La Semana

MASCARA RACIAL DE 1921 100 AÑOS DESPUÉS

1921 Race Massacre, 100 years on

- POR WILLIAM R. WYNN | TULSA, OK

Hace 100 años, el 31 de mayo y el 1 de junio de 1921, una escena tan horrible que casi parece surrealist­a se desarrolló en el centro de Tulsa y el distrito de Greenwood, un vecindario próspero conocido a lo largo y ancho como "Black Wall Street".

Pero lo que sucedió en esos dos días fue demasiado real para los hombres, mujeres y niños que fueron aterroriza­dos, asesinados o dejados sin hogar por una turba blanca racista y sanguinari­a en lo que la historia ha llamado "La Masacre Racial de Tulsa de 1921". Ahora, mientras la ciudad de Tulsa enfrenta su oscuro pasado en el centenario de la masacre, los sobrevivie­ntes y descendien­tes de aquellos que perdieron sus hogares, negocios y familiares en el vergonzoso evento siguen sin recibir compensaci­ón y luchando por encontrar un cierre.

Comenzó como un intento de linchar a un joven negro falsamente acusado de atacar a una mujer blanca en un ascensor del centro, y aunque el linchamien­to se evitó, la violencia se extendió desde las escaleras de la cárcel hasta el cercano distrito de Greenwood. En la mañana del 1 de junio, la turba blanca enloqueció, disparando indiscrimi­nadamente, saqueando y quemando. Los relatos de la violencia detallaron los horrores espeluznan­tes a los que fueron sometidos los residentes, con el terror lloviendo desde el cielo mientras bolas de trementina en llamas caían desde aviones sobre los techos de casas, negocios e iglesias. Hubo más de 300 personas asesinadas, miles quedaron sin hogar y casi 40 acres quedaron reducidos a escombros ardientes.

Sólo tres sobrevivie­ntes de la Masacre Racial de Tulsa de 1921 siguen vivos. Contaron sus historias al congreso recienteme­nte cuando se acercaba el centenario. Archivado en el Greenwood Cultural Center y en línea en el sitio web del John Hope Franklin Center for Reconcilia­tion (jhfcenter.org), aquí están los recuerdos de algunos de los que vivieron este terrible capítulo en la historia de Tulsa.

Ernestine Gibbs

Nacimiento: 15 de diciembre de 1902

“Un amigo de la familia vino de un hotel en Greenwood donde trabajaba y llamó a nuestra puerta. Estaba tan asustado que no podía quedarse quieto ni acostarse. Simplement­e caminaba de un lado a otro del piso hablando del "lío" que estaba ocurriendo en el centro de la ciudad y en Greenwood. Cuando llegó la luz del día, la gente negra se movía por las vías del tren como hormigas. Nos unimos a la gente que huía. Durante este frenesí de huida, llegamos a Golden Gate Park cerca de 36th Street North. Tuvimos que correr desde allí porque alguien nos advirtió que los blancos estaban disparando a los negros que huían por las vías del tren. Algunos de ellos fueron baleados por personas blancas disparando desde aviones. El 1 de junio de 1921, los guardias nos encontraro­n y nos llevaron al recinto ferial. Volver a Greenwood fue como entrar en una zona de guerra. ¡Todo había desapareci­do! La gente se quejaba y lloraba cuando miraba donde estaban sus casas y negocios. Nunca lo olvidaré. ¡No, nunca!".

J.B. Bates

Nacimiento: 13 de junio de 1916

“Solo tenía cinco años, demasiado joven para saber el significad­o de un motín, pero recuerdo que mi madre estaba tan asustada que supe que algo andaba terribleme­nte mal. La milicia detuvo a papá y a mis tíos. Mientras la milicia estaba ocupada llevándose a los hombres de la familia, mi madre se escapó con mi hermana Roxanna y yo y corrió a esconderse en un gallinero. Con nosotros, estaba un anciano en un bastón. ¡Mientras corríamos, un avión voló muy bajo y alguien en el avión disparó y mató a ese anciano! Mi madre hablaba a menudo de los disturbios, pero mi padre nunca hablaba de eso".

Beulah Lane Keenan Smith

Nacimiento: 20 de mayo de 1908

“Los mafiosos habían hecho un agujero en el costado de la tienda y le habían prendido fuego. Ese fue el día más triste de mi vida. Ese motín nos quitó la inocencia de la infancia. Los sueños de mi vida también fueron destruidos por ese motín. De hecho, había decidido convertirm­e en maestra de escuela cuando fuera mayor. Pero ese motín puso fin a eso. Perdimos todo en los disturbios y tuve que dejar la escuela para trabajar y ayudar con el apoyo familiar”.

Estas son solo algunas de las trágicas historias recordadas por los que lograron sobrevivir a esos dos días inimaginab­les y las dificultad­es que siguieron. Lamentable­mente, como han demostrado los acontecimi­entos de los últimos años, este país todavía no ha aceptado el tema del racismo. Esperemos que no tome otros cien años. (La Semana)

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