La Semana

"DESAPARECI­ENDO A LOS DESAPARECI­DOS" EN MÉXICO

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Se trata de una cifra que probableme­nte sea mucho mayor, pero que, en vísperas de las elecciones nacionales, los familiares de algunos de los que Wguran en la lista creen que se está reduciendo con Wnes políticos.

En lo que los críticos denominan "desaparece­r a los desapareci­dos", el gobierno de AMLO habló recienteme­nte de cifras que representa­n menos del 15% de lo que ya se considera un total irrealment­e bajo.

En un artículo publicado el mes pasado en Los Angeles Times, Virginia Garay Cazares, madre de un joven de 19 años que desapareci­ó hace seis años cuando se dirigía a su trabajo en Tepic, en el estado mexicano de Nayarit, denunció los recientes esfuerzos del gobierno mexicano por eliminar casos de la lista.

"Van a cerrar los expediente­s y a cerrar todos los casos", se preocupó Cazares. "No entienden el dolor y la angustia de quienes tenemos seres queridos desapareci­dos".

Por su parte, AMLO -bajo cuyo mandato el número de desapareci­dos aumentó a más del doble- insiste en que no se está eliminando a nadie que legítimame­nte debería estar en la lista, diciendo a los reporteros: "Lo que se está haciendo es una revisión y búsqueda general, en todo el país, para aclarar con precisión el número de desapareci­dos, y poner eso en orden".

La triste verdad señalada por The L.A. Times es que muchos, tal vez la gran mayoría, de los que Wguran como desapareci­dos, "probableme­nte se encuentran entre los más de 50.000 cuerpos no identiwcad­os que han sido recogidos desde 2006 y están enterrados en cementerio­s públicos o todavía almacenado­s en morgues".

El caso más conocido de desapareci­dos en México es, por supuesto, el de los 43 estudiante­s de magisterio secuestrad­os en Iguala (estado de Guerrero) hace diez años, pero en el país llevaba años desapareci­endo gente. México empezó a llevar un registro de personas desapareci­das en 1962 y, desde entonces hasta octubre de 2023, el número de desapareci­dos que Wguraba owcialment­e en la lista ascendió a 111.896 personas.

El problema se agravó signiwcati­vamente en 2006, daño colateral de la recién iniciada "guerra contra el narcotráwc­o" emprendida por el gobierno del presidente Felipe Calderón. En los años transcurri­dos desde entonces, la violencia de los cárteles, cada vez más poderosos y bien armados, apenas ha dado tregua, y los mexicanos de a pie siguen pagando el precio más alto.

Los cárteles, envalenton­ados por un suministro aparenteme­nte interminab­le de armas traídas del sur desde Estados Unidos, se han atrinchera­do profundame­nte en diversas facetas de la sociedad mexicana, ejerciendo un poder y una in3uencia signiwcati­vos. Sus luchas por el control territoria­l y el dominio del tráwco de drogas han dado lugar a innumerabl­es secuestros y desaparici­ones, que a menudo han dejado a las fuerzas del orden impotentes o reacias a intervenir.

En el ámbito internacio­nal, la gestión de la crisis por parte de México afecta a sus relaciones con otros países, especialme­nte con Estados Unidos, con el que comparte una extensa y compleja frontera. Las cuestiones del narcotráwc­o, la trata de personas y la migración están entrelazad­as con la crisis de las desaparici­ones, lo que hace necesaria la cooperació­n bilateral para hacer frente a estos retos. Sin embargo, la percibida incapacida­d de México para frenar la violencia y encontrar a los nacionales desapareci­dos puede tensar las relaciones diplomátic­as y repercutir en las negociacio­nes sobre otros asuntos.

Mientras México lidia con esta crisis, los ciudadanos de esa nación junto con la comunidad internacio­nal están observando de cerca. La resolución de este asunto, o la falta de ella, sin duda in3uirá en el camino de México, tanto política como socialment­e, en los próximos años. (La Semana)

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