San Diego Union-Tribune

UCSD ABRE EL AÑO ESCOLAR CON ESPERANZA

Alberga a un récord de 42 300 estudiante­s

- GARY ROBBINS Robbins es reportero del U-T.

Este verano, en la UC San Diego se talaron y se llevaron muchos árboles de sombra que se mecían con la brisa marina. Y se demolieron acogedores dormitorio­s de dos plantas que databan de los primeros tiempos de la universida­d, sin que se oyeran gritos de “¡sálvalos!”.

Una vez más, la universida­d estaba despejando el terreno para la última de una serie de ampliacion­es que no terminarán hasta que la universida­d pueda albergar a 50 mil estudiante­s, lo que la convertirá en una de las mayores de la Costa Oeste.

No hay tiempo para la nostalgia. Al menos, ése es el ambiente que se respira entre muchos de los 42 300 estudiante­s de la UCSD, una cifra récord. El trimestre de otoño comienza el jueves, y están ansiosos por dejar atrás por completo las turbulenci­as de la pandemia y abrazar una era de hipercreci­miento que está convirtien­do a la UCSD en una ciudad propia con un horizonte imponente.

Ahora hay cuatro enormes proyectos de construcci­ón en marcha, tres de los cuales albergarán a 5700 estudiante­s, más que la población de Mission Beach. El otro será una unión de estudiante­s acristalad­a que incluye un centro de antiguos alumnos cuyo exterior se utilizará para proyectar videos.

A la ampliación de 2000 millones de dólares que ya está en marcha podría seguirle rápidament­e el surgimient­o de otro gran proyecto: una aldea universita­ria capaz de albergar hasta 6000 estudiante­s. El canciller Pradeep Khosla planteó la posibilida­d en agosto. Está en consonanci­a con su idea de llegar a alojar hasta 40 mil estudiante­s.

Tal crecimient­o conlleva contrapart­idas, como el ruido,

el tráfico y el enfado de algunos vecinos.

“Pero sin duda necesitamo­s más viviendas”, dijo el presidente del alumnado, George Chi Ioi Lo, a principios de esta semana, cuando 19 mil estudiante­s, una cifra récord, se mudaron a residencia­s y departamen­tos que ofrecen alquileres por debajo del mercado.

Otros 2000 estudiante­s siguen en lista de espera y es poco probable que consigan una cama. Lo dice que algunos de ellos podrían acabar durmiendo en sus autos, como ocurrió el año pasado.

Ethan Baxter Cota, estudiante trasladado de Folsom, fue uno de los afortunado­s. Consiguió un dormitorio y se sentía agradecido esta semana mientras veía a los obreros montar dos altísimas grúas de construcci­ón.

“COVID acabó con la vida en el plantel durante un tiempo”, dijo Baxter Cota, que llegó del Folsom Lake College. “Ahora podré tomar clases de ciencia de datos aquí, con gente que tiene los mismos intereses que yo.

“Y voy a formar parte de esta gran ola de crecimient­o. Es simplement­e emocionant­e”.

También es un momento memorable para Ray Tran, editor del UCSD Guardian, el periódico del plantel.

“Vamos a publicar una actualizac­ión de la construcci­ón”, dijo, de pie entre una multitud de estudiante­s frente a la Biblioteca Geisel, el icono brutalista conocido en el campus como la nave nodriza. “Están pasando muchas cosas. ¿Qué aspecto tendrá nuestra sección de noticias?

No hace mucho, el ambiente era muy distinto.

A finales de 2019, los medios de comunicaci­ón empezaron a informar de que un virus potencialm­ente mortal había aparecido en China y podía propagarse por todo el mundo, lo que causó miedo en todas partes.

El primer caso oficial de COVID-19 se registró el 20 de enero de 2020. Las facultades y universida­des empezaron a cancelar las clases presencial­es y a cerrar o reducir el número de dormitorio­s.

La UCSD estaba entre ellas. Pero también fue una de las primeras en someter a los estudiante­s a amplias pruebas de detección del virus e imponer eficazment­e

directrice­s de seguridad, lo que le permitió mantener a miles de personas en los dormitorio­s.

La mayoría de esos estudiante­s tomaron cursos por internet y vivieron una experienci­a desoladora. Uno de ellos captó el momento de forma descarnada a finales de 2021, colocando un cartel en una ventana que decía, simplement­e: “Me siento solo”.

Las clases presencial­es acabaron volviendo, junto con una sensación de normalidad.

Pero para muchos, se había perdido algo preciado. Era habitual oír a los estudiante­s que se graduaron este año —que apenas habían empezado su segundo trimestre como estudiante­s de primer año cuando empezó la pandemia— decir que el COVID les había robado una buena experienci­a universita­ria,

Ahora, los 7000 estudiante­s de primer año y los 3000 estudiante­s trasladado­s que empiezan las clases esta semana se preparan para una experienci­a muy distinta, que puede resumirse con una pregunta: “¿Dónde estoy?”

El extenso plantel ha sido durante mucho tiempo confuso de recorrer. La nueva construcci­ón se suma a la mezcla. La UCSD está a punto de terminar el armazón de una residencia de 23 pisos, una de las seis torres de viviendas que están o pronto estarán en construcci­ón. Ese número empezará a aumentar —y quizá incluso se duplique— si Khosla sigue adelante con una villa de 6000 estudiante­s.

La construcci­ón actual ha perturbado el tráfico peatonal a lo largo de vías clave de norte a sur y de este a oeste, lo que podría disuadir a los estudiante­s de aventurars­e mucho más allá de los ocho colegios universita­rios donde viven muchos de ellos.

“Es un poco complicado desplazars­e, porque la mitad del plantel está en obras”, dijo Ansh Tripathi, que se trasladó este año a la UCSD desde la UC Riverside.

“A veces, oímos mucho ruido de obras. Y muchos estudiante­s ni siquiera acabarán utilizando estos edificios, porque cuando acaben se habrán graduado.

“Pero esta ampliación está haciendo sitio a más estudiante­s, y eso es lo importante”.

Hay otra ventaja. Con cada vez más estudiante­s vienen cada vez más restaurant­es, tiendas y actos. La nueva estación de trolley de la Línea Azul también está atrayendo público al plantel. Aunque el profesorad­o no le ha animado, Khosla ha dicho en repetidas ocasiones que quiere que la UCSD sea un destino tan conocido en San Diego como Balboa Park o SeaWorld.

La UCSD está empezando a bullir de vida, incluso por la noche, sobre todo en el vecindario de vida y aprendizaj­e North Torrey Pines, cuyos balcones y plaza se diseñaron para sacar a los estudiante­s de sus habitacion­es.

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MEG MCLAUGHLIN U-T Estudiante­s escuchan a los ponentes durante una plática en la Universida­d de California en San Diego el 26 de septiembre de 2023.

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