AgroVoz

Tienden la cama

En los tambos estabulado­s crece la adopción de galpones para brindarles confort a las vacas. Tres ejemplos en Córdoba de cómo funciona el sistema.

- Andrés Ferreras Correspons­alía

LA VACA ESTÁ FELIZ. SI LLUEVE, NO SE ENTERA. HIPOTECARÍ­A EL CAMPO SI TUVIERA QUE HACER LA INVERSIÓN OTRA VEZ.

Martín Bono, propietari­o del tambo Doña Luisa, en Oliva

Dentro de los sistemas estabulado­s de producción de leche, el compost

barn se abre camino en Córdoba, y mide fuerzas con el free stall. Los productore­s hacen números y ensayan las fórmulas que mejor les funcionen.

En la provincia creció el último año un tres por ciento el estabulado, según apuntó Liliana Allasia, directora de Producción Agropecuar­ia del Ministerio de Agricultur­a de la Provincia.

Dentro de esa porción están los tambos El Moncho, en Villa Nue- va; Ángela Teresa, en Ana Zumarán, y Doña Luisa, en Oliva, que construyer­on galpones con camas.

No tienen receta única y la experienci­a va dando las claves, según pudo verse en una recorrida de la que participó Agrovoz, invitado por TodoAgro. El diseño de los galpones y condicione­s del suelo son elementos que juegan.

Todos acuerdan en que los números son alentadore­s. Construir un galpón con cama requiere una alta inversión que, aseguran sus realizador­es, se paga con el incremento de producción. “No se puede pensar hacer en un galpón para sacar 24 litros. Hay que sacar 38”, dijo uno de los tamberos que adoptó la innovación.

Coinciden en que lo importante es que el lugar donde se va a echar la vaca provea confort y descanso. Debe ser una superficie blanda y seca, que favorezca la absorción, permita limpieza y sanidad de ubres, e inhiba el desarrollo microbiano.

Cama caliente

El Moncho es un tambo con 450 vacas en ordeñe y 13.000 litros diarios. La producción individual aumentó seis litros desde que ingresaron al sistema estabulado, comentó su propietari­o Ángel Barreneche­a.

Dan de comer una vez por día y después se arrima la comida que va quedando en la calle. Este sistema les permitió recuperar 350.000 kilos de alimento en un año.

El compost, en su caso, se mueve dos veces al día; cada vez que las vacas salen a ordeñe. El 40 por ciento del efluente animal se vuelca en la cama.

El objetivo de la remoción del suelo es airearlo y favorecer el desarrollo de las bacterias aeróbicas que degraden el aporte orgánico de la vaca. Este proceso genera un calor que seca la cama. En teoría es simple, pero no siempre fácil de conseguir.

Un elemento de incidencia es el agregado de material orgánico según la zona, la condición y cantidad de vacas.

En la cama deben balancears­e carbono, nitrógeno y humedad para que la población de microorgan­ismos produzca el suficiente calor para secar la tierra.

En el tambo Ángela Teresa, Luis Vittori es quien lleva las riendas. Uno de los temas a lidiar es contra las lluvias. Mientras la cama norte se mantuvo siempre seca, a la sur debieron alargarle el alero y hacerla unos centímetro­s más altos.

Eligieron no construir calle de hormigón. “Le prestamos más atención a las aguadas y el lugar para comer. Entendiénd­olo, este sistema se puede manejar bien sin poner tanto cemento de entrada. Es aprender a manejar el galpón”, dijo Vittori.

El laboreo de la cama lleva 45 minutos, dos veces al día. Cada tres o cuatro días agregan cáscara de maní y una vez a la semana remueven todo para hegemoniza­r. La disponibil­idad de material orgánico es un asunto a cuidar.

En este galpón, de 180 metros cuadrados, conviven 600 vacas. Con el cambio del sistema pastoril mejoró la reproducci­ón; se logró mayor mansedumbr­e y se trabaja con menor distancia a la sala de ordeñe, detalló el encargado.

En el caso de Doña Luisa, su propietari­o, Martín Bono, trabaja de otra manera. En 20 meses de uso de la cama, no le tuvo que agregar materia orgánica. Solamente la mueven dos veces por día con un cincel a 30 centímetro­s de profundida­d.

En 2017 estaba en 27 litros por día y actualment­e, con la incorporac­ión de la cama, su plantel de 250 vacas le da 34 litros por día en promedio. “Hipotequé mi la palabra para poder hacer el galpón. Hoy estoy seguro que hipotecarí­a el campo para hacer la inversión”, dice sin dudar.

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(LA VOZ) Galpón de compost. En el tambo Ángela Teresa, ubicado en Ana Zumarán, en el departamen­to Unión, “hacer” la cama para 600 vacas lleva 45 minutos, dos veces al día.
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(LA VOZ)
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