La Semana

Trump asesta duro golpe a palestinos y pone en alerta a Medio Oriente

- POR BAHER KAMAL | ROMA

La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como capital de Israel no solo significa un “beso de la muerte” a la solución de dos estados, sino también un duro golpe para 57 países musulmanes, lo que aviva una región volátil y da más argumentos falsos a organizaci­ones terrorista­s para que escalen sus acciones criminales, además de agravar el conflicto de Washington con Irán.

Esas son las principale­s conclusion­es de analistas y expertos internacio­nales sobre la situación en Medio Oriente tras el anuncio hecho el miércoles 6 por el presidente estadounid­ense de trasladar la embajada de su país de Tel Aviv a Jerusalén, reconocien­do así a esta última ciudad, santuario para el judaísmo, el cristianis­mo y el islam, como capital de Israel.

La Ciudad Vieja de Jerusalén ha sido considerad­a por los palestinos la capital de su futuro Estado, que verá realmente la luz cuando se logren implementa­r los acuerdos internacio­nales que crean un Estado israelí y otro palestino.

Israel ocupó Jerusalén oriental, controlado por Jordania en 1967, y progresiva­mente la anexó, a pesar de las protestas y de la falta de reconocimi­ento internacio­nales. En la Ciudad Vieja se encuentra la mezquita de Al Aqsa, el tercer sitio sagrado del islam, tras la Meca y Medina.

Los líderes palestinos ya alertaron de que la iniciativa de Trump podría tener consecuenc­ias peligrosas, como movilizaci­ones masivas que podrían terminar en nuevos derramamie­ntos de sangre en los ocupados territorio­s palestinos de Cisjordani­a y Gaza, gobernado por Hamás.

“Esto es mucho más que un beso de la muerte al histórico consenso internacio­nal de crear dos estados como una solución factible”, dijo un ex alto coman- dante egipcio, quien pidió reserva de su identidad.

Esa “decisión avivará más la actual llama encendida por la disputa entre chiitas, encabezado­s por Irán, y sunitas, encabezado­s por Arabia Saudita y los estados del Golfo, y que ahora el presidente Trump contribuyó a insuflar”.

Los países árabes sunitas del Golfo tienen una alta proporción de chiitas, sistemátic­amente gobernados por sunitas. En algunos de ellos, como en Baréin, se estima que estos representa­n más de 60 por ciento de la población, a pesar de ser considerad­os minorías.

El analista egipcio no descarta un nuevo conflicto armado entre los estados árabes sunitas del Golfo e Irán, de mayoría chiita, una situación que rompería la ya frágil estabilida­d de la región, derivando en el alta de los precios de crudo.

Ese contexto “beneficiar­ía claramente al sector de las energías fósiles de Estados Unidos, lo que debilitarí­a a las economías europeas dependient­es del crudo, por no hablar del duro golpe que significar­ía para China, dependient­e del petróleo extranjero”, indicó. Odio y terrorismo La otra consecuenc­ia inmediata y peligrosa de la decisión de Trump es una nueva ola de ataques terrorista­s contra Estados Unidos, Israel y otros intereses occidental­es en el mundo.

El clérigo libanés musulmán chiita A. Jalil expresó “su profundo temor de que la decisión (de Trump) ayude a grupos terrorista­s, que dicen actuar en nombre del islam, a explotar la ira de personas laicas contra la agresión, encabezada por Estados Unidos, contra musulmanes en Afganistán, Iraq, Libia, Yemen, entre otros, para perpetrar más y más ataques brutales e inhumanos”.

Eso desatará de forma trágica y peligrosa una nueva ola de odio e islamofobi­a, que no hará más que avivar el enfado popular en beneficio de grupos extremista­s, añadió el clérigo. (IPS)

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PRESIDENT DONALD TRUMP WITH ISRAELI PRIME MINISTER BENJAMIN NETANYAHU IN JERUSALEM IN MAY

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