The Taos News

La Mama Gansa enamorada

Parte 3: Desde el Amor Mexicano hasta el Amor Escosés

- Por LARRY TORRES

Quizá una de las canciones más famosas de la cultura latina es una que compara al amor y al cielito lindo: “De la sierra morena, Cielito Lindo, vienen bajando, un par un ojitos negros, Cielito Lindo, de contraband­o. Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito Lindo, los corazones. Si tu mamá te dice, Cielito Lindo, cierra la puerta, hazle ruido a la llave, Cielito Lindo, y déjala abierta. Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito Lindo, los corazones. Ese lunar que tienes, Cielito Lindo, junto a la boca, no se lo des a nadie, Cielito Lindo, que a mí me toca. Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito Lindo, los corazones. Pájaro que abandona, Cielito Lindo, su primer nido, si lo encuentra ocupado, Cielito Lindo, bien merecido. Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito Lindo, los corazones.”

Hay di más canciones amorosas: “Allá en el valle, de mi hogar, escucha al viento, viento al soplar. Viento al soplar, sí, viento al soplar, escucha al viento, viento al soplar. Las florecitas de mi jardín y mi ángel saben, que te amo a ti. Que te amo a ti, sí, que te amo a ti, y mi ángel sabe, que te amo a ti.”

Y considerem­os: “En Cañón, en una cueva, escarbando mina allí, vivía minero e hija, Clementina, muy feliz. Clementina, Clementina, Clementina, muy feliz, te perdiste y me pesa hasta el alma bien a mí. Era leve como hada con un pie muy chiquitín. de sandalias se ponía, cajas de sardina vi. Clementina, Clementina, Clementina, muy feliz, te perdiste y me pesa hasta el alma bien a mí.”

Agreguemos dos más: “En un llano muy la-la-la-ra-la-la-la-la-ra-la-la-largo, se paseaba un cantador, cantando las mañani-tirel-direl-di-tirel-direl-di-tas, de mi querida Leonor, Leonor, Leonor, Leonor. En una sierra muy la-la-la-ra-la-la-la-la-rala-larga, se paseaba un cazador, cazando los venadi-tirel-direl-di-tirel-direl-di-tos, de mi querida Leonor, Leonor, Leonor, Leonor. En un río muy la-la-la-ra-la-la-la-la-ra-lala-largo, se paseaba un pescador, pescando los pescadi-tirel-ditel-di-tirel-direl-di-tos, de mi querida Leonor, Leonor, Leonor, Leonor.”

Muy popular en la escuela: “Lú, Lú, vengo a mi Lú. Lú, Lú, vengo a mi Lú. Lú, Lú, vengo a mi Lú. Porque a mi Lú la amo. Moscas en la leche, ¡mosca, xú! Moscas en la leche, ¡mosca, xú! Moscas en la leche,

¡mosca, xú! Porque a mi Lú la amo. Perdí a mi novia, ¿qué haré? Perdí a mi novia, ¿qué haré? Perdí a mi novia, ¿qué haré? Porque a mi Lú la amo. Hallaré a otra, ¡bella también! Hallaré a otra, ¡bella también! Hallaré a otra, ¡bella también! Porque a mi Lú la amo. Lú, Lú, vengo a mi Lú. Lú, Lú, vengo a mi Lú. Lú, Lú, vengo a mi Lú. Porque a mi Lú la amo.

Los poetas del amor existen en cada etapa del inglés; y a sea corridos folclórico­s, Cristóbal Marlow, Shakespear­e o Roberto Burns: “Vivid conmigo, y sed mi amor y juntos sus placeres al probar, en valles, huertas, campos y mucho más que rinden todo al gozar. Sentarnos juntos a mirar de grandes rocas a los rebaños, pasteando y a los pajaritos cantar alegres a través los años. Os haré también lechos de rosas con miles de otros ramilletes, una montera de flores y de mirtos que adornen siempre sus cachetes.

Si la música es la comida de amor, tocad, tocad la más.

Mi amor es una rosa fresca, en junio recién nacida. Mi amor es una melodía al oído bienvenida. Tan lindo como Vos mi amor, de pasión penetrado y siempre yo os amaré, amor nunca olvidado. Que pasen ya los años; se sequen ya los mares, mas siempre yo os amaré en tiempos a millares. Adiós, amor, adiós sin alegrías. Y siempre te amaré mi amor, aunque sea diez mil millas!

 ?? ILUSTRACIÓ­N POR LARRY TORRES ?? ‘En Cañón, en una cueva, escarbando mina allí, vivía minero e hija, Clementina, muy feliz. Clementina, Clementina, Clementina, muy feliz, te perdiste y me pesa hasta el alma bien a mí.’
ILUSTRACIÓ­N POR LARRY TORRES ‘En Cañón, en una cueva, escarbando mina allí, vivía minero e hija, Clementina, muy feliz. Clementina, Clementina, Clementina, muy feliz, te perdiste y me pesa hasta el alma bien a mí.’

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