La Semana

ROBERT LAFORTUNE

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Nacido y criado en Tulsa, el compromiso de Lafortune con su ciudad natal fue evidente a lo largo de toda su carrera. Antes de ocupar el cargo de alcalde entre 1970 y 1978, fue Comisionad­o de Calles de Tulsa. Su liderazgo estuvo marcado por una inquebrant­able dedicación a mejorar la calidad de vida de los tulsanos, impulsado por la creencia en el potencial de grandeza de la ciudad.

Lafortune formaba parte de una destacada dinastía política de Tulsa. Su sobrino, Bill Lafortune, fue alcalde entre 2002 y 2006, y su nieto, G.T. Bynum, es el actual alcalde de Tulsa.

"No recuerdo ningún momento en el que mi abuelo no fuera mi héroe. Estoy agradecido por todo lo que aprendí de él sobre la fe, la familia y el servicio público", dijo Bynum. "A lo largo de 75 años de servicio a Tulsa, demostró el impacto positivo que una persona puede tener para el bien. Y abordó su trabajo en la ciudad de Tulsa como un servicio público, no como una oportunida­d política. Hizo una contribuci­ón signikcati­va a casi todos los aspectos de la vida comunitari­a de Tulsa a través de un esfuerzo incansable porque amaba mucho a nuestra ciudad."

Durante su mandato, Lafortune defendió numerosos proyectos de infraestru­cturas y obras públicas que han tenido un impacto duradero en Tulsa. Una de sus contribuci­ones más signikcati­vas fue el desarrollo del Tulsa Performing Arts Center, piedra angular de la comunidad cultural y artística de la ciudad. También desempeñó un papel fundamenta­l en la expansión del sistema de parques de la ciudad, y uno de los parques más queridos de Tulsa -donado a la ciudad por su padre en 1958- lleva el nombre de la familia.

La previsión de Lafortune en materia de planikcaci­ón y desarrollo urbanos ayudó a Tulsa a sortear los retos de la época, incluidas las recesiones económicas y la crisis del petróleo de la década de 1970.

Más allá de sus contribuci­ones a las infraestru­cturas físicas, Lafortune desempeñó un papel decisivo en el fomento de un espíritu de comunidad y colaboraci­ón en Tulsa. Era conocido por su capacidad para superar las diferencia­s, unir a la gente por una causa común e inspirar un sentimient­o de orgullo en la ciudad. Su estilo de liderazgo se caracteriz­aba por la franqueza, la integridad y un profundo respeto por las personas a las que servía. Lafortune era republican­o en una época en que los dos principale­s partidos políticos, aunque discrepaba­n en política, se trataban con civismo y respeto. Ha sido descrito por republican­os y demócratas como "honorable" y "un verdadero caballero".

En reconocimi­ento a sus servicios y contribuci­ones, Lafortune recibió numerosos premios y honores. Sin embargo, quienes le conocieron dicen que su mayor recompensa fue ver prosperar a Tulsa. Incluso después de su mandato como alcalde, Lafortune siguió participan­do activament­e en la comunidad, formando parte de varias juntas y continuand­o abogando por el desarrollo de la ciudad. Era humildemen­te Klantrópic­o, y otros siguieron su ejemplo.

Cuando Tulsa re(exiona sobre el legado de Robert Lafortune, está claro que su visión y sus esfuerzos han dejado una huella indeleble en la ciudad. Su liderazgo no sólo dio forma al paisaje físico de Tulsa, sino también a su identidad como comunidad vibrante y con visión de futuro.

Mientras Tulsa se despide de Robert Lafortune, su visión, su liderazgo y su amor por la ciudad seguirán siendo una luz que guiará a las generacion­es futuras y las inspirará para que sigan construyen­do sobre los cimientos que él sentó, un legado expresado en palabras del alcalde Bynum:

"Incluso a los 97 años, seguía entusiasma­do con la ciudad en la que se está convirtien­do Tulsa y creía que nuestros mejores días están aún por llegar". (La Semana)

ENGLISH

Born and raised in Tulsa, Lafortune’s commitment to his hometown was evident throughout his career. Before his tenure as mayor from 1970 to 1978, he served as Tulsa’s Commission­er of Streets. His leadership was marked by an unwavering dedication to enhancing the quality of life for Tulsans, driven by a belief in the city’s potential for greatness.

Lafortune was part of a prominent Tulsa political dynasty. His nephew, Bill Lafortune, served as mayor from 2002-2006, and his grandson, G.T. Bynum, is Tulsa’s current mayor.

“I can’t remember a time when my grandfathe­r wasn’t my hero. I am grateful for all I learned from him about faith, family, and public service,” Bynum said. “He showed through 75 years of service to Tulsa what a positive impact one person can make for the good. And he approached his work at the City of Tulsa as a public service, not as a political opportunit­y. He made a signi:cant contributi­on to nearly every aspect of Tulsa’s community life through tireless effort because he loved our city so much.”

During his time in o!ce, Lafortune championed numerous infrastruc­ture and public works projects that have had a lasting impact on Tulsa. One of his most signi:cant contributi­ons was the developmen­t of the Tulsa Performing Arts Center, a cornerston­e of the city’s cultural and artistic community. He also played a critical role in the expansion of the city’s park system, and one of Tulsa’s best loved parks – donated to the city by his father in 1958 – bears the family name.

Lafortune’s foresight in urban planning and developmen­t helped Tulsa navigate the challenges of the time, including economic downturns and the oil crisis of the 1970s.

Beyond his contributi­ons to physical infrastruc­ture, Lafortune was instrument­al in fostering a spirit of community and collaborat­ion in Tulsa. He was known for his ability to bridge divides, bring people together for a common cause, and inspire a sense of pride in the city. His leadership style was characteri­zed by openness, integrity, and a deep respect for the people he served. Lafortune was a Republican at a time when the two major political parties, while disagreein­g over policy, treated one another with civility and respect. He has been described by Republican­s and Democrats alike as “honorable” and “a true gentleman.”

In recognitio­n of his service and contributi­ons, Lafortune received numerous awards and honors. However, those who knew him say that his greatest reward was seeing Tulsa thrive. Even after his tenure as mayor, Lafortune remained actively involved in the community, serving on various boards and continuing to advocate for the city’s developmen­t. He was humbly philanthro­pic, and others followed his example.

As Tulsa re$ects on Robert Lafortune’s legacy, it is clear that his vision and efforts have left an indelible mark on the city. His leadership not only shaped Tulsa’s physical landscape but also its identity as a vibrant, forward-looking community.

As Tulsa says farewell to Robert Lafortune, his vision, leadership, and love for the city will remain a guiding light, inspiring future generation­s to continue building on the foundation he laid, an endowment put into words by Mayor Bynum:

“Even at the age of 97, he remained excited about the city that Tulsa is becoming and believed that our best days are yet to come.” (La Semana)

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