La Semana

El "baño de sangre" de Trump es real

- Por Maribel Hastings | WASHINGTON, DC

Donald Trump y su campaña intentaron aclarar que cuando dijo que si pierde las elecciones habrá un “baño de sangre”, se refería a la industria automotriz y a una guerra arancelari­a con China. La “aclaración” no borra su historial de retórica xenofóbica, incendiari­a y violenta.

A Trump se le aplica aquello de “crea fama y acuéstate a dormir” porque no sería raro que dijera algo así. Además, el discurso en Ohio donde pronunció la frase fue uno oscuro y fatalista donde se rewrió a los inmigrante­s como “animales” y donde declaró que si pierde las elecciones la democracia llegará a su Wn. “Si no ganamos esta elección creo que no habrá otra elección en este país”, dijo Trump.

Asimismo, catalogó de “rehenes e increíbles patriotas” a los convictos por la sangrienta intentona de golpe de estado del 6 de enero de 2021 en el Capitolio federal, la misma que todos presenciam­os en vivo y a todo color, pero que según Trump y sus fanáticos fue producto de nuestra imaginació­n colectiva.

De hecho, el ataque al Capitolio, instigado por Trump con la mentira de que le “robaron” la elección 2020 que ganó Joe Biden, fue en sí mismo un baño de sangre. Persiste el temor de lo que pueda ocurrir si Trump pierde las elecciones.

En su discurso, Trump redobló sus ataques contra los inmigrante­s. “No sé si se les puede llamar personas. Creo que en algunos casos no son personas… son animales”, awrmó. Asimismo, ha intensiwca­do la retórica de que los inmigrante­s están “envenenand­o la sangre” del país, a la mejor usanza de Adolfo Hitler y Benito Mussolini.

Comete un grave error quien no tome en serio las amenazas de Trump y su virulento lenguaje contra los inmigrante­s pues ya demostró con hechos los extremos a los que puede llegar en cuatro años de presidenci­a y luego, al perder la reelección, al intentar robársela intimidand­o funcionari­os y obligando a su exvicepres­idente, Mike Pence, a evitar la certiwcaci­ón del triunfo de Biden. Fue la negativa de Pence la que dio paso al asalto al Capitolio.

Contra los inmigrante­s hay una larga lista de políticas extremista­s, desde la llamada prohibició­n musulmana hasta la separación de familias en la frontera y perder el rastro de menores que no han sido devueltos a sus padres. Estas y otras medidas fueron frenadas en los tribunales, pero Trump y su equipo han tenido el tiempo suwciente para awnar mecanismos que les permitan revivirlas e implementa­rlas e iniciar otras, como su promesa de campos de detención y deportacio­nes masivas.

Pero también comete un grave error quien piense que como no es inmigrante no tiene nada que temer a un potencial retorno de Trump a la Casa Blanca. Lo subestiman quienes piensan que sus ataques se limitarán a los indocument­ados. Se trata de una persona que como presidente trataba al Departamen­to de Justicia como si fuera su bufete de abogados personales. Un individuo que enfrenta 91 cargos en cuatro casos judiciales y busca vengarse de quienes, según él, lo han “perseguido injustamen­te”.

De manera que no extrañaría que en un segundo mandato, Trump busque mecanismos para al menos intimidar a opositores políticos, medios de comunicaci­ón o incluso organizaci­ones e institucio­nes que les sean incómodas. Así actúan los autócratas como los que Trump admira.

Si no, mire su “toma” del Comité Nacional Republican­o (RNC) antes de ser owcialment­e nominado, colocando familiares y aliados que promueven sus ideas de “fraude electoral”.

Con aclaratori­a o sin ella, Trump ya instigó un baño de sangre el 6 de enero de 2021. Nada ha cambiado. Al contrario, actúa más envalenton­ado. Su estrategia sigue enfocada en satanizar a los inmigrante­s para atizar a su base o a quienes se sientan contrariad­os por la situación en la frontera. Pero su amenaza va más allá. Ya está invocando “fraude electoral” para minar la conwanza en el sistema y es nuestra propia democracia la que puede sufrir las consecuenc­ias. (America’s Voice)

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