Rutina en el colegio, desde que nace un cordero hasta lograr un ejemplar de elite
Los alumnos vivencian el ciclo completo, desde el nacimiento del animal hasta que se lo prepara para cada exposición. Hacen un seguimiento desde el destete, a partir de los 30 kilos, hasta llegar al peso final, de entre 140 y 145 kilos. Los servicios se hacen en diciembre y los estudiantes se encargan desde la sanidad previa. Cuando vuelven de vacaciones, comienzan a prepararse para las pariciones, que son entre mayo y junio. Asisten a los nacimientos y a sus controles, a la distribución del alimento y hasta les ponen los nombres a los ejemplares.
A medida que progresan, controlan peso, raciones, estructura de aplomos. Todo está dentro de la currícula.
En febrero, se apartan los mejores borregos que irán a Palermo. El resto va a otras muestras o son comercializados. Desde marzo se comienza con el amansado. Los jóvenes también trabajan la mansedumbre, con detalles que les van corrigiendo los docentes.
Cuando Agrovoz recorrió la escuela junto a la directora, los alumnos estaban bañando a cada ejemplar, para dejar su lana reluciente. Con champú y jabón les quitan toda suciedad y se escardan, retirando residuos de la lana que no son deseables para la raza. Luego les colocan capas, y el retoque final se da un poco en la escuela y otro poco en la Rural.
El lunes por la noche parten hacia Buenos Aires, para entrar al predio el martes 17, quedando a cuidado de un docente. Los alumnos de sexto año estarán en la jura de machos el jueves, y serán los encargados de sacarlos a la pista.
Entre otros ejemplares, abrigan esperanzas con un borrego dos dientes que tiene muy buen pesaje y es aplomado. Es un animal largo, con buena estructura en masa muscular, buenos jamones. La directora admite que le hubiera gustado que tuviera más pecho, pero cuenta con buena altura, es despejado y profundo.
Un dato no menor es que el jurado vendrá de Inglaterra; al ver los animales británicos, en la escuela encontraron una gran similitud con los propios. Eso los alienta a que podrán brindar buena impresión.
La mayor satisfacción de los docentes es ver que los alumnos viven esta experiencia con alegría y mucha ansiedad. Brisa Pintos y Victoria Rivero cursan el sexto año. Este años será su primera vez en Palermo; sus expectativas están puestas en el movimiento de la muestra y en comparar con los animales de las otras cabañas. Valoran la capacitación y la posibilidad de contar con un área para hacer las prácticas. Saben que no todos los colegios agrotécnicos cuentan con una cabaña y que este entrenamiento determinará muy posiblemente sus futuros profesionales. Veterinaria o el trabajo en ganadería son las opciones que barajan para cuando egresen.