VIVIENDO POR FE, PARTE 4
Muchas veces caemos en el error de que nuestra fe está basada en la opinión y las palabras y consejos de los demás. Es muy común escuchar “en mi opinión” y mucha gente sigue estas corrientes, muchas veces bien intencionadas pero no son las correctas.
En mi vida ministerial he tenido muchas veces “que taparme mis oídos”, no escuchar a los demás y creerle a la palabra de Dios. Si nosotros queremos vivir por fe, la que mueve montañas, tiene que estar basada únicamente en la palabra de Dios. Recordemos que el Señor nos dio una gran lección al respecto refiriéndose a los dos cimientos. Dijo que “cualquiera que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca y vinieron las vientos, la lluvia y la golpearon pero no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero el que oye estas palabras y no las hace, lo compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena y vinieron los vientos y las lluvias y la golpearon contra esta casa y se derrumbó”.
Observemos la importancia de oír la palabra de Dios, pero obedecerla, de lo contrario nuestra vida estaría fundada en la arena. Desafortunadamente muchos de nosotros hemos construido nuestra vida sin fundamento y cuando vienen las pruebas y momentos difíciles, flaqueamos y parece que todo se hubiera terminado, parece que hubiéramos construido un castillo de naipes.
Cada uno tome su propia decisión: le creemos a los hombres o le creemos a la palabra de Dios, por esto es tan importante leer, estudiar y memorizar su palabra. Él mismo nos dice que “mis palabras son vida a los que las hayan”. Estamos seguros de nuestra salvación por su palabra. Se me portan bien y buen genio.