LA SALUD MENTAL DE LOS LATINOS
Con el advenimiento del covid-19 crecieron dramáticamente los problemas de salud mental en la población. Desde que comenzó la pandemia aumentaron la depresión, ansiedad, ataques de pánico, trastornos por uso de sustancias, tendencias suicidas, y entre niños y adolescentes el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (ADHD en inglés).
Para los latinos, que han experimentado tasas más altas de muertes por covid-19, esta crisis es especialmente dolorosa.
Frente a ello, los recursos existentes no alcanzan. Los terapeutas tienen largas listas de espera y la nueva línea de prevención del suicidio y crisis, 988, carece de personal capacitado suficiente.
El resultado es un problema que va creciendo y que requiere una solución a nivel nacional específica para la comunidad latina.
La razón es que tenemos un mayor porcentaje de familias sin seguro médico y poco acceso a servicios de salud, que de cualquier manera escasean allí donde vive nuestra gente. La movilidad de nuestras familias es mayor, lo que impide tener un equipo de atención médica permanente.
Para los inmigrantes, la barrera del idioma previene una comunicación fluida con profesionales de la salud, especialmente entre las madres inmigrantes de niños en edad escolar.
Pero quizás el problema más grave es el cultural. A menudo, nuestra gente percibe que el tratamiento de salud mental es innecesario, y existe un estigma que equipara los problemas antes detallados con la locura, llevando a discriminación y humillación.
Pero para aquellos que solicitan ayuda, la respuesta médica se basa demasiado en la prescripción de medicamentos psiquiátricos, que los médicos, abrumados por la cantidad de pacientes, y presionados por los representantes de las empresas farmacéuticas, indican en muchos casos después de una breve entrevista. Y después de la receta no existe suficiente seguimiento y el prolongado lapso entre citas hace más difícil un buen tratamiento.
En el Congreso se está debatiendo una legislación bipartidaria para confrontar estos problemas, y algunos elementos para la reforma de la salud mental ya se incluyeron en el proyecto de ley de seguridad de armas de junio, junto con un aumento de fondos para programas federales.
Es esperanzador el trabajo bipartidista en el Senado para una ley específica de salud mental, ya avanzada en la Cámara Baja. Se debate la salud médica entre menores de edad y el financiamiento de programas de telesalud a través de Medicare y Medicaid, así como la paridad de la salud mental con otras enfermedades en las pólizas de las empresas de seguro.
Esperamos que estos proyectos puedan votarse en este período de deliberaciones, y que incluyan soluciones específicas para la comunidad latina, como extender el acceso a salud mental en español, abaratar los costos, financiar más trabajadores sociales bilingües en las escuelas, fomentar la educación sobre salud mental en los medios latinos, entre otras.
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