Tras el récord, el trigo trae más viento de cola
Según la Bolsa de Cereales de Córdoba, los márgenes para la próxima campaña muestran mejoras. Agroindustria espera un aumento del área sembrada y la molinería apuesta a más exportaciones.
Cuando el gobierno que encabeza Mauricio Macri avanzó con el cumplimiento de las promesas de quitar los Registro de Operaciones de Exportación (ROE) y eliminar las retenciones al trigo, productores y analistas anticiparon que la producción de este cereal iba a crecer con fuerza.
Lo que nadie esperaba era que el clima, enemigo de la campaña gruesa 2015/16, se convirtiera en uno de los principales aliados para que la cosecha triguera fuera la más grande de la historia.
En la jornada “El 2017 bajo la lupa”, organizada por el grupo Agrovoz, el subsecretario de Agricultura de la Nación, Luis María Urriza, ratificó el pronóstico del Ministerio de Agroindustria de una zafra que alcanzó las 18,3 millones de toneladas. Asimismo, el economista de la Bolsa de Cereales de Córdoba, Gonzalo Agusto, sorprendió con un nuevo cálculo sobre la cosecha provincial: más de cinco millones de toneladas, casi el doble que en el ciclo anterior y un millón más que las que se habían estimado en febrero y que ya suponían un récord.
Pero las buenas no se agotan en el pasado: pensando en la próxima campaña, las expectativas son iguales o aún más optimistas.
En el plano económico, Agusto señaló que el precio a cosecha (enero 2018) está marcando un valor de 159 dólares por tonelada, 12 dólares más alto que el que se pagaba hace dos meses, y el mayor de las últimas cinco campañas.
A la par, la relación insumo-producto mejoró notoriamente: para comprar fertilizantes (urea y fosfato diamónico), hacen falta entre 15 y 27 por ciento menos quintales que un año atrás; para adquirir glifosato, 30 por ciento menos; para gasoil, 20 por ciento menos.
Con este combo, la ecuación cierra: en promedio, producir trigo en campo propio estaría arrojando un margen bruto de 74 dólares por hectárea, más del doble de los 33 dólares de la última campaña; el margen neto sería de 11,8 dólares, luego de haber sido negativo en 28,5 dólares el ciclo anterior. Es decir, una rentabilidad del cuatro por ciento antes de impuestos.
Más área
En este contexto, Urriza reconoció que las posibilidades de que el reciente récord sea rápidamente batido son altas: “La cosecha fue récord, pero hemos tenido más área sembrada en otros momentos de la historia”, recordó.
El plan del Gobierno nacional es llegar a 2020 con una producción global de granos de 150 millones de toneladas, de los cuales 23 millones serían de trigo. “Eso permitiría aumentar entre uno y dos por ciento el market share a nivel mundial”, analizó Urriza.
El presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (Faim), Diego Cifarelli, coincidió: “La última campaña marca un piso, tanto de toneladas como precios para la próxima”.
Pero no son todas buenas: los vaivenes que tuvo la producción por la intervención del Estado hicieron que Argentina perdiera mercados con otros países. “Perdimos fama de buenos proveedores en trigo, dejamos de ser confiables”, resumió, sin vueltas, Erize.
A eso se suman costos internos que perjudican la competitividad, como los altos valores de fobbing, la presión tributaria y la falta de políticas que incentiven la industrialización. Sobre este último punto, Cifarelli mencionó que cuando aún existían las retenciones, la industria pagaba 10 puntos menos que la exportación del grano sin procesar; ahora sólo tienen un reintegro del tres por ciento que consideran poco para favorecer el agregado de valor.