Sacagawea le socorre la causo de Lewis y Clark
Bastantes jóvenes con ambiciones de ser Americanos, habían emigrado de todo el Europa. Todos ambicionaban forjarse nuevas vidas dentro de los nuevos límites de la frontera nacional. Eran tan diversos como los misionarios, los soldados, los esclavos anteriores, y los empresarios. “Colonización” era el termino contemporáneo que circulaba entre ellos. Por medio de ese acto moderno, si alguien quería establecerse en terreno vacante y hacer mejoras en él por dos años, el gobierno permitía a su familia reclamarlo. Hasta podían ofrecer de feriarlo a familiares más pobres o a amigos en cambio de otro terreno, más cercano a un lugar ya colonizado. El obstáculo mayor que le estorbaba a esa propuesta era el hecho de que nadie había consultado con las tribus indígenas anteriores.
El Señor Juan-Luc ya había aprendido a través de varios caciques que no estaban contentos con el estado cuo de foresteros en los Estados Unidos. Los indígenas estaba dispuestos a luchar y morir en defensa de sus terrenos ancestrales. Poco antes de su llegada, él había aprendido de renombrado cacique llamado “Pontiac” de las tribus Otahua. Estaba lista para luchar con las mismas tropas Americanas. A su mismo nivel estaba el Cacique Logan, others caciques como Osceola y Cuervo Negro quienes estaban dispuestos para defender a los Seminolas y a los Quicapús. El Señor Juan-Lucas también tenía a su vista el Cacique Perol negro de la tribu Chayen.
No, no iba a ser fácil ocupar la mayoría del territorio incluida en la Venta de Luisiana. Una gran porción ya estaba ocupada por las tribus indígenas. Lewis y Clark ya habían encontrado a algunas cincuenta tribus locales, incluyendo a los Shoshone, los Mandanes, los Minitaris, los Pies negros, los Chinuques y los Siúses. El Señor Juan-Lucas persiguió su ruta hacia el Río Misuri, imitando las huellas de la expedición de Lewis y Clark, cual había salido del Campo
Dubois en Illinois el día catorce de Mayo, 1804.
En las bandas del Río Misuri, el Señor Juan-Lucas aprendió de una dama Shoshone de Lemhí que les había ayudado a Lewis y Clark en su misión presidencial de explorar el territorio de Luisiana. Ella había viajado miles de millas desde NorDacota hasta el Océano Pacifico, socorriéndoles como interprete cultural y lingüista.
El curandero viejito le había revelado que su nombre era Sacagawea. El Señor Juan-Lucas había aprendido que era la hija de un cacique Shoshone, nacida cerca de 1788 en Lemhí, Idaho. Ella le dijo al curandero que su
nombre significaba “pajarilla” o “también jaladora de barcas.” Cuando cumplió los doce años, fue capturada por los Indios Jadasáh, quienes eran enemigos de los Shoshone. Se la vendieron a un trampeador francocanadiense llamado Tusán Sharbonó que la tomó como una de sus esposas.
En noviembre de 1804, fue invitada a unirse con the expedición de Lewis y Clark como interprete Shoshone. “Después de apoyar a la expedición,” le explicó al curandero viejito, “Sacagawea falleció en Fort Manuel, South Dacota, cerca de 1812 cuando apenas tenía los treinta años. Tenía dos hijo: a su hijo, Juan Bautista, adoptado por
el Capitán Clark y a su hijo Bazil, que se quedó entre los Shoshone en el norte.”
El Señor Juan-Lucas se sonrió tristemente, pensando en la próxima dama de la leyenda indígena de los Siete Pléyadas. Estaba recordando que el claustro de siete estrellas era asociado con gotas de lluvia, por las varias tribus a través del mundo. Cuando pensaba en la dama Shoshone que les había apoyado a los Indios Mandanes a facilitar la expedición que tanto les añadió a los Estados Unidos, de repente comenzó a llover.
Eh silencio bisbiseó, “Qué en paz descanse, amén.”