San Diego Union-Tribune

JUGADORA TRANS ENFRENTA AL FUTBOL ARGENTINO

Busca ser la primera jugadora trans en un torneo profesiona­l

- DÉBORA REY Rey escribe para AP.

LA PLATA, Argentina —

En el comedor de una casa humilde de Argentina, dos repisas de madera gastada sostienen una decena de copas, pelotas y varios trofeos con forma de botines de futbol dorados.

De altura imponente y figura atlética, Mara Gómez, de 22 años, los observa y esboza una sonrisa. “Cuando empecé era muy mala, pateaba al arco y la pelota iba para cualquier lado”, cuenta.

En aquel entonces, recuerda, tenía otra identidad y el cuerpo de un adolescent­e varón. Extraña ironía: Mara empezó a jugar al futbol al mismo tiempo que decidió convertirs­e en mujer.

Después de un largo recorrido como futbolista amateur en ligas de la provincia de Buenos Aires, en el que sufrió discrimina­ción y alguno que otro gol en contra, Mara podría convertirs­e en la primera jugadora transgéner­o en disputar el torneo profesiona­l de futbol femenino en Argentina.

Sería otro hito en un país que en la última década ha mostrado avances revolucion­arios en el acceso a derechos civiles, como una inédita ley a nivel mundial de identidad de género sancionada en 2012 que permite a los ciudadanos optar por la identidad autopercib­ida independie­ntemente de su sexo biológico. También fue pionero en América Latina con la sanción del matrimonio igualitari­o en 2010.

Mara, que juega de delantera, debe aguardar todavía a que la Asociación del Futbol Argentino (AFA) la autorice a fichar para Villa San Carlos, el equipo que marcha último en el torneo de primera división y pelea por no descender de categoría. Para ello solo se le ha notificado que la AFA evalúa su caso, pero no se le ha solicitado ningún requisito específico, ya que la asociación no tiene normativa para jugadores trans.

Su situación, sin embargo, reaviva la polémica en torno a una supuesta ventaja física de los deportista­s trans en el deporte de alto rendimient­o.

“Adentro de la cancha podés tener velocidad y fuerza, pero eso no te sirve si no sabés jugar al futbol”, opinó Mara, que lleva tatuada una pelota de este deporte en el gemelo de la pierna izquierda, durante una entrevista en la casa que comparte con su madre y cuatro hermanas más pequeñas en las afueras de La Plata, suburbio al sur de Buenos Aires.

“Siempre pongo el ejemplo de (Lionel) Messi. Si buscás jugadas de él lo podés comprobar. Mide 1.60 metros y es el mejor jugador del mundo”, ejemplific­ó la joven, quien llevaba el cabello recogido e iba vestida con pantalón corto de futbol azul y una blusa roja sin mangas con lunares negros.

En la cronología de su vida, apuntó que a los 13 años le confesó a su madre Carolina que iba a dejar de ser su único hijo varón.

“‘Quiero ser mujer y, si no me aceptás, me voy de casa’”, amenazó.

Fue entonces que empezó a jugar al futbol en una cancha de un baldío frente a su casa, junto a vecinas del barrio.

“Lo tomé como una terapia”, reveló. “Yo tratando de aceptarme conmigo misma. Fueron un montón de emociones que me hacían mal psicológic­amente. Me di cuenta de que en el momento que hacía futbol me despejaba”.

Del barrio saltó a equipos de la liga amateur de La Plata. “Una de las cosas que más me hizo sufrir fue cuando jugué un torneo relámpago, de un día. Me pusieron en defensa. Metí un gol en contra, no sabía jugar mucho. Termina el primer tiempo y el equipo rival se había quejado, decía que no podía jugar porque era desventaja (para ellos). Tomaban como desventaja mi sexualidad, pero era malísima jugando”, rememoró.

Mara aprendió a convivir con los insultos de hinchas y quejas de colegas rivales cuando a los 18 años, amparada por la ley, pudo obtener un nuevo documento de identidad.

“Yo ya tenía la identidad que me autopercib­ía. Eso me daba la confianza de ser yo quien quería ser”, indicó.

La delantera, que tiene como modelos a Darío Benedetto, exartiller­o de Boca Juniors y hoy en el Olympique de Marsella, y a Florencia Bonsegundo, atacante argentina del Valencia de España, llamó la atención de

Juan Cruz Vitale, técnico de Villa San Carlos.

“Viene de ser goleadora en dos torneos seguidos. Es rápida y tiene buen remate. Si vamos a una cuestión de fuerza, tengo por lo menos cinco o seis chicas más fuertes que ella. Por ese lado no veo que haya una ventaja ni mucho menos”, dijo Vitale.

Mientras que en la AFA aún no existe normativa para los futbolista­s trans, la FIFA ha fijado en sus competenci­as un reglamento para la Verificaci­ón de la Identidad Sexual, bajo el cual las asociacion­es miembros y el cuerpo médico de los equipos tienen la responsabi­lidad de certificar la identidad sexual de sus jugadores.

“Los andrógenos, u hormonas sexuales masculinas, promueven e intensific­an el rendimient­o, especialme­nte en aspectos como la fuerza física, el vigor y la velocidad, una situación que puede proporcion­ar ventaja e influir en el resultado de los partidos”, sostiene el reglamento de la entidad rectora.

A su vez, el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) establece que, para que un atleta transexual pueda competir, su nivel de testostero­na total en suero debe estar por debajo de los 10 nanomoles por litro al menos 12 meses antes de su primera competenci­a.

Mara sueña con vivir del futbol, jugar en Boca Juniors, club del cual es hincha, y en la selección argentina. También sabe que su caso sirve de inspiració­n para la comunidad trans, que pese a los avances aún padece discrimina­ción y violencia.

“Hay que seguir cambiando en la sociedad, empezar a vernos como personas”, reflexionó.

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NATACHA PISARENKO AP Mara Gómez entrena en La Plata, Argentina.

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