El Joven Que Nunca Fue
Diógenes vivió en el tiempo cuando las Oráculas reinaban el mundo
El yeti le dijo al Joven Que Nunca Fue que Platón era unos de los más notables filósofos de Atenas, pero Diógenes, quien promovía su propia filosofía Cínica, se burlaba de Platón sin misericordia, acertando que él estaba equivocado en muchas cosas. Cuando Platón declaró por ejemplo, que el Hombre era un “bípedo desplumado,” Diógenes le respondió con desplumar a un gallo y proclamando: “He aquí al Hombre de Platón.” Platón tuvo que clarificar su definición agregando: “Es un bípedo desplumado, pero con uñas anchas y planas en vez de espolones,” burlándose de la filosofía Cínica como “inteligencia en un barril.”
Mucha gente desaprobaban el tipo de filosofía de Diógenes a pesar de que otros tantos disfrutaban de él. Diógenes decía: “Es el privilegio de los dioses de no tener falta de nada y de los hombres semejantes a lo divino, de hacerles falta muy poco.” Esto se le hacía muy mal a los ricos patricianos Griegos. A pesar de que algunos se reían del comportamiento revoltoso y raro de Diógenes, los mismos oráculos le dirigieron como a la persona que era.”
“Maestro,” el Joven Que Nunca Fue interrumpió al Yeti, “¿Qué es ‘un oráculo’?”
“En el mundo antiguo,” comenzó el Yeti, “las oráculas eran sacerdotas-profetizas que se sentaban el tripudos en los lugares sacros como en Delfos, y conforme que los olores sulfúricos flotaban de las grietas en las profunduras, ellas las olían y las causaban ponerse en trances y así profetizar en palabras misteriosas y en la mayoría del tiempo, en términos incomprensibles. Muchos reyes, líderes y regentes les perseguían para tomar sus consejos.
“Un día, el joven Diógenes visitó a una de esta oráculas en Delfos para solicitar su consejo. Cuando se iba acercando al templo de Delfos, vio unas palabras escritas en la mera entrada. Decían: ‘Conócete a ti mismo.’ La orácula sentada allí, cayó en un sueño profundo en su mentalidad bicameral y le dijo: ‘Tenéis que ir y desfigurar las monedas de vuestro padre.’ Su padre trabajaba con dinero, quizá como banquero y como monegario. Desde niño, Diógenes había trabajado con su padre, pero pronto, salió al mal lado de la ley. Siguiendo su consejo, Diógenes comenzó a desfigurar las monedas para borrarles las imágenes de los imperadores. Pronto fue obligado de huir del sitio — quizá porque fue exilado — o porque se fue antes de ser condenado por sus crímenes.”
“Me fascina la interpretación de las extrañas palabras murmuradas por las sacerdotas medias locas,” dijo el Joven Que Nunca Fue. “Me pregunto si el modo de pensar tan singular de Diógenes, resultó de sus asociaciones con la Orácula entre tantos humos sulfúricos? Tantas de las decisiones en el antiguo mundo se hacían, basadas en los consejos de ella.”
“¿Qué nunca te has preguntado, m’hijo, si acaso los perfumos aromáticos emanando del incensario en la iglesia, tenían el mismo efecto sobre los sacerdotes en la Santa Misa? Quizá les abrían los pensamientos oraculares para comprender los significados ocultos de la Biblia,” dijo El Yeti.
“Es posible que eso fue la causa donde hizo mal San Francisco miles de años después de Diógenes,” observó el Joven Que Nunca Fue. “Cuando una voz emanando de la cruz de San Damiano le pidió que reedificase los escombros de su iglesia a San Francisco, no entendió muy bien lo que el mensaje de la cruz le pedía: ‘Devuélvele mi iglesia a los pobres’, pero se tomó un poco para comprenderle. En manera semejante, cuando la Orácula le pidió a Diógenes que ‘desfigurase las monedas,’ ella quería darle a entender que debería devolverles su iglesia a los pobres en vez de ensalzar a las imágenes de los ricos. A veces los proveedores del divino mensaje son malinterpretados. Por esa razón, es peligroso interpretar las sagradas escrituras literalmente. La trampa donde caen los humanos, se hallar en su inhabilidad de comprender los modos de lo Divino y al mejor, se van por las sendas fáciles o literales. Mi mensaje para Vos es ésta: Buscad lo Divino entre Vos y después podréis verlos en los otros.”