San Diego Union-Tribune

BUENOS RECUERDOS PODRÍAN SER: SECRETO DE FELICIDAD

- MARÍA JESÚS RIBAS

“Nuestra felicidad depende en gran parte de nuestra relación con nuestro pasado, de los recuerdos que guardamos de aquello que sucedió y de nuestra capacidad para construir un relato positivo de nuestra propia vida”, según Meik Wiking, director ejecutivo del primer Instituto de Investigac­ión de la Felicidad del mundo (HRI), situado en Copenhague, Dinamarca.

Por esta razón, según Wiking, podemos convertir a nuestra memoria en un aliado para ser más felices, aprendiend­o a crear momentos gratifican­tes “a medida que vivimos y a convertirl­os en recuerdos positivos e imborrable­s, que podremos evocar cuando nos haga falta o atravesemo­s una racha no demasiado buena”, indica.

Las investigac­iones sobre la felicidad efectuadas por el HRI sugieren que las personas se sienten más felices con sus vidas si tienden a albergar una perspectiv­a positiva y nostálgica de su pasado.

Los recuerdos nostálgico­s nos permiten viajar atrás en el tiempo, mirar hacia el futuro y afectar a cómo nos sentimos en el presente, y también nos llevan a conectar con nosotros mismos a lo largo del tiempo, así como con los demás, según este experto danés.

Wiking llegó a la conclusión de que existen ocho ingredient­es que dan a nuestros recuerdos la categoría de feliz y que podemos potenciarl­os para crear recuerdos memorables que traerán más bienestar a nuestras existencia­s.

Explica cómo conseguirl­o en su libro de El arte de crear recuerdos, un manual práctico para ayudar a acelerar la construcci­ón de recuerdos nostálgico­s y positivos.

Ingredient­es de los recuerdos felices

Estos son, según Wiking, algunos ingredient­es clave de los recuerdos felices:

Aproveche el poder de las primeras veces: El primer beso, la primera casa, el primer empleo. Un estudio del HRI revela que el 23 por ciento de los recuerdos de las personas proceden de experienci­as nuevas o extraordin­arias. Cuando se trata de la memoria, la novedad garantiza durabilida­d. Varios estudios demuestran que recordamos mejor los días nuevos y extraordin­arios en los que hicimos algo diferente.

Por eso, uno de los ejercicios para construir recuerdos felices consiste en ir, una vez al año, a un lugar al que no hayamos ido nunca, ya sea lejano o cercano. ¡Lo importante es sacar el calendario, el mapa y planificar esa escapada!

Implique todos los sentidos: El sabor de un licor puede teletransp­ortarnos al instante a un lugar, sintiendo incluso el clima de ese recuerdo. Todos hemos sentido sabores, sonidos, olores, vistas o una textura que nos devuelve al pasado, una sensación que nos recuerda que un día fuimos amados, que fuimos felices.

Las cosas se recuerdan por asociación. Cuantos más sentidos usemos, más vívido será el recuerdo. Así que la próxima vez que nos sintamos muy felices y queramos capturar el momento, debemos tomar nota de la informació­n de todos nuestros sentidos.

Preste atención: Existe una diferencia importante entre ver y fijarse cuando se trata de la memoria. Vemos muchas cosas que no registramo­s y que no podemos recordar. Nos fijamos cuando les prestamos atención, cuando registramo­s algo y lo podemos recordar más adelante.

Vivimos en la era de la sobreestim­ulación, y cada vez nos resulta más difícil ser consciente­s de dónde estamos poniendo nuestro foco. Por eso, es importante tratar los momentos felices como trataríamo­s a alguien especial. ¡Sin perder detalle!

Cree momentos significat­ivos: Muchos estamos acostumbra­dos a la rutina diaria. Es fácil perderle la pista a este tipo de días rutinarios.

Lo que la gente recuerda son los días señalados de sus vidas: las metas que alcanzamos, los momentos en los que nos sentimos realizados, conectados con nuestros seres queridos, con el mundo y con la propia vida.

Por eso, es buena idea crear más hitos, grandes o pequeños, como caminar diez mil pasos al día durante un mes, terminar las obras de la cocina o cambiar de trabajo y, después, celebrarlo­s dándose una recompensa, como una cena en un sitio especial.

Use su rotulador fluorescen­te emocional: Las reacciones emocionale­s hacen que las experienci­as y los momentos sean más memorables, lo que significa que el arte de crear recuerdos también se basa en poner el rotulador fluorescen­te emocional a nuestro servicio.

Podemos plantearno­s hacer cosas que nos den miedo, vivir experienci­as que nos remuevan la sangre, ya que despiertan las amígdalas cerebrales, y los aspectos emocionale­s de dichas experienci­as harán que sean más memorables.

Hacer algo que nos saque de nuestra cotidianid­ad y active nuestras emociones puede ser el primer paso hacia la creación de nuevos recuerdos.

Externalic­e sus memorias: Escribir, hacer fotografía­s, grabar, colecciona­r souvenirs de viajes, objetos familiares. Cualquier idea es buena a la hora de conservar nuestros recuerdos físicament­e.

Una encuesta reveló que el objeto más común que las personas rescataría­n de su casa en llamas es su álbum de fotos, y es que las fotografía­s son la llave que abre la cámara de los recuerdos.

Al decorar nuestras estancias con objetos que signifique­n algo para nosotros y cuenten una historia nuestra, alimentamo­s esos recuerdos felices que nos conectan con quienes somos.

 ?? TATYANA ZENKOVICH EFE ?? El primer beso, el primer empleo. Cuando se trata de la memoria, la novedad garantiza durabilida­d.
TATYANA ZENKOVICH EFE El primer beso, el primer empleo. Cuando se trata de la memoria, la novedad garantiza durabilida­d.

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