UN COMERCIAL POLÍTICO
El mensaje a la nación del presidente Donald Trump fue un comercial político cuyo tiempo fue donado por los medios de comunicación. No hay ninguna crisis que exija la atención que se le brindó al mandatario más que su urgencia de cumplir una promesa electoral ominosa y controversial.
Según la narrativa de Trump hay una ola de delincuencia y criminalidad del estilo más cruel, en donde hasta la policía está en peligro y que es causada por inmigrantes indocumentados. El presidente pretendió que hay supuestamente casos específicos y cifras por doquier para demostrarlo.
De la misma manera, para el presidente la epidemia de adicción y muertes por sobredosis ligada al fentanilo y la heroína se debe presuntamente a que la mayoría de la droga penetra al país desde la frontera sur, que “no tiene vigilancia ni barrera”.
Todo ello es equívoco. Estudios serios han mostrado reiteradamente que el índice de criminalidad de los inmigrantes es mucho menor que los de la población en general. La tasa de delincuencia en las ciudades grandes que tienen una importante comunidad indocumentada es menor que en otras regiones. Los repudiables crímenes cometidos por indocumentados son en realidad casos concretos, no una norma o tendencia generalizable a toda la comunidad inmigrante.
Así, el tema de la barrera fronteriza es parte de una amplia negociación sobre inmigración y seguridad. No hay urgencia para tratarlo individualmente ni razón para justificar en él el cierre del gobierno.
Las drogas entran a Estados Unidos principalmente de contrabando por los puertos de entrada y por la costa, según las autoridades antidrogas.
Además, la amenaza y la crisis de seguridad en la frontera no existen para quienes viven en la región fronteriza. Las cifras de detenciones actuales -forma en que se mide el movimiento de indocumenta-dosestán entre las más bajas en muchos años. Si existe una urgencia es en los puertos de entrada ante la falta de voluntad para recibir solicitudes de asilo. Pero en ello el muro no tiene relación alguna.
La verdadera crisis está en el gobierno, porque la Casa Blanca se encerró en una promesa electoral sin aparentemente tener una estrategia de salida. En medio están los 800,000 empleados federales que el viernes no recibirán su sueldo. Esos mismos cuya frágil situación económica fue ignorada olímpicamente. Ellos hoy no cuentan para Trump.
Trump fue electo denunciando una crisis de seguridad inexistente cuyo espejismo él quiere mantener a toda costa.l