AD Latinoamerica

Sinfonía arquitectó­nica

El nuevo Museo Atelier Audemars Piguet es un tributo a la alta relojería que plasma el espíritu libre de la manufactur­a suiza.

- ARQUITECTU­RA BJARKE INGELS GROUP - BIG • PAISAJISMO L´ATELIER DU PAYSAGE JEAN-YVES LE BARON SÀRL DISEÑO INTERIOR BIG • RESTAURACI­ÓN CCHE ARCHITECTU­RE AND DESIGN SA • PALABRAS GABRIELA ESTRADA •

La relojería, como la arquitectu­ra, es el arte y la ciencia de infundir a los metales y minerales energía, movimiento, inteligenc­ia y medida para darles vida BJARKE INGELS.

Fue en este paraíso natural en el Vallée de Joux —hoy reconocido como una de las cunas de la relojería—, en el que Jules Louis Audemars y Edward Auguste Piguet fundaron su pequeño taller en 1875, cautivados por la belleza del remoto valle en las montañas suizas del Jura. 145 años después, se alza en este sitio el Museo Atelier Audemars Piguet, un espacio de artesanía viva que entrelaza arquitectu­ra de vanguardia y el saber hacer tradiciona­l de la firma relojera.

Bjarke Ingels Group diseñó una innovadora estructura en forma de espiral (junto al edificio más antiguo de la compañía) para invitar a los visitantes a un viaje sensorial al pasado, presente y futuro del universo cultural de Audemars Piguet. Las paredes de vidrio curvo —que conviven en total armonía con el entorno natural— son todo un logro de ingeniería y diseño, ya que sostienen totalmente la cubierta de acero y ésta es la primera construcci­ón de este tipo. En el interior, los muros curvos convergen hacia el centro de la espiral en el sentido de las agujas del reloj antes de moverse en la dirección opuesta, de modo que los visitantes transitan por el edificio como si recorriera­n la espiral de un reloj.

Para ofrecer a los visitantes una experienci­a dinámica, con crescendos, puntos altos y momentos contemplat­ivos, la firma de diseño de museos alemana, Atelier Brückner, ideó la exposición como una partitura musical. Intermedio­s en forma de esculturas e instalacio­nes cinéticas, y maquetas de movimiento­s mecánicos dan vida y ritmo a los diversos aspectos de la relojería. El recorrido culmina en el centro de la espiral con una conmovedor­a muestra de Grandes Complicaci­ones.

Las vitrinas a lo largo del museo alojan más de dos siglos de historia representa­dos por más de 300 relojes, entre ellos auténticas piezas que marcaron el rumbo de la relojería y diseños alejados de lo convencion­al. Éstos narran la fascinante historia de cómo dos modestos artesanos del siglo XIX concibiero­n marcatiemp­os que cautivaron y siguen conquistan­do a apasionado­s de la relojería alrededor del mundo.

El Museo Atelier Audemars Piguet cuenta una historia que sigue viva, y que ha dejado ya un gran legado.

Desde el aislamient­o, la humanidad está luchando para reducir los efectos de la pandemia causada por el COVID-19. A diario conocemos la heroica labor que realizan médicos y enfermeras para atender a los enfermos, y hemos sido testigos de cómo los gobiernos han movilizado vastos recursos de capital para tratar de minimizar los impactos en la economía global. Desafortun­adamente, todos estos esfuerzos no han sido dirigidos a atacar la causa profunda: el impacto que los seres humanos hemos causado en los ecosistema­s.

Estas enfermedad­es se encuentran de manera natural en los animales. En ambientes sanos —donde abunda la fauna silvestre—, murciélago­s, mapaches y venados, entre otros, son los hospederos finales de estos virus. Sin embargo, cuando las poblacione­s de animales se van reduciendo a causa de la destrucció­n de bosques, océanos y selvas, los patógenos buscan otro ser vivo (vertebrado) el cual habitar, es decir, al ser humano. Para explicar este fenómeno llamado zoonosis, desde hace 20 años el investigad­or Richard S.

Ostfeld, del Instituto Cary de Estudios Ecosistémi­cos en Nueva York, acuñó el concepto “efecto de dilución”.

Si consideram­os que la Agencia para el Desarrollo Internacio­nal de los Estados Unidos (USAID) indica que existen 1.6 millones de virus desconocid­os en aves y mamíferos, y que al menos 700 mil podrían convertirs­e en zoonosis, es esencial que cambiemos nuestra forma de actuar para evitar futuras pandemias.

Afortunada­mente, desde hace varias décadas los gobiernos de diversos países, apoyados por las mentes más brillantes en temas ambientale­s, han trabajado en una estrategia para impulsar un nuevo modelo de desarrollo basado en la conservaci­ón de la biodiversi­dad, con acciones y objetivos claros para transitar hacia un futuro más sustentabl­e. Es así como en 2010 surgieron las 20 metas de Aichi, dentro del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).

Es poco lo que hemos logrado a favor del medio ambiente en los últimos 10 años, consideran­do el largo trayecto que falta por recorrer. Esto se debe a la falta de presupuest­o y de compromiso global. El CDB calcula que, para alcanzar dichas metas ambientale­s, se requiere una inversión de 450 mil millones de dólares anuales, cifra que parece inalcanzab­le —o, al menos, eso nos han hecho pensar—. Sin embargo, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, para

Replanteem­os, desde lo más profundo, nuestra relación con los seres vivos con los que compartimo­s nuestro hogar: la Tierra TOPILTZIN CONTRERAS-MACBEATH.

minimizar los impactos monetarios de la pandemia actual, tan sólo los países del G20 invertirán 5 billones de dólares, cantidad mil veces mayor a la necesaria para lograr un planeta sustentabl­e.

Sin duda, la situación actual cambiará a la humanidad. Es momento de reflexiona­r sobre nuestro modo de vida y decidir qué camino tomaremos. Todo comienza por el compromiso individual que cada ser humano debe renovar día a día, a través de las acciones cotidianas. Empecemos por ser consciente­s y dejemos de pensar que el planeta nos pertenece. Replanteem­os, desde lo más profundo, nuestra relación con los seres vivos con los que compartimo­s nuestro hogar: la Tierra.

En palabras de la doctora Jane Goodall, “todavía quedan muchas cosas en el mundo por las que merece la pena luchar. Muchas cosas bellas, mucha gente maravillos­a luchando por revertir el daño causado, por ayudar a aliviar el sufrimient­o. Y muchísima gente joven dedicada a hacer de éste un mundo mejor. Todos están ‘conspirand­o’ para inspirarno­s y darnos la esperanza de que aún no es demasiado tarde para cambiar las cosas, siempre y cuando cada uno hagamos nuestra parte”.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? El museo también alberga la Fundación Audemars Piguet, que contribuye a la preservaci­ón de los bosques de todo el mundo en el ámbito de la protección medioambie­ntal y de la sensibiliz­ación de la juventud desde 1992. Página opuesta El Museo Atelier Audemars Piguet pone de relieve el saber hacer ancestral de la manufactur­a con dos talleres especializ­ados, ubicados en el núcleo de la espiral. El primero está dedicado a los relojes de Grandes Complicaci­ones y el segundo engloba los oficios artísticos.
El museo también alberga la Fundación Audemars Piguet, que contribuye a la preservaci­ón de los bosques de todo el mundo en el ámbito de la protección medioambie­ntal y de la sensibiliz­ación de la juventud desde 1992. Página opuesta El Museo Atelier Audemars Piguet pone de relieve el saber hacer ancestral de la manufactur­a con dos talleres especializ­ados, ubicados en el núcleo de la espiral. El primero está dedicado a los relojes de Grandes Complicaci­ones y el segundo engloba los oficios artísticos.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Página anterior Pájaro Carpintero comiendo una tuna de cardón, en el cerro del Chumil, Jantetelco, Morelos. Arriba Grillo de la selva baja al sur de Morelos. Abajo Rana de ojos rojos, Sarapiquí, Costa Rica.
Página anterior Pájaro Carpintero comiendo una tuna de cardón, en el cerro del Chumil, Jantetelco, Morelos. Arriba Grillo de la selva baja al sur de Morelos. Abajo Rana de ojos rojos, Sarapiquí, Costa Rica.
 ??  ?? Araña Espinosa, Cuernavaca.
Araña Espinosa, Cuernavaca.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina