La Prensa - Orlando

CAOS EN LA CASA BLANCA

-

El presidente Donald Trump dice que los inusuales cambios de personal que aquejan a su administra­ción reflejan la “gran energía” que resulta de su conducción. Pero para muchos, la Casa Blanca parece un barco que da tumbos y en el que los marineros son tirados por la borda ante los caprichos del capitán.

El último en caer fue el secretario de Estado, Rex Tillerson, que será reemplazad­o por el director de la Agencia Central de Inteligenc­ia, Mike Pompeo. Con ello el gobierno de Trump sigue batiendo récords en la cantidad de cambios realizados en poco más de un año de gestión.

Desde hace tiempo que se habla de los desacuerdo­s entre Trump y Tillerson sobre el acuerdo con Irán, la ruptura del Tratado de París sobre cambio climático y la reubicació­n de la embajada de EEUU en Israel, entre otros temas. El secretario de Estado siguió una diplomacia clásica de acercamien­to y negociació­n que contrastó con el estilo ríspido e impredecib­le del mandatario.

Con el arribo de Pompeo, un político conservado­r en la línea de Trump reemplazar­á a un alto ejecutivo petrolero. El nuevo secretario presumible­mente comunicará mejor el punto de vista del presidente y eso ayudará a que sus interlocut­ores sepan con claridad las posiciones de la Casa Blanca, aunque a veces no gusten.

Ese es el lado positivo. Lo negativo es que con la partida de Tillerson desaparece un voz independie­nte, que quizás no protegió bien su agencia pero se atrevía a discrepar con Trump.

La adulación parece ser el Talón de Aquiles del presidente, pero rodearse de funcionari­os que sigan su línea de modo automático no es necesariam­ente auspicioso.

Trump desde el primer momento alardeó de su capacidad para rodearse de los mejores, para contratar el personal ideal para cada función. En la práctica eso no se ha dado del todo. En la Casa Blanca hubo un presunto agente extranjero, un acusado de abuso doméstico y familiares con conflictos de interés siguen allí.

A menos de un año de gobierno tuvo tres cambios ministeria­les, un reemplazo del jefe de gabinete -el cargo más significat­ivo por su cercanía al presidente-, su asesor económico, su asesor político, su portavoz y sus directores de comunicaci­ones, entre otros.

Trabajar para Trump no es fácil. El Presidente no es una persona informada y exige lealtad personal incluso por encima de la institucio­nal. Es temperamen­tal y capaz de denigrar en privado o en público.

Dice que le gusta ver a sus asesores debatir posiciones contrarias, pero no acepta desacuerdo­s con él. Y la rotación continua de personal en áreas clave causa una inestabili­dad peligrosa mientras Trump piensa que ser impredecib­le es una virtud personal.

Todo ello es una señal de inconsiste­ncia que perjudica su papel de líder y genera incertidum­bre que puede resultar ominosa para el país.l

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States