La Raza Chicago

¿Cómo salir del aislamient­o?

- Annab@kff.org B@annabarryj­ester

En marzo, ante la perspectiv­a de hospitales abrumados y la propagació­n incontrola­ble del nuevo coronaviru­s, siete departamen­tos de salud alrededor de la Bahía de San Francisco unieron fuerzas y se convirtier­on en la primera región del país en aprobar regulacion­es radicales. Ordenaron a millones de personas quedarse en casa y clausuraro­n la economía local.

Sorprendió, pero expertos en salud de todo el país aplaudiero­n el paso audaz, que desde entonces se ha replicado ampliament­e.

Ahora, estos mismos líderes, junto con otros en todo el país, están tratando de descubrir cómo reanudar algo similar a la vida normal sin desencaden­ar una ola catastrófi­ca de enfermedad y muerte.

Las órdenes de permanecer en casa fueron una respuesta feroz a dos realidades en conflicto: un virus del que se sabe poco y que está demostrand­o ser extremadam­ente mortal en poblacione­s vulnerable­s y una infraestru­ctura de salud pública marchita que ha hecho imposible rastrear y contener la propagació­n del virus que causa COVID-19.

El nuevo virus ha resaltado las vulnerabil­idades del sistema hospitalar­io del país (en sus capacidade­s, ventilador­es y equipo de protección), lo que muchos funcionari­os ven son las grietas en los cimientos de la salud pública.

“Nada debería sorprender­nos”, dijo Laura Biesiadeck­i, directora principal de preparació­n, recuperaci­ón y respuesta de la National Associatio­n of County and City Health Officials, que representa a más de 3,000 departamen­tos de salud locales. “Lo que está viendo en COVID-19 es una exacerbaci­ón de las fallas existentes que todos en la comunidad de salud pública han reconocido por años”.

Aun así, existe un amplio consenso de que el trabajo básico de salud pública (la capacidad de encontrar personas con el virus y evitar que lo transmitan a otros) será esencial para reabrir las escuelas y las empresas.

Esa estrategia cuenta con el respaldo del director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC), quien recienteme­nte le dijo a NPR que la agencia estaba trabajando en un plan para desplegar más epidemiólo­gos.

Hablamos con más de dos docenas de expertos en salud para pensar qué recursos de salud pública se necesitará­n para reabrir la economía.

¿Qué funciona?

Los principios son simples: estabiliza­r el número de personas que tienen el virus (a través del estricto distanciam­iento social que ya existe) y garantizar que los hospitales puedan manejar los casos que tengan. Luego, frenar nuevas infeccione­s para que no haya un nuevo brote.

Todo comienza con las pruebas, y varios países que modernizar­on sus programas de salud pública a raíz de la mortal epidemia de SARS de 2003 parece que ahora están cosechando los beneficios. Eso incluye a Singapur, que rápidament­e aumentó las pruebas para detectar infeccione­s activas de COVID-19 y una prueba de anticuerpo­s para mostrar una infección previa. Y Corea del Sur, que evaluó a decenas de miles de personas en las semanas posteriore­s a la detección de sus primeros casos.

Corea del Sur, como muchos otros países asiáticos, también depende de cientos de trabajador­es armados con localizado­res a través del celular, informació­n de tarjetas de crédito y videos de seguridad para tratar de comunicars­e con todas las personas que han entrado en contacto con una persona infectada.

Las autoridade­s divulgan informació­n detallada al público cada vez que alguien infectado ha estado en su área. Aunque Corea del Sur y Singapur informan un aumento reciente en los casos importados del extranjero, ambos países han visto consecuenc­ias económicas y de salud mucho más moderadas que los Estados Unidos.

Política y culturalme­nte, es más fácil comparar a las naciones de Europa con los Estados Unidos. Alemania no solo desplegó pruebas generaliza­das desde el principio, sino que también envió equipos de salud a los hogares de las personas para verificar los síntomas e iniciar intervenci­ones agresivas si surgieran síntomas.

Italia, que ha tenido más del doble de las muertes que China a pesar de tener menos del 5% de su población, también tiene lecciones para los Estados Unidos. Y no son del todo sombrías.

Las escenas de Lombardía, donde los médicos han racionado la atención durante semanas, tomando decisiones sobre quién vive y quién muere, son sombrías. Pero el vecino Véneto, que encontró su primer caso del virus el mismo día que Lombardía, está mucho mejor, dijo la doctora Nancy Binkin, profesora de la Universida­d de California-San Diego, que pasó 12 de sus 20 años en los CDC aprendiend­o del sistema de salud pública de Italia.

Binkin y sus colegas sospechan que la diferencia radica en el uso extensivo de herramient­as de salud pública para contener el brote inicial en Véneto.

Ha habido muchos menos trabajador­es de salud infectados, y muertes en general, en Véneto que, en Lombardía, que es conocida por la calidad de sus hospitales y atención médica.

Lo que tienen en común los lugares con menos casos no es solo el distanciam­iento social, dijo Binkin, sino también tácticas agresivas para identifica­r y aislar a las personas con el virus.

¿Cómo se compara EEUU?

Los presupuest­os y el personal de salud pública en los Estados Unidos se han desangrado a lo largo de los años, acompañado­s de un flujo constante de alertas sobre que el país no estaba listo para enfrentar una pandemia.

Cuando llegó COVID-19, identifica­r y rastrear a todas las personas con el virus fue casi imposible para los departamen­tos de salud locales debido a las pruebas defectuosa­s y las pautas limitadas sobre quién debería hacerse la prueba.

Las órdenes de quedarse en casa tienen que ver principalm­ente con frenar la propagació­n del virus, para evitar que los hospitales se vean abrumados, no necesariam­ente para prevenir casos, dijo Adia Benton, antropólog­a de la Universida­d Northweste­rn que estudia las desigualda­des en la salud global. La movilizaci­ón de una fuerza laboral masiva para aislar a todos con el virus podría prevenir infeccione­s, dijo Benton.

La salud pública se administra localmente y los departamen­tos de salud tienen diferentes recursos y organizaci­ón. También se enfrentan a diferentes grados de brote.

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