Intensive Care Unit) de Orlando Regional Medical Center (ORMC) le daba un beso y le hablaba. ¡Sí, le hablaba! Oyen aunque no puedan contestar y lo sé por experiencia propia que no viene al caso. Por lo tanto entraba, le daba los buenos días, un beso en la mejilla y le decía dónde estaba para que no se asustara y luchara. “Sorry”, pero siendo un poco egoísta, también le pedía que no me dejara. Diariamente por la mañana y por la noche antes de irme.
Wow, recuerdos difíciles, pero quiero que de algo les sirva mi experiencia para que nunca pierdan la esperanza.
No salía del cuarto velando los monitores y a mi hijo. Las enfermeras eran muy buenas conmigo también y nunca me quitaban la esperanza, aún entendiendo mejor la severidad de sus heridas y que se nos podía ir en cualquier momento.
En dos ocasiones me lo desahuciaron de la iglesia a la que pertenezco porque así de malo se puso cuando ambos riñones le dejaron de funcionar, por lo que parecía una eternidad porque hubo que darle diálisis casi diariamente mientras yo velaba por el cristal.
¡Dios los bendiga!l