PODER DE LA MENTE
“La mente es como el agua. Cuando hay turbulencia, es difícil ver. Cuando está en calma, podemos ver claramente”. Pensamiento budista.
Vivimos en tiempos de gran turbulencia. Las presiones sociales, económicas y eventos externos nos estresan. Nuestras expectativas sobre cómo “deberían ser las cosas” nos abruman. La negatividad domina nuestras relaciones interpersonales y conversaciones internas. Tomar medicamentos para depresión y ansiedad y la tasa de suicidios y actos violentos son prevalentes en nuestra sociedad. Se nos olvida que nuestra mente es muy poderosa.
Nos preocupamos y perdemos sueño por cosas que están fuera de nuestro control. Si tomamos tiempo para “calmar las aguas” podemos visualizar con mayor claridad lo que podemos controlar o cambiar, los pasos a seguir para solucionar problemas y los recursos disponibles para ayudarnos.
Cuando respiramos profundamente y nos damos un “time out”, podemos evitar actos impulsivos que luego nos pesarán.
Todos hemos escuchado la frase “nosotros somos nuestros peores enemigos” y debemos reconocer que nuestras conversaciones internas están llenas de autoinsultos y mensajes que nos limitan. Cuando detenemos y cambiamos estas palabras, comenzamos a creer en nuestro potencial y a reconocer nuestra capacidad para lograr lo que nos proponemos.
Un regalo especial que podemos darnos es “hacer tiempo” para aprender a usar nuestra mente para motivarnos y no limitarnos, para valorarnos y no humillarnos, para cuidarnos y no descuidarnos. Confrontando frases como “no tengo tiempo”, “no puedo”, “es muy difícil”, “pero….” y sustituyéndolas con frases que nos motivan abrimos las compuertas para que nuestra mente desarrolle su potencial.
Dar oportunidades a nuestros hijos para hacer cosas, cometer errores y aprender de estos los ayudará a creer en sí mismos y el potencial de sus mentes.
No hay fracasos si aprendemos y para eso Dios nos dio una mente poderosa.l