Coberturas flexibles
Durante la primera Jornada Agrovoz del año, los analistas recomendaron “escapar del momento de la cosecha” y arbitrarse en los mercados.
La matriz agrícola en el país está cambiando. Luego de una década en la que la soja llegó a triplicar en protagonismo a las gramíneas, el trigo y el maíz ganaron en participación en la actual campaña. Si bien, por el momento, se trata de un dato aislado, diferentes actores del sector aseguran que es el inicio de un cambio de tendencia.
El interés que despiertan los cereales y cultivos invernales quedó demostrado este miércoles en la primera jornada Agrovoz del año, que contó con el apoyo institucional de la Bolsa de Cereales de Córdoba y del Ministerio de Agricultura de la Provincia.
Los rendimientos históricos que aportó el trigo –que en Córdoba llegaron a los 100 quintales por hectárea– y la excelente producción de maíz que se avecina no hacen más que confirmar el cambio de rumbo en la secuencia agrícola.
“La relación gramíneas-soja es la mejor en 10 años. Representa un 43 por ciento de gramíneas; aspiramos a llegar a 50 por ciento para tener un equilibrio desde el punto de vista de la sustentabilidad”, destacó Luis María Urriza, subsecretario de Agricultura de la Nación, durante su disertación en el Dinosaurio Mall de la ciudad de Córdoba.
Trigo, al tope
Mientras las cosechadoras avanzan sobre los lotes de maíz, el trigo se reparte el interés entre los exportadores y la molinería.
La cosecha récord de 18,3 millones de toneladas dada a conocer por el Gobierno nacional no ha influido, al menos hasta ahora, en los precios del cereal.
El interés de la demanda se observa en el comportamiento comercial que realizan los expor- tadores y la industria molinera.
“Percibimos un mercado con precios que no van a ceder durante el año, calzados por oferta y demanda”, observó Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (Faim).
Para el empresario, con una producción de 18,3 millones de toneladas de trigo, la exportación demandará 11,3 millones de toneladas, mientras que la molinería requerirá seis millones de toneladas, el mayor volumen en los últimos dos años. Los 43 molinos radicados en Córdoba demandarán 1,6 millones de toneladas.
En ese escenario, la industria proyecta exportar este año 900 mil toneladas de harinas, por encima de las 680 mil del año anterior. Con ese nivel de actividad, los procesadores de trigo garantizan demanda durante todo el año.
La exportación tampoco se queda atrás. El flujo de los embarques comprometidos en los primeros meses del año deja entrever que las compras externas se distribuirán a lo largo de 2017.
A partir del fuerte crecimiento que tuvo el trigo en la última campaña, el desafió es saber si el cultivo tiene aún margen para crecer dentro de la secuencia agrícola.
LA RELACIÓN SOJA-GRAMÍNEAS ES LA MEJOR EN 10 AÑOS, CON 43 POR CIENTO DE GRAMÍNEAS. LA META ES LLEGAR AL 50%. Luis María Urriza, subsecretario de Agricultura de la Nación
EL AGUA POTENCIÓ LOS RENDIMIENTOS DEL TRIGO. SE MEJORÓ EN LA FERTILIZACIÓN, AUNQUE SE ESTÁ LEJOS DE LO ÓPTIMO. Jorge Fraschina, especialista en trigo del Inta Marcos Juárez
EL PRODUCTOR QUE TENGA TRIGO, QUE LO GUARDE, PORQUE VA A SUBIR. EL ESCENARIO PUEDE SER DIFERENTE EL AÑO PRÓXIMO. Enrique Erize, titular de la consultora Nóvitas
LA MOLINERÍA VA A NECESITAR ESTE AÑO SEIS MILLONES DE TONELADAS DE TRIGO, EL MAYOR VOLUMEN EN DOS AÑOS. Diego Cifarelli, presidente de la Federación de la Industria Molinera
A partir del fuerte crecimiento que tuvo el trigo en la última campaña, el desafío es saber si el cultivo tiene aún margen para crecer dentro de la secuencia agrícola. Para el titular de la consultora Nóvitas, Enrique Erize, producir más de 18 millones de toneladas pude dificultar la cuestión comercial.
“Crecer arriba de 18 millones de toneladas sería un error estratégico; tenemos un consumo interno de seis millones de toneladas y colocar en el exterior un excedente de más de 12 millones de toneladas es difícil. Ya lo vimos este año a comienzo de la campaña, cuando el precio bajó a 140 dólares; como el productor vendió rápido, el mercado se descomprimió y aparecieron las subas. Pero es un riesgo”, precisó Erize ante una consulta de Agrovoz.
Para el analista, el año próximo la conducta comercial del productor puede llegar a ser diferente.
“A partir de lo que sucedió en esta campaña, el productor podría diferir las ventas y eso complicaría el mercado. A medida que avance el ciclo habrá que ir viendo cuál es la mejor estrategia comercial”, sostuvo Erize, quien compartió el bloque de perspectivas en el mercado agrícola junto a su colega Diego de la Puente, también de la consultora Nóvitas.
Cantidad y calidad
Ayudado por el clima, el trigo exhibió en la última campaña buena parte de su repertorio. Apoyado en un manejo más eficiente, las variedades reflejaron en las tolvas su potencialidad de rendimiento. Y lo más importante, sin resignar calidad como sucedió en la cosecha anterior.
“El agua potenció los rendimientos del trigo y también se mejoró en la fertilización, aunque aún se está lejos de lo óptimo”, observó durante su presentación Jorge Fraschina, técnico del Inta Marcos Juárez.
Durante su disertación sobre los aspectos tecnológicos del trigo, el referente nacional para este cultivo dimensionó la importancia de la fertilización, en especial la nitrogenada, para no ceder porcentaje de proteína.
“Por cada mil kilos de trigo se requieren entre 28 y 30 unidades de nitrógeno, que debe estar disponible en el suelo para el cultivo. De ahí la importancia de la fertilización antes de la siembra”, precisó Fraschina.
El maíz, con margen
Con el trigo al borde de su capacidad productiva, el maíz es el cultivo que encarnaría la nueva revolución de las gramíneas.
Desde su visión como analista agrícola, Erize es uno de los precursores de la nueva matriz agrícola que tiene al maíz como abanderado. Una transformación que requiere, a su vez, del aporte económico de la oleaginosa.
Según su razonamiento, haber reducido en más puntos el porcentaje de retenciones a la soja hubiera significado sacarle más espacio al maíz. “Es inviable desde cualquier punto de vista, en cualquier país del mundo, sembrar 19 millones de hectáreas de soja y solo cuatro millones de maíz. Eso fue lo que generó el gobierno anterior durante muchos años y eso se debe cambiar”, precisó el consultor.
Fomentar la transformación del maíz en carne y estimular su uso como combustible renovable, a partir del aumento del corte de las naftas con etanol (actualmente en 12 por ciento) para el mercado interno, son parte del estímulo que necesita el cereal.
Estrategias comerciales
Más allá de la transformación que vive el modelo agrícola, en lo inmediato el productor tiene por delante la toma de decisiones comerciales.
El precio de 260 dólares por tonelada para la soja ya no está en el mercado y cualquier alza a futuro dependerá de un fenómeno climático adverso en los Estados Unidos.
“Pero el productor no puede manejar su patrimonio apostando a la ocurrencia de un fenómeno climático. Tiene que tener una estrategia comercial”, observó Erize.
Su recomendación es vender a los precios actuales y comprar un call en el mercado doméstico o Chicago, para tener a futuro “una revancha en los papeles” si hay un tropiezo en la cosecha estadounidense. El mismo consejo es para el maíz, cuya cotización podría verse afectada a partir de septiembre con el ingreso de la producción brasileña.
Quien tiene un escenario más claro es el trigo de la actual cosecha. “Quien tenga, que lo guarde, porque va a subir”, pronosticó el analista. De cara a la próxima campaña triguera, la compra de un call a 160 dólares, cuando exista en el mercado, puede servir de reaseguro.