Los estudiantes en primera generación y de bajos ingresos se benefician de un estímulo extra
Aunque nos gusta pensar que un título universitario es algo incondicional-mente positivo, no siempre lo es. Y quizás no lo sea especialmente para aquellos considerados como los mayores beneficiarios de un título que refuerza la situación socioeconómica: los jóvenes de bajos ingresos.
Investigadores de la Escuela de Ciencias de la Familia y del Consumidor de la Universidad de Georgia analizaron un estudio nacional de 13 año, que contenía datos de salud de más de 11,000 participantes. Hallaron que aunque los jóvenes que provienen de contextos adversos utilizan su capacidad de resistencia para lograr una situación social más elevada, tienen más probabilidades de tener problemas de salud más tarde en la vida que aquellos no motivados para cambiar sus circunstancias.
Como estudios anteriores que mostraron que el estrés puede producir efectos de salud nocivos, particularmente en gente que proviene de ambientes de bajos ingresos, los investigadores hallaron que los adolescentes “orientados hacia el futuro,” que se esforzaron para modificar la trayectoria de su vida, sufrieron un estrés que aumentó su riesgo de desarrollar trastornos metabólico-cardíacos como diabetes, enfermedades cardíacas y hemiplejías.
Todo ello no causará sorpresa a los que hayan sido los primeros en la familia en asistir y graduarse de la universidad o a los que hayan sido mentores de estudiantes universitarios en primera generación.
Los riesgos que asumen los estudiantes de bajos ingresos a fin de mejorar sus perspectivas futuras por medio de la obtención de un título universitario solo comienzan con las consideraciones económicas. También hay consideraciones emocionales como enfrentar el hecho de dejar a la familia atrás, ajustarse al nuevo ambiente y a cursos y tareas exigentes, tener que crear una identidad nueva para sí mismo y hasta comprender las reglas no escritas de las entrevistas laborales y de las intrigas en el ambiente de una oficina.
“Cuando los jóvenes adultos trabajan para romper el ciclo de la pobreza o se esfuerzan por ser los primeros en la familia en ir a la universidad, experimentan una carga desproporcionada de estrés — y no fueron resistentes en cuanto a su salud futura debido a la carga combinada de la adversidad vivida y el esfuerzo para modificarla. Ese estrés tiene probabilidades de afectar los sistemas de sus cuerpos irreversiblemente,” decía un comunicado de prensa que anunciaba “The Health Impact of Upward Mobility,” o el impacto en la salud del ascenso social, que fue publicado recientemente en el Journal of Youth and Adolescence.
Es casi como si estos jóvenes “orientados hacia el futuro” estuvieran destinados a sufrir, tanto si se esfuerzan como si no se esfuerzan.
Según algunos cálculos, se sabe que la educación refuerza la movilidad social y que los ingresos más altos se asocian con beneficios de salud en el largo plazo.
Pero el ascenso para ingresar en la clase media por medio de una mayor educación es siempre duro para los estudiantes de bajos ingresos. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, famosa por sus rankings internacionales de logros educativos, sólo el 5 por ciento de los niños estadounidenses de padres que no terminaron la escuela secundaria se gradúan de la universidad.
Y aunque a los estudiantes blancos tiende a irles mejor en la obtención de un título que a los afroamericanos (34.2 por ciento), a los hispanos (26.9 por ciento) o a los amerindios (23.7 por ciento), la tasa de obtención de títulos general es aún sólo de un 49.7 por ciento. En esa cifra se refleja la tasa de pobreza del 10 por ciento entre los blancos no-hispanos. En cifras de habitantes, los blancos empobrecidos representan aproximadamente el doble de la cantidad de afroamericanos en la pobreza, que es el grupo con la mayor tasa de penurias económicas (25.8 por ciento).
Hay, sin embargo, maneras de combatir el fenómeno de los estudiantes de bajos ingresos que sufren como producto de sus esfuerzos. Casi todas ellas se refieren a proporcionar el apoyo con el que cuentan los estudiantes cuyos padres fueron a la universidad, comenzando con asegurar una excelente educación de Jardín de Infantes al 12th grado, a fin de que los estudiantes lleguen a la universidad preparados para asumir trabajo a ese nivel.
También hay otro tipo de apoyo como por ejemplo, ayudar a estudiantes y padres a completar la Solicitud Gratuita de Asistencia Federal para Estudiantes (FAFSA, por sus siglas en inglés), proporcionar orientación especial, en los centros universitarios, para familias y estudiantes primerizos en la vida universitaria y proporcionar mentores para esos estudiantes.
Por ser mentora de un estudiante universitario de “primera generación” — y por haber tenido que pasar yo misma por esa experiencia de “primera” — doy fe del poder de simplemente estar allí. Lleva muy poco tiempo y esfuerzo responder a preguntas, dar aliento y destacar las oportunidades para alguien que está experimentando la universidad y el proceso de solicitud de trabajo por primera vez.
Todos quieren que los estudiantes universitarios de primera generación y bajos ingresos tengan éxito. Los gobernantes y administradores universitarios pueden ayudarlos reconociendo que esos estudiantes necesitan refuerzos, a fin de que su experiencia educativa los recompense toda la vida.