No derrochemos los talentos de nuestros inmigrantes
Amenudo se dice que el problema con los inmigrantes es que son pobres y que cuando llegan aquí contribuyen solo con su mano de obra barata.
Pero rara vez se habla del hecho de que Estados Unidos hace un muy mal trabajo de permitir que los inmigrantes que ya tienen certificaciones postsecundarias, títulos universitarios y experiencia laboral profesional continúen sus carreras una vez que llegan aquí.
Para comenzar, un profesional capacitado en el exterior tiene que llegar al país legalmente, hacerse camino a través de los trámites burocráticos de visas y permisos y, por supuesto, dominar el idioma inglés. Después deben maniobrar entre la maraña que significa demostrar sus credenciales y experiencia laboral.
Si han tenido que pedir copias de su expediente universitario en los últimos años, saben que no podría ser más fácil.
Generalmente se pide por internet, se paga con tarjeta de crédito y en 48 horas se recibe en formato PDF.
Pero si se trata de un inmigrante o refugiado que ha llegado aquí de un país destruido por la guerra, decimado por algún desastre natural o donde la burocracia gubernamental es lenta e impenetrable, se trata de una batalla cuesta arriba.
No solo para demostrar las credenciales a juntas de certificación profesional sino también para mostrarle a posibles empleadores que se tiene experiencia documentada. Y después se pone aún peor. Según el Instituto de Políticas de Migración, no hay una estructura federal que gobierne las certificaciones profesionales de ocupaciones reguladas. “Una profusión de reglas nacionales, estatales y locales que se superponen, y a veces se contradicen, hacen que certificarse nuevamente en Estados Unidos sea una complicación, una pérdida de tiempo y caro para inmigrantes y refugiados,” señala el instituto en un informe de 2013.
“La amplia telaraña de organizaciones involucradas en el proceso de reconocimiento de credenciales — desde asociaciones profesionales y organizaciones regulatorias federales y estatales hasta servicios de evaluación de credenciales y empleadores del sector privado o público — requiere de un esfuerzo considerable para poder entender y trabajar con ella.”
El estereotipo del inmigrante que es chofer de taxi con título universitario no es un mito urbano. Déjenme que les presente a Guillermo Saavedra Sr., un contador con educación universitaria que hoy tiene que realizar dos trabajos que están bien por debajo de su experiencia y capacitación para poder mantener a su familia a flote.
“En la década del 90, las cosas en nuestro país de origen, Perú, estaban muy difíciles. La economía estaba mal y había una crisis, entonces obtuvimos visas y nos vinimos a este país. Pero nunca es lo que uno piensa que será,” dice Saavedra, que se instaló en Herndon, Va. “Yo estaba muy cualificado en mi país pero el idioma fue el verdadero desafío. Después uno empieza a ver cómo volver a meterse en su profesión y es tan difícil. Pregunté y me dijeron que tenía que inscribirme en la universidad otra vez y estudiar por otros dos años y que me iba a costar miles de dólares. Realmente me pareció imposible.”
Saavedra simplemente no podía poner en suspenso el sustento de su familia y aceptó una serie de trabajos en servicios de comida y tiendas minoristas para llegar a fin de mes y ayudar a sus hijos con de la universidad. A la fecha de hoy tiene dos trabajos: uno en McDonald’s y otro en una tienda local de Target.
“No es fácil y es un problema generalizado — los inmigrantes vienen aquí y tienen familias ¿y qué pueden hacer excepto aceptar cualquier trabajo que puedan obtener?” dice Saavedra. “Es un problema porque venimos aquí como profesionales, como ingenieros, personal médico, pero no nos ven de ese modo.”
Según los datos más recientes del Instituto de Política de Migración sobre extranjeros profesionales, aproximadamente 1.9 millones de inmigrantes con educación universitaria en los Estados Unidos trabajan por debajo del nivel de sus habilidades y educación o están desempleados.
No hay soluciones fáciles para este tema. Incluso si se comienza por simplificar el proceso de recertificación en disciplinas de nivel alto (y de alta necesidad) como medicina e ingeniería, se requeriría que una amplia coalición de organizaciones de supervisión y licenciatura trabajen en conjunto en busca de soluciones para el sistema en general.
Y si bien los beneficios para la sociedad serían obvios, el problema tiende a ser visto como uno pequeño que afecta solo a un pequeño segmento de los inmigrantes.
El hijo de Saavedra, Saavedra Jr., que se contactó conmigo para que hablara de parte de otros como su papá, llama a este punto ciego un “problema creciente que se ha robado la identidad profesional de una gran porción de la comunidad de inmigrantes con educación.”
Estados Unidos compite globalmente por individuos talentosos en disciplinas donde hay escasez. Seguramente se podría hacer algo mejor que desaprovechar los talentos de los inmigrantes de nuestra propia nación. Esther Cepeda Comentario La dirección electrónica de Esther Cepeda es estherjcepeda@washpost.com. Sígala en Twitter, @estherjcepeda. Esther Cepeda es un miembro del Grupo de Washington Post Writers.