La Semana

ALGUNOS PRESIONAN PARA LIMITAR LOS PASEOS DE LOS MÚSICOS POR LA PLAYA

In heartland of Mexican banda, some push to limit strolling beach musicians

- BY Alberto Fajardo y José Cortes Reportaje de Alberto Fajardo y José Cortes; Escrito por David Alire García y Josie Kao By Reporting by Alberto Fajardo and Jose Cortes; Writing by David Alire Garcia and Josie Kao

MAZATLAN, México, (Reuters) – A medida que la música de la banda mexicana alcanza nuevas alturas a nivel mundial, una disputa enconada en los pozos tradiciona­les del género frustra a los propietari­os de hoteles contra los conjuntos de paseo que tocan canciones en la playa a todas horas del día y de la noche.

La disputa ha tenido lugar en Mazatlán, el soleado complejo de playa del Pacízco de México, donde durante años los músicos de banda han entretenid­o a los turistas con propinas, pero últimament­e los hoteles tienen un número creciente de quejas de ruido de turistas, en su mayoría mayores y extranjero­s.

Algunos de los propietari­os de hoteles quieren que las autoridade­s hagan cumplir una ley existente que limite el momento en que los músicos pueden tocar en la playa y en las plazas públicas.

“Hay mucha gente que cena y quiere irse a dormir”, dijo José Gamez, miembro de la asociación hotelera principal de Mazatlán, señalando que los grupos a menudo dan conciertos improvisad­os en la playa hasta altas horas de la noche.

“Esa es la parte que debe ser controlada y regulada”.

Banda, una forma de música regional mexicana con instrument­os de metal ruidosos como tubas y trompetas, se ha disparado recienteme­nte en popularida­d, en parte debido a jóvenes superestre­llas como Peso Pluma.

El año pasado, su música fue la quinta más transmitid­a en la aplicación de música Spotify, justo detrás de los gigantes de la música pop Taylor Swift, Bad Bunny, The Weekend y Drake.

Los músicos de banda locales argumentan que los esfuerzos para gobernarlo­s son inútiles.

“Esta es la música que representa a Mazatlán a nivel nacional e internacio­nal. Es imposible tratar de prohibirlo”, dijo Francisco, quien se negó a proporcion­ar su apellido, mientras sus compañeros músicos se establecie­ron detrás de él en medio de una multitud de turistas acurrucado­s bajo los paraguas.

La disputa también destaca las diferentes opiniones entre los visitantes, y algunos turistas mexicanos respaldan a los músicos como una parte fundamenta­l de la cultura local, mientras que algunos extranjero­s tienen una visión más matizada.

“¡Volvimos para escuchar más!” dijo una risa de Christy Upman, una turista de los Estados Unidos, diciendo que al principio no se molestaba.

“Pero cuando estás muy cerca y es muy ruidoso, eso puede ser abrumador”.

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Alberto Fajardo and Jose Cortes

MAZATLAN, Mexico, (Reuters) – As Mexican banda music scales new heights globally, a festering dispute in the genre’s traditiona­l home turf pits frustrated hotel owners against the strolling ensembles that play songs on the beach at all hours of the day and night.

The dispute has played out in Mazatlan, Mexico’s sunkissed Pacihc beach resort, where for years banda musicians have entertaine­d tourists for tips, but lately hotels Held a growing number of noise complaints from mostly older and foreign tourists.

Banda, a form of regional Mexican music featuring boisterous brass instrument­s including tubas and trumpets, has recently skyrockete­d in popularity, in part due to young superstars like Peso Pluma.

Last year, his music was the Hfth most-streamed on music app Spotify, just behind pop music juggernaut­s Taylor Swift, Bad Bunny, The Weekend and Drake.

Local banda musicians argue efforts to reign them in are futile.

“This is the music that represents Mazatlan at the national and internatio­nal level. It’s impossible to try to prohibit it,” said Francisco, who declined to provide his surname, while his fellow musicians set up behind him amid a throng of tourists huddled under umbrellas.

The dispute also highlights differing views among visitors, with some Mexican tourists backing the musicians as a fundamenta­l part of the local culture, while some foreigners take a more nuanced view.

“We came back to hear more!” said a giggling Christy Upman, a tourist from the United States, saying initially she was unbothered.

“But when you’re very close and it’s very loud, that can be overwhelmi­ng.”

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